Friday, November 16, 2007

despedida


¿debe de escribir aquel que se siente mal?, ¿que le pasa todo lo malo en un solo día? no lo sé en verdad. hay un "elan vital" que ayuda a escribirme, o escribirte quien seas o sepas. el mundo sigue girando. el aire, el Sol, el tiempo siguen su inexorable curso vital, y yo les sigo los pasos hasta que mi sombra me recoja, absorba o sea uno con la ausencia total. debo decir que hace vidas que no me siento tan especial como hoy en que no tengo idea de lo que escribo pero allí le sigo dando, adelante como esos cosacos rumbo a las espadas napoleónicas o a la sombra eterna de la muerte. me agrada la poesía, siento que no es mía ni de nadie con nombre y apellido, es de la vida, y que uno las siente como si fuera lluvia en un día de Sol, y se baña en sus besos, y es feliz o completo por instante o eternidades... les cuento que salí de mi trabajo y me crucé con una señora, conocida de años por mí, me dijo algo inesperado: "voy a morir mañana". le creí y le dije si deseaba algo. respondió que tan solo pasaba a despedirse, y luego, la vi caminar despacio, como cargando una cruz invisible, con esos pasos arrastrados y llenos de un pasado hermoso y vivido. me le acerqué y le pedí si deseaba que la ayudara a cargar sus cosas del mercado. dijo que sí. le cargué su bolso y una cosillas (trapos), y la seguí por cerca de nueve cuadras. no podía imaginar que la anciana de noventa años caminara mas que yo. y cuando llegamos a su casa me invitó a pasar. pasé y vi una casa pequeña dentro de un edifico. limpio de lado a lado. rodeado de tantas fotos y un piano de cola bastante gastado y sin uso. le pedí a la señora que me dejara tocarle una pieza. ¿por qué no?, respondió con una pregunta. me senté y toqué el preludio de Bach. me gustó tanto el teclado pero me di cuenta que le faltaban varias notas, o estaban las cuerdas fuera de lugar, o sueltas, o rotas... ¿se la afino señora?, pregunté. no, me dijo, no es necesario, mañana no estaré aquí y mis nietos o hijos se lo llevarán, y allá ellos que se ocupen de tocarlo. respiré profundo y sentí un gran respeto por esa anciana. ya estaba por salir cuando me invitó una taza de té. gracias, le dije y la tomé casi solo porque la anciana seguía haciendo sus cosas. soy curioso y fui a verla y vi que estaba preparando un traje de color verde, con unos zapatos negros, medias transparente y un listón en la cabeza. luego la vi que se sentaba en una mesita y se ponía a escribir. noté que se le dificultaba escribir. iba a decirle que podía ayudarla, pero no terminé de pensar cuando la escuché pediéndome que la ayudase. me senté y escribí su carta de adiós a todos sus hijos y familiares y amigos. apenas terminé, la señora me entregó un billete de cien dólares y por mas que le dije que no era necesario, ella insistió. acepté y cuando estaba por salir de su casa escuché que ella hablaba con una persona. me acerqué para ver a la otra persona pero no pude verla. iba a preguntarle a la vieja algo pero cuando noté que su cuerpo no tenía sombra así como la mía supe que estaba en el umbral de la vida. salí de su casa lleno de escalofríos. corrí o caminé raudo hasta llegar a mi casa. entré y apenas llegué, sonó el teléfono. no contesté y seguí mirando la ventana oscura de casa por horas y horas, mientras la vida y la noche seguían su curso, así como mi vida...


san isidro, noviembre del 2007