Sunday, December 25, 2005

La rosa

Mi vida es muy buena,

rodeada de libros, poemas y cantos…

y un espacio que se abre como una rosa

ante los rayos de una estrella que nunca se apaga.


Esa rosa soy yo

y la verdad es mi estrella.


Soy una persona que día y noche

se le caen las máscaras,

tal como los dientes a un anciano.


Soy uno de tantos y tantos

que ha conseguido ubicar

el oasis de una simpleza.


Soy de uno esos

que tontamente sonríen por cosas

que no sea la estupidez

de un mundo tan bello.


Soy uno de tantos y tantos…


Y te cuento que vivo,

muero y respiro

cada noche y cada día

en un valle de paz y mucha armonía...


San isidro, diciembre de 2005

Wednesday, December 21, 2005

Sopa de caracoles

Tengo bastante trabajo, sin embargo, me gusta estar ocupado. Me hace olvidarme de mí mismo. Tenía la esperanza como una corbata sobre el cuello, adornando mi mejor camisa de sueños cuando una ruma de moscas con ojos brillantes y angustiados comenzó, en su vuelo alrededor de mí, a cagarse encima de mi sobrero elaborado de gran dignidad marcial. Me detuve frente a ellos y con una trampa para sueños inciertos, dudosos, machuqué el botón que activaba dicha maquiavélica máquina. Uno a uno las moscas cayeron por todos lados del piso del taller para deshacerse como cenizas de cigarro. Luego, cogí una escoba hecha de fibra de arena con aleación de pelos de conejo y empecé a barrer todo aquella mierda que ante mis ojos llenos de cansancio se presentaban como un amasijo de chocolate de color parduzco… Observé casi sin inmutarme a bichos de todo tamaño con tres patitas, dos ojos, cinco especies de cuernillos, colillas cartilaginosas parecidas a esos penes alienígenas y un montón de confites de extremidades y sentidos extraños hechos de glandulillas así como las malaguas de mar. Y luego de barrerlas y juntarlas las eché sobre el mar de todas mis pesadillas y crueles pensamientos imaginados contra mi voluntad... Mientras me alejaba noté que millones de ojos redondos como billas blancas con puntillos rojos, negros, azules aparecían por la superficie de aquel océano de barro líquido y residuos o polvillos metalúrgicos, mezclados con petróleo renegro, sucio, viejo... Me di media vuelta para continuar con mi labor. Estaba agotado, muy cansado pero continué trabajando. Había mucho que hacer, muchos pedidos por entregar, sobre todo aquella mujer de cincuenta hijos que mandaba a llamarnos a través del teléfono con sus cincuenta hijos a cada momento. Era para enloquecer escuchar sus vocecillas, parecía escuchar a una granja llena de pollos, gallinas y cerdos mugiendo la misma canción, el mismo pedido una y otra vez: su sopa de caracoles enlatada. Prendí la máquina una vez mas ya le eché a la velocidad máxima... Me relajé un instante al ver como cientos y cientos de latitas de hojalata de color negro salían rumbo hacia las cajas de despacho. Sonreí estúpidamente un instante y cerré un instante los ojos así como los gallos, y cuando los abrí ya estaba amaneciendo, ya llegaba el otro turno a laborar. Dejé mi puesto. Me saqué el uniforme negro de faena y salí rumbo a mi hueco a dormir un momento. Apenas llegué a mi hueco me eché y tuve una larga y tediosa pesadilla, una larga, pero muy larga pesadilla... Se trataba de una sierpe de color negro y con ojillos oblicuos en cada parte de su largo y aceitoso cuerpo, y con dedos y dedos en cada parte de sus lados laterales como si fueran gusanillos; inclusive los tenía en los bordes de sus ojillos como si fueran espesas pestañas... Fue un extraño y largo, pero muy largo sueño del que aún no puedo despertar. Dicen que cuando uno no despierta es que está bien muerto. No lo sé con precisión, pero, en cuanto a mi trabajo, no sé si ya he despertado pues continuo laborando diariamente. Veo las mismas moscas. Escucho los mismos pedidos y veo con gran alegría la salida de cientos y cientos de latitas rellenas de sopa de caracoles...

San isidro, diciembre del 2005

Tuesday, December 20, 2005

El Efecto Mariposa

Recibí la noticia como todas las grandes noticias, es decir, sin esperarlo, de una casualidad. Vamos a editar su novela, me dijeron de una de las tantas editoriales a las que mandé una de las tantas copias que hice de mi inédita novela. Les pregunté para cuándo. Si necesitaban de mi asistencia y otras cosas parecidas, pero lo único que recibí por respuesta era que debía continuar esperando. Cuánto, les dije. Paciencia joven escritor, todo con paciencia, todo, jovencito... pero, despreocúpese que le avisaremos nuevamente cuando estemos por publicar su novela. Les pregunté cuántas ediciones serían por la primera vez. Me dijeron que no más de diez mil, y luego colgaron.

