Sunday, September 04, 2005

Gatito negro

Hace unos días encontré en la calle a un pequeño gatito, era tan chiquito que me pareció una especie de mota de pelitos Y bueno, después de coger al gatito de color negro, lo llevé al trabajo.

Cuando llegué todos los empleados comenzaron a acariciarle pues era tan chiquito y bonito, y muy lindo cuando decía: "Miau". Pero cuando vino el jefe me dijo que estaba prohibido traer animales al trabajo, y yo le respondí que era la última vez que traía a mi gato.

Pero, cada vez que salía de mi casa al trabajo el pobre gatito se ponía a llorar por lo que nunca más pude volver al trabajo y siempre la pasé junto al pequeño gatito que a medida que crecía se iba poniendo mas lindo y mas cariñoso.

Y cuando mis ahorros se estaban terminando tuve que buscar otro trabajo que por suerte encontré que era en un cabaret en donde las horas de trabajo eran de noche y, lo mas importante, me permitían llevar a mi lindo gato negro. Desde que llegamos al cabaret no hubo una sola noche en que la gente abarrotara el local, y todos, apenas llegaban, saludaba a mi lindo gato negro que estaba sentado al lado de la caja en donde yo estaba sentado. El no se movía, y fue gracias a él que mi nuevo jefe me aumento el sueldo con lo que pude comprarme una casa mas grande y darle un cuarto especial a mi gato negro… Todo seguiría normal si no fuera porque una noche vino una extraña mujer vestida toda de negro, usaba lentes negros, guantes, zapatos y medias también del mis color y cuando vio a mi gato me lo quiso comprar, le dije que no, que aquel gato era mi amigo, y los amigos no se pueden vender. Ella insistió pero no fue necesario pues el mismo gato se puso en su regazo y sin mirarme un instante se fue caminando al lado de la extraña mujer. Yo pensé que era una bruja, o algo por estilo pero, lo cierto es que mi lindo gato se fue con la extraña mujer.

Desde esa fecha, el cabaret bajó brutalmente sus ventas por lo que fui despedido. No me importó pues yo extrañaba a mi gato, y, así deprimido me encerré en mi cuarto hasta que la dueña de la casa me botó por falta de pago, así que me echaron a la calle, pero no me importó… Pasó el tiempo y tuve que tratar de levantarme, traté de olvidarme de mi amigo y lo conseguí. Busqué un trabajo y por suerte lo conseguí. Era un trabajo en donde durante el día tenía que limpiar toda una oficina de abogados, la paga era buena y me alcanzaba para alquilarme un cuarto…

Y así la pasé el resto de mi vida, hiendo de mi cuarto al trabajo, y cuando veía a un extraño paquete trataba de no mirar, vaya a ser que sea un lindo gatito y mi vida vaya a subir hasta el cielo para caer hasta el fondo del infierno, y eso es la experiencia mas horrible que he tenido… al menos hasta ahora, pueda que mi vida sea aburrida, solitaria, pero es tranquila y callada así como la tierna mirada del gatito negro…

San isidro, septiembre del 2005

Mi imagen

Vi a un hombre de cabellos plateados, ojos grandes y vivos así como dos rosas abiertas. Era tan alto como un dios. Me le acerqué y le pregunté si él era un dios, un ángel o un hombre... No soy nada de eso, yo, simplemente no sé lo que soy, respondió. Se dio media vuelta no sin antes regalarme una bella y amistosa sonrisa, alejándose del puesto de libros que tenía en el centro de la ciudad. No sé por qué sentí el impulso por dejar todo y seguirle, fuera adonde fuera, pues una especie de explosión, emoción, rebelde sentimiento me arrastraba tras sus huellas. Le seguí.


Le vi caminar por todas la viejas calles del centro de la ciudad. Le vi entrar a un viejo café y le escuché pedir un vaso de agua. Se sentó en una de la mesas del salón y cuando le llegó el vaso con agua se puso a contemplarlo por varios minutos...

