Tuesday, May 30, 2006

Inmortal herido

Me iban a cortar las piernas, estaba en medio de la guerra y el enfermero junto al doctor hablaron que después de tomar un café me las cortarían... Les vi alejarse y levanté la cabeza con gran dolor, hacía un calor infernal, sudaba por todo el cuerpo, y por las piernas sangraba. Me levanté con todas las fuerzas que pude y salí arrastrándome hacia afuera, en donde aún se escuchaba el filo mortal de las balas de nosotros y de nuestros enemigos. Llegué junto a un muchacho que estaba pegado a la tierra, tenía su arma y disparaba una y otra vez, como esas películas que veía en la tele. Me paré con todo el dolor y le dije al muchacho en dónde estaban los enemigos. Este me miró y dijo que me agachase... No le hice caso y me arrastré hasta salir de nuestro escondite. Vi un caballo hermoso, mirándome, esperándome, y fui a montarlo. Ya en el bello animal, miré a los enemigos y me lancé hacia ellos. Cerré los ojos, abrí los brazos y esperé a que todas las balas apagaran el dolor que tenía en las piernas... Fue hermoso cabalgar en medio de las balas en aquella hermosa tarde de sol, campo arenado, y todos los ojos abiertos, sorprendidos, de la gente que peleaba, hasta que una bala atravesó mi pecho y caí junto al caballo, no sentí nada, mientras el caballo seguía corriendo hasta llegar a la banda rival. Me cogieron y ya agonizando me escupieron y dijeron que estaba loco. Les pedí que me mataran, y ellos rieron, luego, ya sin dolor ni nada, me cortaron las piernas, me las mostraron y me enchufaron un balazo en la cabeza... Dicen que morí, dicen eso, pero no lo recuerdo ni deseo saber nada de ello, mientras siento que aún corro sobre el bello animal sin detenernos ante nada, viajando hacia el sol, sobre un campo celestial… Es bello viajar hacia el sol, es como deshacerse en dicha total...

San isidro, mayo del 2006

Sunday, May 21, 2006

Un domingo por la tarde

Estaba sentado en la silla de la cocina. Ya todos en la familia habían terminado de comer. Ya todos estaban descansando, ya sea mirando la TV, o sentados en la Web. Tenía un libro en sus manos. Lo había robado de la Biblioteca del colegio. Lo abrió y empezó a leerlo. Trataba de un muchacho de quince años que gusta observar todo echado en su cama, pues es semi-parapléjico. Ve la tele, y gusta leer en demasía. También gusta de escribir con su mano izquierda, y dibuja también. Continúa leyendo el libro, y se pasa hasta las últimas páginas, y ve que el muchacho ha comenzado a caminar y escribe y hace un viaje al viejo continente buscando algo mas en la vida... Cierra el libro y siente que el autor es un soñador, relleno de fantasía y gusta mentirse y mentir a los demás. Se para y camina hacia la ventana de su casa, le gusta observar a través de las ventanas. Voltéa y ve las escaleras de su casa que van hasta el tercer piso. Sube las escaleras y va hacia la ventana mas grande del tercer piso. Siente que desea saltar. Siente que todo es aburrido como las moscas que se pasean por los platos vacíos del almuerzo. ¿Y si salto?, piensa. Su cuerpo empieza a sudar, luego, siente escalofríos. De pronto escucha la voz de su madre diciéndole que no se olvide de ir a la Iglesia por la noche. Ya mamá, responde. ¿Y si salto?, vuelve a pensar. Su hermano menor se le acerca y lo ve parado en el borde de la ventana grande del tercer piso y piensa en jugar, en asustarle. Se le acerca con pasos de tigre, sin respirar. Ya casi a su lado, lo empuja suavemente y ve que su hermano se deja llevar por sus brazos y cae, cae... como un fantasma, un trozo de papel, hasta llegar al piso, rompiéndose el cráneo como una calabaza, abriéndose el pecho como una bolsa de papel... Ya agonizando, el muchacho vuelve a pensar: ¿Y ahora… adónde iré?... Era un domingo por la tarde cuando un muchacho de quince años agoniza con una inusual sonrisa en los labios, chorreándole sangre por todas partes como pinceladas del artista de la muerte, dejándole el cuerpo como un muñeco dislocado, tirado sobre una vieja vereda, ante los sórdidos gritos de todo el vecindario, en un día extraño, y, a la vez, precioso, pero, inusualmente aburrido...