Toda la noche no pude dormir pensando en lo mismo, es decir en mi publicación. Pasaron días, semanas, meses, años y años, pero no recibí ninguna llamada, carta ni ningún tipo de respuesta. Llamaba y llamaba a la casa editorial pero nunca me dieron una cita, una nueva señal, nada de nada. Y cuando ya me sentía como los cientos y cientos de escritores que duermen ignorados bajo el escritorio de una de los miles de principales editores del mundo, sentí que debía volver a escribir para apagar mi dolor y olvidarme de aquella primera novela. Eso hice y me sentí mucho mejor pues sentí que todo volvía a nacer. Sí, allí estaban los hechos vividos u observados, personajes conocidos o visionados o alter egos, ideas guardadas por noches y días, sueños luminosos que no se apagaban aún en mis noches de insomnio, estudios de lugares históricos vistos en libros, estructuras pensadas para un escenario que fuera verosímil, imágenes imborrables que hirieron mi existencia, visitas a mi vieja libreta de apuntes con citas importantes, y luego de saborear todo aquello, empecé una nueva novela que, tal como la otra decidí enviarla a todas las editoriales de todo el mundo hispano hablante una vez terminada, corregida, y, sobre todo disfrutada por mi propio juicio y lectura.

Pasaron muchos años desde que terminé esta última novela, y ya ha pasado el tiempo necesario despues de haberla presentado a la mayor cantidad de editoriales, pero nada de nada, no recibo respuesta... y en esos momentos creo que no sirvo para nada, para absolutamente nada mas que soñar tal como me gritaban mis padres, amigos, familiares y profesores de mi centro de estudios... Cuando percibo en ese preciso instante, en mi diminuto cuartucho una imagen que arruga e inflama mi corazón: es una mariposa de colores vivos y claros revoloteando bajo la lumbre del sol que atraviesa mi única ventana. Me agrada observarla por la primera vez. La noto jugando, volando impulsada por cosas como el aire, su sed, su curiosidad o yo qué sé, pero siento que tiene que ver con la magia, con la pureza de toda existencia... Lo cierto es que me quedé observándola por varios minutos y me identifiqué con ella tal cual había sido; es decir me sentí como una oruga que se arrastra con su grueso capullo buscando un sueño, un brillar que no puede entender pero que lo impulsa a continuar su sueño, su destino… hasta morir. Y en aquel impulso se encuentra a sí mismo, pues renace dentro se sí convertido en una linda mariposa que vuela en torno al sol, a su destino, a su sueño, cumpliendo uno de los sentidos de su propia existencia. Así me sentí. Y cuardé esta escena en mi corazón, y continué tejiendo el capullo de mi propia vida, con la esperanza que en un día de sol, todo aquel amasijo de hilos, de letras, de puntos, comas, murieran rumbo hacia su sueño, hacia su destino: el lector. Hacia ese corazón dorado que brilla en cada persona, y en donde cada existencia podría ver el color de mi alma, escuchar el canto de mi propia voz, el vuelo de mis viajes imaginarios, que siempre buscan la claridad, el entendimiento, y la paz verdadera...


San isidro, diciembre de 2005

Sunday, December 18, 2005

El Paraiso Escondido

Estoy en el corazón del mundo

y me siento tan bien

a pesar de tener el cuerpo lleno de llagas,

la mente sepultada por recuerdos,

y anhelos de arena…


Y estoy bien

porque guardo un sentimiento muy lindo

que cada vez que me inunda,

me exilia hacia el paraíso escondido.


Un lugar en donde los niños sonríen,

los ancianos suspiran en paz,

y donde agoniza la muerte…


Un canto es lo único que vibra.

Un aliento sin principio ni fin a todo da vida.

Una calma, como frazada sin bordes ni peso,

abriga todo del frío y dolor…


Y allí siempre se vive

desde que un sueño escondido

me arrastró hacia el único día.


Y allí todo anhelo y recuerdo

se hace añicos brillantes,

lluvia de néctar,

pues nace el despertar de la larga mañana,

de una vida que nunca se acaba,

y que me hace escribirte

respirando una Paz absoluta…



San isidro, diciembre del 2005

Thursday, December 15, 2005

MURMULLOS

He recibido tantos regalos

que no puedo agradecer

a quien todo me dio.


