Tuesday, August 23, 2005

Dudas Internas

¿Puede uno vivir sin dejar de escribir? Eso es lo que me preguntaba mientras pensaba camino hacia mi casa y me dije que sí era posible, e imaginé las cosas que podría hacer en su reemplazo, por ejemplo: me dedicaría a ver la televisión, visitaría a mis amigos y amigas, iría al cine, al teatro, a la ópera, me dedicaría a estudiar un curso de computación, trabajaría mas horas de las que trabajo, tomaría licor con mayor continuidad, leería mas libros de los que leo, me metería a un gimnasio, iría los fines de semana a cualquier lugar en donde halla sol, arreglaría mi moto que no la uso desde que escribo, meditaría mayor cantidad de tiempo, caminaría con un walkman escuchando música clásica o jazz, llamaría con mayor continuidad a mis parientes lejanos y cercanos, llevaría todas la noches a mi perra durante dos horas, conversaría con mis parientes con mayor alegría, bueno, creo que haría muchas cosas, quizás demasiadas, pero... ¿dejaría de escribir?, no.

Hoy fui a escuchar a un señor de la india, hablaba acerca de la paz interior, de la felicidad, y, de todo lo que dijo se me quedó grabado una parte que dice mas o menos así: “... Cada vez que estoy en Milano me paro frente a unos niños y les pregunto que es mas importante, la vida o el dinero, y los niños me responden que la vida; y cuando voy a Barcelona estuve frente a dos chicas muy guapas y majas y les hice la misma pregunta, pero ellas respondieron que las dos, les exigí una sola respuesta y respondieron que la vida... Luego les dije qué harían con su vida, y ellas respondieron que ser felices...” Me quedé pensando en su manera de declamar con una sonrisa que parecía ser la de un niño. Me agradó aquel tipo pero tuve que salir e irme a otro lado, preguntándome qué haría en esos momentos con mi vida... y me respondí que me gustaría ser totalmente feliz, y cómo, me dije, y me respondí que escribiendo aquello que siento dentro de mí, eso me hace muy feliz, entonces, ¿puedo renunciar a escribir si eso me hace tan feliz?... No.

Aun recuerdo las primeras letras que escribí hace ya tantos años cuando mis padres me llevaron a un psicólogo para que traté mi depresión, diciéndole al doctor que yo tenía todo pero que no era un tipo insatisfecho. Conversando con el doctor que era una mujer, me dijo qué era lo que quería ser; le dije que no lo sabía y que si ella me pudiera decir se lo agradecería eternamente. Ella me pidió que escribiera, dibujara, sobre aquello que yo sentía para la siguiente entrevista... Aun recuerdo lo que hice, fue un dibujo acerca de una mano unida por un reloj con otra mano, luego, un hombre que estaba enraizado con la tierra y extendía sus brazos en forma de ramas hacia el sol, y el último dibujo era una especie de oscuridad en que solo se veía en su centro un puntito blanco, eso fue mi dibujo. En cuanto a mi escrito puse muchas cosas que no recuerdo, pero de lo que sí me acuerdo fue que puse algo que sentí con real sinceridad, y eso fue: te amo doctora... Al día siguiente le entregué mis dibujos y mi texto. En cuanto a mis dibujos ella dijo que eran muy interesantes, pero cuando se puso a leer mi texto vi como lentamente bajaba su mirada reglón tras reglón hasta llegar al último en donde decía que yo la amaba... Sus ojos se abrieron mas de lo normal, su boca se puso enhiesta, sus manos parecían ser dos tenazas aferrando un pedazo de carbón al rojo vivo cuando cogió el papel y lo puso casi pegado a mis ojos preguntándome: ¿qué significa esto?... Me sentí como esas tortugas que se esconden en su concha, o capazón, y le dije que nada, no significaba nada. Le mentí, pues eso era lo único auténtico en mi texto. Ella me presionó, llamó a mis padres, les dijo lo que yo había puesto, me avergonzó delante de mis padres, y yo, como siempre, sonreí como un idiota. Han pasado muchos años, y aún me acuerdo de esas palabras y recién hace unos años sé la respuesta del por qué le escribí eso a la doctora, era porque así lo sentía, sentía que era la persona que podía ayudarme y me estaba ayudando como nadie al escucharme y darme la autoestima que necesitaba, eso fue un sentimiento hecho letras pero que ella no supo aceptar, ver, sentir... tan solo eran unas líneas y eso fue lo que me ayudó a salir de mi depresión, escribir acerca de lo que sentía, pues me ayudaba a expresarme de la mejor manera...

¿Podré dejar de escribir? No, no lo creo. Es bello escribir, es como bailar sobre una pista de hielo como si fuera una bailarina rusa con patines de hielo, es bello escribir con la tinta del corazón y la presión del sentimiento, dejarse llevar como si fuera una vela que va hacia la mar, hacia el sol, al lugar en donde el amor es dorado, tierno como el rostro de dios...