San isidro, mayo de 2006

Thursday, May 11, 2006

Ladrón de papel

Fue a la librería más nutrida de la ciudad y vio toda una selva de libros besando todas las paredes del local. Se excitó, no lo pudo soportar y cogió el primer libro que estuvo a su alcance. Le pasó sus dedos por el lomo del libro, luego, lo abrió y empezó a oler la celulosa de las páginas. Revisó el tipo de letra. Miró la cantidad de páginas que tenía. Leyó el nombre del autor, la fecha de su nacimiento y su muerte. ¡Dios!, se dijo. Aún vive..., pensó. Lo cerró y lo dejó en su lugar como si hubiese perturbado un instante de ajena intimidad. Se acercó a uno de los libreros y preguntó por obras de autores del siglo XIX. Cómo no señor, sígame por favor, le dijo el joven vendedor. Lo llevó a uno de los espacios que estaban en el sub-nivel del local. ¿Algún autor en especial, señor?. Todos, los quiero a todos..., respondió. El joven librero sintió como un sinsabor al ver a este señor vestido con simpleza pero con los ojos puestos en los libros como si fuera un cazador de bestias salvajes, o, en este caso, de muertos vivos... Como no, señor, lo dejo a solas... y, me llama cuando me necesite. El joven se dio media vuelta y subió al segundo piso en donde entraban nuevos clientes en busca de algún libro de moda, de esos que se venden por moda, snob, y, que quizá, nadie lo lea... Nuestro personaje sintió que estaba solo y ya frente a los libros del siglo XIX se sintió más excitado que nunca. Cogió uno de ellos. Lo abrió. Era de Conrad, editada y traducida al español en el año de 2006. Olió las tapas, rozó sus dedos sobre las hojas escritas de papel y sonrió de alegría. Son míos, se dijo. Abrió su bolsa de libros y los llenó con más de una veintena de libros. Miró la salida de la librería. Vio que estaba llena de gente y, sin pensarlo, salió raudo hacia la salida. No bien cruzó la puerta, todas las alarmas del local empezaron a sonar. Más esto no lo detuvo y corrió rumbo hacia la oscuridad de la noche. Dos hombres de seguridad de la librería empezaron a seguirle. Nuestro hombre llegó a la esquina y paró un taxi. Lléveme lejos de aquí, le dijo. El auto partió con los chicos de seguridad arañando las ventanas del auto... ¿Qué ha hecho señor?, le dijo el taxista. Nada, nada, no se preocupe, dijo nuestro hombre. Por favor, lléveme a la librería de la zona norte, inmediatamente... Y mientras viajaba, miraba los libros que tenía en sus manos. Míos, míos, nuevamente míos, pensó nuestro extraño personaje. Señor taxista, dijo, por favor, espéreme unos minutos en este mismo lugar, le pago por adelantado... espéreme que no demoro ¿sí? Como no señor, respondió. Sucedió lo mismo. Tras los pasos de nuestro personaje venían tres chicos corriendo, sin lograr alcanzarlo. Ya lejos del lugar, le pidió al taxista que lo llevara a su domicilio. Ya en su casa, abrió la puerta y dejó todo su botín sobre una mesa llena de libros... Prendió una hoguera que tenía en el fondo de su casa y comenzó a quemar todos los libros que estaban tirados por todo el piso de su casa, uno por uno, hasta que no quedó ni uno, salvo los libros que había robado y que estaban sobre la mesa. Durante toda la noche la pasó leyéndolos. Llegó el día y continuó, tan solo se detuvo para comer un poco. Luego, siguió para adelante. Todo se prolongó así hasta cerca de dos semanas en donde ya había terminado de leer todos los libros que tenía sobre la mesa... Se cambió y fue a buscar trabajo, pues, no tenía un centavo para vivir ni comer. Encontró uno y trabajó por un par de meses. Luego de cobrar, renunció... Aquella tarde, miró todos los libros que había robado, los puso sobre la mesa, encendió la fogata de su casa y salió a otra librería, una en que no lo recordaran demasiado... Se disfrazó de mujer y salió a la calle. Tomó un taxi y se dirigió hacia la librería más importante de la ciudad...