Yo siempre fui una persona muy atrevida, así que entré en el café y con el mayor de todos los cuidados me senté en su mesa, frente a frente, cara a cara al hombre de plateados cabellos, interrumpiendo su concentración con el vaso con agua. Disculpe mi intromisión, le dije. El me miró y nuevamente sonrió de aquella manera tan amistosa. Ante mi sorpresa, se paró, y antes de salir del salón me invitó su vaso con agua... Como un autómata cogí el vaso (iba a beberlo), mientras le observaba alejarse del café, y cuando sentí el impulso por continuar tras sus huellas, me detuve un instante a contemplar el vaso lleno de agua...

No sé si fue una alucinación, o no sé qué, pero me vi reflejado en la capa de agua que cubría el vaso, como si fuera un espejo. Me vi con mucha atención, y lo que vi fue algo hermoso. Sonreí, y la imagen también sonrió. Luego, acerqué el vaso con agua, acercamos nuestros labios, y ambos tomamos el agua del vaso, sabiendo que algo muy especial ocurriría después de aquella comunión.

Cuando terminé de beber, me paré y muy dentro de mí sentí que no estaba solo, que aquella sonriente imagen estaba adentro de mí, y sentí, que él estaba contento, muy contento al saber, descubrir que al fin nos habíamos hallado... Cerré los ojos, y le vi. Le pregunté muchas cosas, por el hombre de cabellos plateados, por mi puesto de trabajo, por toda mi familia, hermanos y hermanas, y él, mi imagen, sonrió diciéndome que todo estaba correcto, perfecto, en armonía, que no debería vivir preocupado por el devenir de las cosas, que muchas veces son buenas, otras malas, pero siempre vendrán nuevas cosas. Me alegré al escucharme y entender la vida de esa manera, y cuando abrí los ojos vi frente a mí al extraño señor de cabellos plateados sonriéndome de oreja a oreja... y no sé por qué, le sentí muy parecido a mi querida imagen interior...



