Monday, October 31, 2005

La Obra Maestra

Bajaba las escaleras con el sentimiento de que jamás volvería a ser igual, y cómo podría serlo después de ver el cuadro más hermoso que jamás haya visto quemándose delante de mis ojos, junto con su creador... Por más que hice el intento no pude rescatarlo, parecía que ambos deseaban unirse en ese ardiente y doloroso abrazo de llamas. Sí, fue muy doloroso.

En mis manos aún tenía uno, quizás el mejor, de los tantos lienzos quemados. Lo llevaba para guardarlo, para que cuando lo mirase pudiese recordar a la misma belleza en su lienzo... Tarea estúpida, pero qué mas me quedaba si ya todo había terminado para mí, su hermano que costeó toda su carrera, y que por mas que quise sanarlo de su espíritu creativo no pude conseguirlo ni salvar todo lo que creaba, que era bello y que gustaba quemar... hasta que encontró su obra maestra que era una casa en medio de un bosque en donde toda una familia de niños, mujeres, hombres y ancianos estaban ardiendo bajo las llamas de un ser encantado, un ser hecho de fuego que se acercaba y chamuscaba a toda aquella dulce familia... Verlos así, con los cuerpos inflamándose con los rostros de dolor, era impresionante. Eso le dije a mi hermano, mientras continuaba trabajando en esa obra maestra... hasta que llegué y los encontré a ambos hecho un amasijo de fuego.

Vi como llegaban los bomberos, los policías, y cientos de curiosos, y continué caminando rumbo hacia mi posada. Cuando llegué fui directo hacia mi cuarto. Lo cerré con llave y abrí el lienzo quemado... Oh, era terriblemente hermoso, aun en ese estado, pues veía que, extraordinariamente seres carbonizados empezaban a moverse, salirse del lienzo quemado y empezar a inundar todo mi cuarto con su negrura total, mientras que un hilo de humo serpenteaba bajo el entorno de todo mí ser. No podía ser, pero su obra, el lienzo de mi hermano era perfecta, eterna, tenía el movimiento de un negro escarlata... Pero cómo expresarlo al vulgo si ahora, era élla quien tomaba mi vida y la convertía en una masa de carbón y humo. De pronto vi que una lucecilla brotaba de aquella oscuridad en que me hallaba y corrí lleno de dolor como un poseso, y cuando llegué vi al hermoso ser de fuego que con unos ojos maravillosos empezaba a atraerme a sus brazos. Era hermoso y terrible al mismo tiempo... No supe cuanto tiempo pasó, pero entre gritos, dolor, ahogo, y tantas cosas mas, me vi convertido en una especie de humo que se expandía entre todo este nuevo universo poblado de una luz dorada y cientos de formas en llamas, como que no dejaban de trabajar, de buscar nuevos buscadores de la cruda belleza...


San isidro, octubre del 2005