Pero no importa,

la vida es lo único que importa,

a través de ella uno puede sentir,

sufrir, reír, llorar, todo…


Uno puede vivir todo en esta vida

que es en verdad el gran regalo

que el Creador nos ha dado.


Sobre todo,

nos ha dado un espejo perfecto

en donde uno puede mirarse a sí mismo

y encontrar lo que somos...


¡Gotas entre gotas!


Gotas de paz…


Es lo que somos en este viejo universo

repleto de infinitos puntos brillantes,

apelmazados en un punto gigante,

guardando silencio y armonía total…


Y al mismo tiempo,

pronunciando el viejo murmullo,

murmullos de paz,

tan solo de paz....



San isidro, diciembre del 2005

Wednesday, December 14, 2005

La señora que no conocí

Murió a los noventa y dos años rodeada de sus doce hijos, veinticuatro nietos, treinta y dos bisnietos, un perro, un loro y toda la gente amiga que la conoció.

Antes de morir miraba a toda su gente, y en verdad aún no se decidía si irse para siempre de aquellos seres que tanto amaba, pero cuando notó que toda su gente se puso en su entorno, cerraban los ojos y cantaban aquella vieja canción que por primera vez escuchara en el día de su primera comunión, supo que el tren de la noche sin inicio ni final estaba por arrancar.

- “Sí – escuchó una voz conocida que palpitaba con el canto -, es hora de partir…”

Parpadeó los ojos una vez mas, y con una amplia sonrisa, mostrando gratitud a la vida misma, soltó aquel cordón umbilical que la ataba a la tierra de los que no entienden que la vida y la muerte son como los pétalos de una rosa infinita, como el aliento que viene por un espacio de tiempo, por una dulce eternidad, y se va, y vuelve a venir, por otro tiempo, por otra eternidad…

Cerró los ojos y murió a los noventa y dos años, viendo que la luz que dejara de ver a través de sus ojos empezaba a brillar más, y más, y más, y más, y más....



San isidro, diciembre del 2005

Sunday, December 11, 2005

El días mas hermoso...

Tengo la impresión de que todo esta correctamente dispuesto para que hoy sea el día más hermoso de mi vida… Alzo la vista un momento buscando lleno de ansiedad el rostro de la belleza y la veo, la veo retratada, enmarcada por los bordes de mis ojos, mostrando todo el escenario de un universo que no se detiene, que continúa produciendo más y más perfección. Salgo a caminar por las calles de mi pueblo y veo a la gente caminando, días tras día, buscando, buscando lo mismo que tu, que yo, sin saber en verdad si algún día encontrarán lo que buscan. Mi destino continúa caminando hacia mí, en medio de ellos, y presiento en el alma que hoy es el día más hermoso para cada partícula de este universo… Escucho la armonía de cada latido de mi corazón, y luego, siento el impulso de mi alma fluyendo como gotas de tormenta que van como un río rumbo a la mar, y es tan bello que siento que hoy es el día más hermoso de toda mi vida…

Mi destino se detiene frente a mí en la forma de un auto. Abre una de sus puertas. Observo el color del auto, es negro. Observo el color de los asientos interiores del auto, y son blancos así como el mármol. Amablemente se abre la puerta un poco más como si fuera una mecánica mano enguantada de blanco ofreciéndome su interior, su propósito, su destino y el mío. Entro y noto que no hay nadie en su interior. La puerta enguantada de blanco se cierra y un aroma a flores, geranios, amapola, a fresca humedad penetra mis sentidos y es hermoso. El auto es amplio pero aún no se mueve. Miro hacia adelante para conocer al chofer pero no veo a nadie. De pronto escucho el Quinto Concierto para piano y orquesta de Beethoven en su segundo movimiento, y el sonido de sus teclados me encantan, me cuentan que hoy es el día más hermoso de toda mi vida… y es verdad. Entonces cierro mis ojos y me echo a descansar un momento sobre los blancos asientos del auto negro, y siento que estoy en el lugar más cómodo; quizás sea éste el lugar que tanto buscaba, por ello quedo totalmente dormido. Y cuando despierto trato de abrir los ojos nuevamente pero no puedo y no quiero pues siento que hoy estoy muerto, inmóvil, viajando rumbo a mi destino. Y así, sin abrir los ojos puedo percibir el llanto de toda la gente del mundo, y me alegro por ellos y por mí, pues siento, y sé, que hoy fue el día más hermoso de mi vida…