San isidro, mayo de 2006

Wednesday, May 10, 2006

a la media noche

Uno si está vivo, o tiene cualquier tipo de problemas, siente que tiene algo que decir... Es gracioso ver cómo cada escritor de cierto prestigio ganado, merecidamente o no, dice o cuenta la misma cosa. La otra vez leí un comentario en el periódico de mi ciudad en donde un escritor, ganador de un premio importante, decía o repetía las mismas frases que grandes autores dijeron en su momento, como por ejemplo: "era una idea que no me dejaba dormir hasta que me puse a escribirla", o "diariamente escribo por la mañana", o, "nunca veo quien ha ganado el novel", etc. Es gracioso pues lo he escuchado, leído en muchas oportunidades, es mas, cuando me hicieron una entrevista unos niños de nueve años, yo, respondí de la misma manera, eso lo hice porque lo había leído en un texto de entrevista que le hicieron a Boch, Carver, Calvino, Faulkner, Nabokov, etc... Hay veces en que me pregunto sino escribo para saber si soy bueno en ello. Cuando eso sucede me tengo que poner a escribir para no enloquecer... Creo conocer pocos escritores que, aparte de ser reconocidos, tienen una importante figuración en los ámbitos intelectuales. Tengo un amigo que es un escritor reconocido de más de ochenta años, y que cada cierto fin de semana me invitaba a escucharle en su casa los textos inéditos que guarda tan solo para sus amigos. Fue gracioso, pues, las nueve veces en que he acudido a su domicilio, siempre declamaba los mismos textos. Nunca le dije nada, pues, además de leer sus letras este octogenario, le gustaba escucharme declamar mis textos... Tuve que dejar de verle porque no me gustaba participar en un lugar que me hacía sentir como una oveja que sigue al pastor. Por otro lado, me he dado cuenta, si es que muchos no lo han hecho ya, que escribir en la Web es algo extraño, como mendigar sentimientos... Si llega un comentario, uno se siente alegre, por malo o bueno que sea, pero si no llega nada, uno siente que está perdiendo el tiempo y que no hay nadie que valore sus textos... En ese lugar me encontraba hasta que hace poco me di cuenta que esto de escribir es como meditar, o concentrarme, o identificarme con aquel individuo que está dentro de mí. Me ayuda mucho, bastante. Me hace bien, como sentirme menos solo de lo que estoy. Es bueno escribir, es como mirarse al espejo y ver que hay belleza, sentimiento, integridad, sinceridad, valores que a uno lo integran en un todo bonito, un universo antiséptico a todo, pero, divertido y nutritivo para el alma que anhela expresarse... pues las letras es un canto que el alma celebra.

A la media noche vi que la luna iluminaba la vereda de la puerta de mi casa. Un sonido a los lejos avisaba que aún existía gente anhelante de vivir íntegramente. A la media noche he descubierto que escribir es una manera de vivir. No todo es así, sobre todo cuando a la media noche el silencio se vuelve como un silbido que llena de paz el aire que respiro. A la media noche los pasos de las sombras hacen su estadía en absoluta tranquilidad mientras los autos ruedan rumbo a sus casas o destinos. A la media noche veo a mi perro durmiendo a mi lado mientras una cucaracha trata de salvar su vida por las paredes de mi cuarto, por supuesto que no lo logrará ya que mi mano y un pedazo de papel han puesto su firma de muerte en un lugar de la pared. A la media noche el sueño tiende su frazada y hace un espacio a mi cuerpo mientras aún mis dedos teclean esta máquina de escribir una y otra vez hasta que mis párpados empiecen a colgarse de mis ojos como si fueran bolsas de arena...

