Tuesday, November 22, 2005

Testigo de un cuento

Estaba caminando rumbo hacia el colegio que estaba a no menos de unas cuadras de mi casa cuando vi a un enorme perro blanco y negro que perseguía a un grueso gato del mismo color que su cazador… Les seguí con los ojos hasta que penetraron a uno de los callejones cerrados de mi viejo barrio, y escuché ladridos, maullidos, y luego, un horrible aullido de uno o de las dos bestias… Mis manos se helaron. Mis pies dejaron de dar un paso. Mis ojos estaban abiertos, latiendo como el corazón de las calles. Mi pecho parecía esos globos que se inflaban y desinflaban hasta que no pude resistir más, y solté mi maleta del colegio, y corrí como un tonto hacia el viejo callejón de mi barrio...

Cuando llegué no encontré nada de nada, tan solo un chorrito de sangre que parecía una serpiente roja deslizándose en mitad de la pista, pero del perro, del gato, no vi nada de nada. Me acerqué con sigilo hasta tocar aquella sangre que aun estaba caliente, y me pregunté de quién podría haber sido, de cual de las bestias... De pronto una de las ventanas que estaba en la parte superior del viejo callejón se abrió, y vi la cara gorda y sucia de un muchacho de no más de veinte años, mostrándome un arco y una flecha con la punta esmaltada de rojo sangre. Me apuntó con su arco y su flecha. Y temblé como un gato perseguido por un perro, y cuando el tipo empezó a ladrar, maullar y mugir como un demonio, salí disparado del viejo callejón de mi barrio y no paré hasta llegar al colegio. Pero cuando la profesora me preguntó por mi maleta le tuve que decir que un perro del mismo color que un gato, y un gordo que hablaba como ellos me lo habían robado... La profesora me castigo por novelero, y no salí al recreo durante todo el día de clase. Todos los chicos y chicas se burlaban de mis tontas y locas historias, pero qué podría hacer si era verdad, tan solo me quedaba esperar a que llegara el final del día de clase.

Apenas salí del colegio me puse a pensar en qué le contaría a mis padres con respecto a mi maleta, así que pensé que debía de volver al mismo lugar del callejón. Cuando llegué, no encontré la mancha de sangre, parecía que lo había limpiado o no se qué… De pronto, me quedé boquiabierto al mirar hacia arriba y ver mi maleta colgada en la ventana del obseso muchacho que en un momento pasado me había apuntado con su arco y una flecha llena de sangre. Iba a regresar a mi casa pero decidí que debía subir por el edificio y pedir mi maleta. Cuando llegué al pequeño y sucio departamento toqué la puerta una vez, pero nada de nada, luego toque tres veces más y nada… Entonces con mas rabia que nunca pateé la puerta muchas veces y, para mi asombro, escuché unos ladridos, maullidos y risas de gente. Asustado empecé a retroceder cuando noté que la puerta se abría solita… y sin que nadie salga vi mi maleta del colegio volando por el piso del viejo edificio. La cogí con susto y bajé corriendo por todas las escaleras del edificio. Ya en la calle y más tranquilo me dirigí hacia mi casa, y en el camino pensaba en contar a mis padres esta historia, este extraño cuento… acerca de la muerte, de la sangre y de un obeso chico con un arco y una flecha ensangrentada en la ventana del viejo callejón de mi barrio. Sería un cuento lleno de misterio y de sangre...

San isidro, noviembre del 2005