San isidro, diciembre del 2005

Saturday, December 10, 2005

La soledad de un impulso

Me hallo en mi cuarto, rodeado de música del siglo XVI y de cientos de libros, muchos de los cuales apenas he ojeado, sin embargo me hallo en mi cuarto escribiendo una carta a mi madre, padre, hermano, a todos aquellos que suelen pasar por mis pensamientos, y el presente que tanto me esfuerzo por escarbar para encontrar aquello tan dorado llamado felicidad, paz, o algo que purifique mi instante en que me hallo en mi cuarto. Los sueños que vienen y van durante las noches son muchas veces repetidos, con personajes que he conocido o que nunca conoceré, y en aquellos sueños soy el más grande de todos los observadores, escribiendo cada una de esas escenas en mi negro cuaderno llamado memoria... Cuando despierto en mi cama muchas veces no me dan ganas de salir a las calles, es que, son tan grises las calles cuando el amor, la paz no ha mojado cada partícula de mi existencia. Por ello no me gusta salir a la calle, es mejor estar en mi cuarto rodeado de cientos de libros, escuchando música del siglo XVI. Cuando llega la noche me gusta mirar la ventana que está en una de las paredes de mi cuarto y veo a la gente que camina rumbo a no se sabe dónde, que piensa no se sabe qué, pero como esas hormigas caminan y caminan con sus terrones de recuerdos, vivencias sobre sus etéreas gibas. Me gusta cuando llega la noche y estoy mirando a la gente, a los gatos, a las sombras de las casas y árboles; me agrada sobre todo cuando uno de aquellos personajes detiene su mirada sobre la mía, me agrada pues siento que estoy vivo, mas vivo que nunca... y ellos también, eso me gusta tanto que cuando sucede, cierro los ojos y me echo sobre mi mesa y cuando los abro me pongo a escribir todo aquello que siento, que vibro, que recuerdo, que sueño, que leo sobre aquel cuaderno negro de mi memoria... Y cuando llega el día me gusta mirar los cientos de libros que están en cada rincón de mi cuarto, escuchando la música del siglo XVI; algunas veces cojo uno de ellos y empiezo a leerlos, y algunas veces puedo escuchar la voz del viejo poeta que desde cada una de sus garabatos me dice constantemente cada uno de sus mas hondos secretos, es una experiencia que no puedo describir, pero si tratar de contar, pues además de escuchar sus voces, hay veces en que puedo sumergirme en los bellos, terribles escenarios dibujados por los garabatos del poeta... Es hermoso cuando sucede y muchas veces me gustaría morirme sobre mis libros, en mi cuarto rodeado de cientos de libros, escuchando música del siglo XVI.

San isidro, diciembre del 2005.

Sunday, December 04, 2005

La feria del libro

En la feria del libro uno puede encontrar lo que quiere siempre que ame la lectura, pues sino se verá en medio de gente fisgoneando en medio de toneladas de libros y libros de diferentes editoriales. Yo soy uno de esos amantes del libro, y hoy pude comprarme una buena cantidad de ellos, pues había conseguido lo suficiente como para obtener uno que otro libro que buscaba, o que ellos me buscaban, pues muchas veces son los libros quienes buscan a sus lectores.

Y eso me pasó a mí. Les contaré que la primera vez que fui a la feria no tenía dinero pero si las ganas de comprar, la segunda vez fui muy temprano para pedir prestado un que otro libro para leerlo lo más que pudiera para así decidirme en qué libro comprar. Uno de ellos que llamó mucho mi atención trataba de un hombre que decide escribir su primer libro, pero cuando lo termina se da cuenta de que alguien ya ha escrito un libro, sino igual, sí, con el mismo argumento... incluso se informa que el dicho escritor tiene su misma edad y su mismo seudónimo. El tipo cree que está soñando, pero no es así pues, paseando por una feria de libros, encuentra el nombre dicho escritor en las portadas de una de las paredes de sala de conferencias, anunciando la presentación de su inédito libro. Sin dudar un segundo el tipo entro, y allí estaba el sujeto con su mismo seudónimo, y con un libro en las manos. Se trataba de un tipo gordo, con lentes, una chivita negra como las que usan todos los intelectuales, y esas chalinas blancas muy de moda como las que se envuelven los turco de la calle de los musulmanes. El tipo esperó a que terminara la presentación de la obra y cuando concluyó percibió que todo el auditorio se le acercaba con un lapicero en la mano y un libro del autor en la otra, buscando una estampa del autor. El, decidió acercarse a través de la cola, y cuando estuvo frente a frente al obseso escritor con su mismo seudónimo sintió que todo su cuerpo empezaba a descolorarse, disolverse, siendo absorbido por los ojos del obeso escritor, y así sucedió hasta desparecer totalmente del escenario... Y luego, se vio así mismo en medio de una sala oscura lleno de guturales voces y gélidos aires que lo hacían sentirse como un fantasma dentro de una mansión de fantasmas...