San isidro, mayo del 2006

Saturday, May 06, 2006

El camino de los ciegos

Tenía una cita con un oculista, todo fue a petición de mi madre que acababa de llegar de París con una montura de titanio para unos lentes progresivos que costaban una fortuna. Y bueno, fui al oculista por las razones mencionadas y en la puerta vi una cola de cinco personas, todos ellos eran ciegos, y todos usaban gafas negras, pero el hecho de verlos juntos con esa presencia de muertos vivos me hizo sentirme extraño, como fuera de este mundo... Me puse detrás de ellos como era la cola de entrada al consultorio del oculista cuando sentí que uno de ellos me preguntaba mi nombre. Se lo di con cierta inseguridad, y no lo entendí, porque, qué daño, que miedo tendría que tener por estos cieguitos, nada por supuesto, pero allí estaba, tras ellos y con mi nombre que parecían estárselos saboreando en sus silenciosas bocas... Luego, otro de los cinco me dijo si deseaba escucharlo. Callé, y no sé cómo, de mis labios salieron como temblorosas maripositas, una palabra: si. De pronto, todos ellos se tocaron las manos y el que me pidió escucharlo me dijo lo siguiente:

"Cuando entendí que toda mi familia querían ser felices, me puse a llorar, pues, ¿cómo diablos podría hacerlos felices si yo no lo era?... Eso fue lo que les dije y ellos me escupieron a la cara, y luego, me lanzaron a la calle para que les solucione sus problemas inmediatos como ropa, comida, dinero, etc... Quiero decir que yo era el sostén de mi familia compuesta por mi madre, padre, un hermano lisiado, mi esposa y un hijo pequeño. Salí a la calle y mientras me alejaba de ellos sentí que no debería volver a verlos nunca mas... Mis sueños se cumplieron porque no pasó un minuto cuando un auto se subió a la vereda en donde caminaba yo, y me atropelló como si fuera un juego de palitroques. Fue terrible, para ellos, pues, quedé ciego para el resto de mi vida. Cierto que estuve en coma por varios meses, pero cuando salí, y abrí los ojos, vi que todo estaba aún negro, mas negro que la noche... Era terrible, pero, no sé cómo, escuché, olí a toda mi familia alrededor mío, preocupados, asustados, llorando por su suerte, seguramente. Y así la pasé por meses hasta que me mandaron a mi casa y allí si fue terrible pues nadie deseaba ocuparse de mi, nadie, ni siquiera mi perro, nadie... Así que, después de estar en plena oscuridad por meses, en uno de esas decidí que debía salir de mi casa y no volver jamás, quería morirme, no ser una carga para nadie. Lo pensé por días y días hasta que sentí que en aquel momento debía salir y no volver. Me vestí como pude y, le diré algo increíble, pude desarrollar ver a la gente, pero no como algo de color, sino como si todo fuera en negativo, como si estuviera viendo un canal invertido, algo así... Salí a la calle y no necesité ver, nada de eso, sentía que estaba protegido por algo que me hacía ver el brillo de todas las cosas, su eco, su aroma todo... Y así fue como me fui a la calle, luego, a otra ciudad, otro pueblo, hasta llegar a otro país... Y en el camino encontré a estos chicos que usted ve aquí, que también llegaron al mismo lugar pero por diferentes caminos y formas. Unos nacieron ciegos, otros no... Podría seguir contando, pero, creo que ya ha sido suficiente... "

Le iba a preguntar el por qué me había confiado su historia, y él, como si escuchara mis pensamiento, me dijo que porque muy pronto llegaría al mismo camino, el camino de los ciegos... No se equivocó pues cuando apareció el oculista me dijo que en unos cuantos meses perdería la vista por completo. No sé por qué lo tomé con calma, era como si siempre lo había esperado. Y cuando salí a la calle, vi a los cinco ciegos esperándome. Les tomé de la mano y les seguí para siempre. Nunca mas volví a ver a mi familia, y a pesar que pude ver por algo más de un año, al final pude quedarme tan ciego como los cinco ciegos que estaban esperando su cola, en su camino de ciegos... No me quejo, tengo tiempo para hacer lo que mas he amado que era escuchar música clásica, es mas, tuve tiempo de aprender a tocar el piano que tenía uno de los cinco ciegos en una casa... Hay veces en que salgo a la calle solo, eso ocurrió cuando perdí el miedo a la muerte, cuando entendí que la muerte y la vida ya no importaban a uno que ya no cuenta para este mundo lleno de obligaciones y deseos por encontrar la felicidad, algo que, como después lo supe, estaba tras la cortina del fondo de mis ojos ciegos... Era un camino especial que, al igual a todos los caminos verdaderos, se abre cada vez más y más y más....