San isidro, septiembre del 2005

El niño dios

Había venido dios a la tierra y yo, con veinte años a cuestas, creí en todo lo que decía el diario más importante de la ciudad en su página central, así que, cómo si fuera un pescador, un postulante para apóstol, dejé mis libros de estudios y fui a la dirección en donde decía el periódico que encontraría al dios.Mientras el auto me llevaba a la casa donde estaba dios toda una montaña de ilusiones caían sobre mi cabeza, y yo, estaba lleno y feliz al entender que podría llegar a encontrar la santidad una vez que estuviera frente a frente con dios. Cuando llegué a la dirección que estaba en el periódico, vi que era una casa de familia, muy grande, pero era una casa. Encontré en su entrada a una serie de personas vestidas con ropas de colores, con los cabellos largos y pintados de color dorado, y todos, hombres y mujeres sonreían como niños. ¿Es aquí donde está dios?, pregunté. Todos me miraron y afirmaron que, efectivamente, aquel era el lugar en donde estaba dios. Me hicieron pasar, pero antes me pidieron que me quitara los zapatos, me los quité y entré. Ya adentro vi a un manantial de gente muy joven que cantaban, bailaban y sonreían sin parar... era como estar en una fiesta o carnaval cuando de pronto todo se hizo silencio. Vi que todos miraban la escalera de la casa. De allí bajará dios, pensé. De pronto, un niño de rostro carnoso y moreno, vestido de blanco, bajaba por la escalera haciendo que todo el aire que ya estaba viciado por los aromas y sudores del pequeño y encerrado lugar cambiara por unos aires puros y nuevos, era como respirar rosas. Caminó por el medio de todas las personas y se sentó en una silla que estaba en la parte mas alta de la sala.De pronto, todas las personas comenzaron a cantar, unos, mientras cantaban lloraban, otros estaban éxtasis, y uno que otro, así como yo, mirábamos a todos... Cuando la música terminó en niño dios cerró los ojos y el silencio se hizo mayor, vi que todas las personas cerraban los ojos y como si entraran en trance noté que sus rostros parecían encenderse como si tuvieran un foco dentro de sus cuerpos. Y cuando el dios abrió los ojos, todas las personas también abrieron los ojos y con una bella sonrisa esperaron a que el niño dios hablara...Recuerdo que hablo acerca de la respiración, de la paz que existe en nuestro interior, y que en el centro de nosotros, justo el centro estaba la paz, y su tarea era la de mostrarnos el centro de nuestro oscuro interior... Mientras nos hablaba sentí que mi cuerpo empezaba a cobrar como una bella fuerza, energía y sentí que desde aquel momento mi vida cambiaría para siempre. Cuando terminó de hablar, me miró a los ojos, yo le miré también y sentí que me miraba a mi mismo, como si fuera un espejo, y lo que vi fue algo así como si yo estuviera dentro de él, y dios dentro de mí. Me sonrió y luego se paró, subió las escaleras y luego una de las persona encargadas nos dijo que ya era hora que nos fueramos a casa hasta el día siguiente. Vi como todos salían, lentamente, así como si hubieran escuchado al mismo Jesús en la montaña. Yo me quedé hasta que todos se fueron, hice como que me iba a ir, pero me escondí en un rincón de la casa, y lo hice porque deseaba saber un poco mas de aquel niño dios... Pasaron horas y horas, y cuando vi que ya no había nadie en la casa excepto los que cuidaban al dios, subí las escaleras y traté de buscar el cuarto de dios... De pronto le vi que salía de su cuarto y entraba en el baño con un cepillo de dientes y una toalla y un jabón... Traté de ocultarme pero él me vio, y en vez de asustarse me quiñó un ojo como sabiendo acerca de mi intrépida curiosidad, y sin palabras decirme que él era como una persona normal, pero que tenía una tarea, la de expresar tal cual artista, en palabras, la belleza del mundo interior, la paz, y todas esas cosas que siempre escuché en los libros sagrados pero que nunca vivencié. Entró al baño y yo supe que debía de irme.Al día siguiente llegué temprano y pedí una audiencia con el niño dios. Me pidieron que esperara y luego de esperar unos minutos me hicieron pasar a su cuarto. Cuando entré le vi que estaba sentado mirando la televisión, apenas me sintió entrar, la pagó. Siéntate por favor, me dijo señalando una silla. Me senté y el se sentó frente a mí. ¿Qué deseas saber?, preguntó. ¿Eres dios?, le dije. Me dijo que no, que era una persona que podía mostrarme a dios dentro de mí y que si yo tenía un sincero deseo podía mostrármelo. Le dije que si, que si deseaba conocer a dios dentro de mí. Me dijo que le escuchara atentamente. Asentí. Me habló del compromiso de practicar unas técnicas para experimentar a dios dentro de mí por el resto de mi vida durante una hora al día. Le di mi palabra, y él, me reveló unas simples técnicas para sumergirme en mi interior... Practicamos juntos por una hora, y luego me dijo que debía volver a mi casa. Yo le dijo, cargado de agradecimiento que deseaba estar cerca de él, pero él me dijo que no era necesario, que a través de la práctica y de recordarle, él estaría a mi lado... Le agradecí y con el alma llena de alegría, me fui a mi casa...Durante una semana fui a visitarlo, y siempre era hermoso, y aunque repetía lo mismo, siempre era nuevo para mi corazón... pues, él, hablaba con el corazón hacia mi corazón... Luego se fue y yo me quedé, pero esta vez ya no estaba mas solo, tenía esas simples técnicas que me hacían sentir que dios no era una palabra, era algo bondadoso dentro de mí, como si fuera un mar de pureza que mientras practicaba las simples técnicas me sentía cerca de él, de dios...Han pasado muchos años, y aún continúo en su camino, y aunque lo he visto pocas veces cada día siento que hay un espejo dentro de mí que me dice que hay belleza, bondad, pureza, un niño dios dentro de mí...



San isidro, septiembre del 2005