Sunday, February 17, 2008

final del camino...


de frente, me dijo el niño mientras no sabía hacia dónde me dirigía, o a la vida o la muerte. tenía tantas vidas en mis manos que decidí tomar la decisión mas pertinente. seguí de frente y al final del camino estabas tu, siempre tu, sentado con todo ese oro alrededor de tu grueso cuello, y esa arma apuntándome a la cabeza. ¿me esperabas?, preguntaste. sí, le dije... luego, disparaste y empecé a morir como un pedazo de bolsa de sangre... agonizaba cuando me dijiste que no era necesario haber tomado semejante atrevida decisión. la tomé y eso es todo..., respondí. te vi alejarte con tus pasos metálicos, dejándome en medio de un charco de sangre cada vez mas grande. me hubiese gustado que acabases de una vez conmigo pero no, no lo quisiste así, por lo que seguí muriendo... la noche llegó y mis fuerzas eran cada vez mas y mas débiles. una señora, vieja, se acercó hasta el lugar en que estaba muriendo y lanzó un grito. luego, corrió y cuando mucha gente con sus autos llenos de luces se acercaron, morí para siempre, para toda una muchedumbre de gente que con sus ojos me recordaba la terrible y hermosa vida que había tenido... y cuando exhalaba el último halito, volví a ver al niño, extrañamente tenía mi misma cara, y susurró en mi oído izquierdo: de frente, de frente, de frente, de frente... una parte de mí se desligó de todo este mundo y de mis propios ojos pegados en la cara del niño, y seguí un camino oscuro que me llevó hacia el final del camino en donde un hombre de cara igual a la mía y con los ojos brillantes, me esperaba. tenía algo en las manos que darme, estaban cerradas. ¿quieres que abra mis manos?, preguntó. sí, respondí. abrió sus enormes manos y sentí que entraba a caminar de frente, como una pulga, en medio de las líneas de una de sus manos, inmensa y llena de vías y surcos oscuros, alumbrada por la luz de sus ojos brillantes...


san isidro, febrero del 2008