San isidro, mayo del 2006

Friday, May 05, 2006

¡No lo cuentes, escríbelo!

Me he puesto a pensar antes de sentarme sobre la máquina de escribir y me sentí tan sucio que me dieron ganas de bañarme muchas veces. Tuve tantas ganas de que mi vida se iniciara nuevamente, que todos los errores se diluyeran con la luz de un nuevo día, de eso tuve ganas que sucediera mientras miraba en la televisión porquerías que ensuciaban mi mente, mi torpe mente que no sé exactamente para que sirve, si pudiera ser dios seguro que me lo extirparía como una muela picada, o una uña, o la vesícula que nadie sabe para qué existe, quizá sólo dios, pero mejor dejarlo a dios tranquilo dentro de todos nosotros, pues donde estamos es muy lejos del corazón que es su verdadero hogar de residencia, o al menos su espacio en donde no se mancha de nosotros, seres llenos de migrañas y porquerías acumuladas desde que tenemos el aliento. Mejor dejo de pensar en cosas tan extrañas que lo único que provocan es pena, esa pena o conmiseración de la gente que me rodea o me lee, mejor pienso en todo lo que me ha pasado en el día que no es nada especial, una que otra variedad, errores, multas, aciertos, dinero, y ese tipo de cosas que lo entretienen a uno tan torpe como yo que anhela ser feliz en el lugar equivocado, es así, siempre erramos, y eso es bueno para los que no se equivocan, y eso mismo le alegra porque le da un bienestar a uno, al menos hay un sentido el ser pisado por otro mas suertudo que uno mismo, quién sabe, puede que dios, pero dios no sabe nada o sabe todo, o mas de lo que imagino, puede que esté sentado en la televisión mirando porquerías así como estuve un momento antes de sentarme a escribir de todo aquello que se me ocurría en mi mente que es tan torpe como un niño de medio año al sentarse a cenar con las manos, pues se pone la comida en el cachete, o en la oreja, o la bota en el piso pues ignora por donde entra la comida, así es como me sentía antes de sentarme a escribir sin pensar en nada mas que en lo que imagino, y eso que imagino es saludable, me hace remontar a un lugar en donde pueda ser feliz como dios, seguramente, y quizá mas, o un poco mas, pero dios no creo que sea feliz, pues dicen, o he escuchado de los curas en la iglesia cada domingo cuando iba a misa, con siete años de edad y al lado de mi tía pues deseaba que sea un buen cristiano, y que esté cerca de dios, pero eso no fue posible, era imposible, cómo iba a ser bueno a los ojos de dios si uno no hace mas que meter la pata una y otra vez, y ese dios ni siquiera se inmuta, o puede que sí, pues cada vez que hago, o cometo pecadillos al momento me siento cochino, o pesado, o culpable de ser tan sucio, y me viene todo un alud de mala suerte, por ejemplo, hoy, hoy me metieron una multa sentado en mi auto mientras leía la Biblia, y pensaba en dios sentado en una banca muy cómoda y en la sala de corazón, pues es allí de donde todos los que oran o le rezan dicen que mora, puede que sea así, puede, puede que sea cierto, pero yo no lo creo tan cierto... ¡Carambas! ¡Qué diablos he escrito! No me imagino qué he puesto, pero debe de haber sido algo muy original y loco, así como soy, o como me llaman las personas que viven o trabajan al lado mío. Es mejor continuar viviendo en esta casa para luego ir a mi trabajo, para luego ir y venir, como un yoyo, como un tonto que no sabe para qué está viviendo, aunque, pensándolo mejor, al menos un poco, para qué puede importar descubrí esa gran verdad si al final nada, uno no se lleva nada a la otra orilla, nada, puedes creerme... al menos eso lo he visto cuando vi a mis tíos muertos en su caja de madera, pude verles el rostro y parecían ser un pedazo mas de la caja de madera, eso era lo que parecía, cáscara de lo que fue un hermoso árbol, un bello ser humano, con sus cosas buenas y malas, pero con ese brillo, esa animosidad al verles, recordarles mientras el aliento de vida circulaba por cada uno de sus células, sí, eso era lo que pensaba cuando veía sus cuerpos sin vida, es decir, muertos, muertos como los trozo de madera que los cubrían… Es mejor dejar de escribir cosas sin sentido, pero, pensando un poco, qué tiene sentido en la vida si todos, cada uno de nosotros va a perder la guerra contra la eternidad, no seremos testigos mas que de nuestros recuerdos y sueños y anhelos, nada mas… Es una batalla sin sentido, quizá por ello es que recuerdo a los suicidas en este instante, quizá estén mas cuerdos que uno, o quién sabe, mas curiosos que millones de personas, quizá sean los Colones de nuevas tierras… nada mas.

San isidro, mayo del 2006

Thursday, May 04, 2006

Moscas

Sentando en la mesa, pensaba en la mosca que pasaba por mi plato de sopa. Cogí un matamoscas y la maté. Levanté el arma asesina y lo dejé sobre un lado de la silla. Volví a mirar mi plato de sopa y empecé a cenar. No bien estaba por la octava cucharada cuando mis ojos se volvieron hacia un lado de la mesa. Y allí, sobre el mantel había un trozo del cuerpo de una mosca. Me dio asco y dejé de tomar mi sopa. Cogí un secador de platos y empecé a limpiar el mantel, pero, la mancha, no se deshacía, mas bien crecía hasta tomar la forma de una manito. La miré mejor y, efectivamente, era una especie de estrella, rojinegra. Me dio más asco y saqué el mantel y lo eché a la bolsa de la ropa sucia. Luego, prendí la radio y me puse a escuchar un poco de música... y no sé cómo es que me quedé dormido, y soñé, y fue un sueño terrible, claro, era un sueño de moscas, miles de moscas nadando sobre un mar del color de mi plato de sopa, y todas ellas tenían la cara de demonios, de seres extraños, pero, sin embargo, no me decían nada... ellos seguían jugando en aquel mar del color de mi sopa. De pronto, vi que una de ellas salía del mar y con una toalla del color del mantel de mi mesa, empezó a secarse la cara, y era una cara horripilante, parecía una máscara... y en verdad era eso, una máscara, pues, al tiempo de secarse, se arranchaba su faz y quedaba el rostro de una mujer, luego, se arrancó todo el cuerpo, quedando una mujer desnuda... No lo podía creer, y, como estaba en estos tiempos sin novia, me le acerqué para jugar con ella, y cuando la estaba besando, desperté, y desperté con una mosca en mi boca... La escupí y fui hacia el baño a lavarme los dientes y la boca. Hasta vomité mientras recordaba el sabor de la lengua de la mosca de mi sueño. Casi enloquezco sino fuera porque tenía que irme a trabajar. Me bañé y salí a la calle hacia mi trabajo. Subí al bus y en una ventana vi otra mosca, parecía ser mas grande que la que matara la noche pasada, pero esta vez tan solo la miré tranquilo, sin desearle nada, y observé que trataba de cruzar la ventana del bus, impotente e ignorante de su falta de visión. Sonreí y me le acerqué y le abrí la ventana... La vi salir hacia la calle sin agradecerme siquiera, eso es lo que estuve pensando hasta que vi a una linda chica, mirándome a los ojos como si tuviera una mosca en la pupila de los ojos... Los cerré, y no los abrí hasta llegar a la bajada que me llevara a mi trabajo. Bajé del bus y noté que la chica bajó tras de mí. Apuré mis pasos y ella hizo lo mismo. Corrí y ella también. Me detuve y ella se detuvo. ¿Qué quieres?, pregunté. Sonrió y le miré a los ojos, y vi que en sus mismas pupilas parecían tener dos moscas tratando de escapar de aquel cristal... Me le acerqué con una sonrisa y con una destreza desconocida por mí, le arranqué los ojos... Pero, para mi extrañeza, no salió una sola mosca, tan solo escuché los gritos de la bella muchacha que lloraba gotas de sangre a través de las ventanas vacías de sus ojos...



San isidro, mayo de 2006

Monday, May 01, 2006

Mirón

Lo vi entrando en la casa de al costado. Era un conocido que no es lo mismo que un amigo, esas son palabras mayores, de esas que salen en los catecismos morales de una ciudad tercer mundista. Mis amigos pensaban que era gay, pero yo, una noche, mientras miraba televisión hasta pasadas la media noche le vi calato, con una cámara en la mano, en su cuarto lleno de luz y con las cortinas abiertas de par a par con una hermosa chica de cabellos dorados y un cuerpo bronceado y unos senos que parecían dos peritas en dulce color carne... y una piernas largas como sus cabellos pero tan entornadas y armoniosas como la guitarra de un criollo. Vi su vello que los volvía hacia mí, al menos eso me pareció, pues puso su vagina pegada a la ventana, abriendo sus piernas y mostrando algo tan bello como los labios de un ser del infierno y del cielo al mismo tiempo, luego, vi a mi vecino hacerla bailar como si fuera esas culebras de la india, aunque no tenía flauta, pero sí un equipo de música que sonaba suave pero dulce e intenso... Van a follar, pensé. Apagué las luces de mi cuarto, cerré las cortinas y me eché en mi cama con el pene más erecto que el Gibraltar, ya me iba a jalar la tripa cuando decidí irme a dar una baño de agua fría. Eso me aquietó, pero luego que me puse en la cama no dejé de soñar con culebras con la cara de mujer, luego soñé con mi vecino que como un perro se orinaba en cada esquina de su casa y luego se hacía la caca en su cama... era algo muy sucio, pero dicen que cuando uno sueña con caca, el dinero le está esperando. Desperté muy temprano y lo primero que hice fue ir a ver por la ventana, pero nada. Todo estaba tranquilo y cerrado. Salí de mi casa y cuando estaba por subir al autobús me encontré cara a cara con mi vecino. Qué buena te la echaste ayer, le dije. Pero este me miró y, sin decirme nada, se bajó del bus. Pensé que era más raro que yo, por lo que fui a la universidad y les conté a mis amigos todo cuanto había visto durante la noche... Para qué lo conté, pues por la noche ya tenía a media docena de amigos en mi cuarto, esperando la función. No hubo nada, mas bien vimos a uno que otro gato, pero a mi vecino no, ni su sombra. Mis amigos me llamaron mentiroso. Los eché de la casa. Luego, me eché en la cama y me dormí, soñando, sí, soñando nuevamente con la chica de la noche, pero esta vez, ella era una diosa llena de joyas en su cuello, piernas y brazos, pero totalmente desnuda, no sé por qué me dieron ganas de tocarla, y cuando lo hice, la chica se transformó en caca, un trozazo de caca... Desperté. Y con esos trastornos salí a pasear por el resto de la noche. De pronto, vi a mi vecino paseándose al igual que yo. Hola, le dije. Alzó la mano y vi que tras de él estaba la misma chica que viera en aquella mágica y sensual noche. Ya estaba por irme cuando mi vecino me llamó. Me le acerqué y él me preguntó si deseaba hacer una filmación con su amiga. ¿De qué tipo? Le pregunté. Se rieron, y luego, se pararon y me dijeron que yo, ya lo imaginaba. Les seguí y entramos a su casa. De pronto, escuché la misma música, y ella empezó a bailar mientras se desnudaba, mi vecino también. No supe qué hacer cuando ella se acercó, arrancándome con sus dientes toda mi ropa... Bueno, fue el cielo, infierno, no lo recuerdo, pero cuando desperté, estaba echado en la puerta de casa de mi vecino. Me han drogado estos malditos, pensé. Me levanté y fui hacia mi casa, aún estaba oscuro... Entré y fui directo a dormir, estaba agotado, pensando en el sueño que tendría, pero, esta vez, extrañamente no soñé nada, nada de nada...

San isidro, mayo del 2006