El libro me había capturado la atención por lo que decidí que tendría que comprarlo. Y allí estaba, esperando en una de las aulas de los editoriales, haciendo mi cola para conseguir la obra que hacía unos días había ojeado… Lo compré y, contento, decidí irme a mi casa para empezar a leerlo. Por supuesto que también me compré otros libros mas, pero, especialmente clásicos. Y bueno, llegué a mi casa y empecé a leerlo. No puedo contarles lo maravilloso y fantástico que era la obra pero si puedo decirle el título de la obra, que es…. Es extraño porque no me salen las palabras, es como si quisiera hablar pero me sale un mugido, en este caso me salen puros puntos…., es decir puntos, y mas puntos, puntos, puntos, puntos, y… puntos… Bueno, como no puedo escribir el título, al menos los puedo invitar a que vallan a la feria del libro que empezó hace una semana y terminara dentro de dos semanas más. Espero que encuentren el libro que tanto buscaban, o, mejor dicho, espero que ambos, es decir, ustedes: los lectores, y, los autores.



San isidro, diciembre del 2005

Friday, December 02, 2005

Recordado útero

Le pregunté no hace mucho a un sabio acerca del primer recuerdo que hubo tenido. El sabio calló un segundo sumergiéndose en una profunda meditación para luego entreabrir los ojos y dar una honda respiración y decirme que sólo recordaba unos guantes de color transparente que lo cargaban hacia un lugar en donde sintió mucho dolor. Le pregunté el significado, pero él me dijo que era tan solo un pequeño recuerdo sin importancia, pues su vida que latía en el instante le absorbía de día y de noche.

- Pero, yo recuerdo haber estado en una tina blanca y fría como el mármol, y luego sentí unas manos muy ásperas, y un chorro de agua fría me caía por todos lados de mi cuerpo mientras yo gritaba de angustia y desesperación. Desde aquella vez le temo al agua, es decir al mar, a un lugar desbordante de agua y a la vez muy profundo.

El sabio me miró y me dijo que aquel lugar era mi bautizo. Le creí. El sabio se paró un poco acalambrado por estar sentando en su honda meditación, y sintiéndose muy agotado se dispuso a irse de mi humilde morada que estaba en medio del bosque. Le rogué si podía quedarse hasta el día siguiente. Me dijo que era imposible, pero, agregó, que era muy posible para mí, esperar una nueva compañía que cambiaría toda mi vida y todo su resto. Diciendo esto, parándose sobre sus pies y levantando su mano derecha a la altura de mis labios se despidió de mí.

Al día siguiente desperté y fui caminado hacia el río del pueblo, y en el río vi a cinco señoras del lugar lavando sus ropas totalmente desnudas. Era la primera vez que veía a una mujer así, por lo que me quedé observándolas por varios minutos hasta que una de ella se paró, cogió sus trapos mojados y empezó a caminar hacia mí. Me iba a largar pero ella me vio y me dijo que no huyera como una rata apestosa, pues si bien era curioso era natural y sincero.

Cuando llegó a mi lado me preguntó el por qué estaba mirándolas mientras lavaban las ropas de ellas y de sus familiares. Le respondí que sus cuerpos desnudos me atrajeron sobremanera. La mujer empezó a reír como si la tierra se abriera a mis pies... y luego, para todo mi asombro, abrió ambas piernas, mostrándome su vagina, sus enrrolladas y negras vellocidades y sus íntimos labios rojos, diciéndome con natural firmeza que yo había salido de allí, del hueco que estaba entre sus piernas. Luego se paró con una sonrisa escondida entre sus labios y se fue hacia el río para continuar con todas sus labores.

No supe qué hacer. Si continuar con mi paisaje de mujeres desnudas o volver a mi cuarto a continuar con mi lectura. Decidí quedarme un rato mas. De pronto todas las mujeres se pararon y se alejaron a través del bosque. Las vi desaperecer, sellándose en mi embarrada memoria aquel paisaje de las desnudas paisanas.

Caso curioso. Desde aquella vez, cada vez en que estoy con una mujer en mi cama dispuesto a hacer el amor, la imagen de la campesina, esos espesos vellos entre sus piernas y su descarnada vagina me vienen una y otra vez en mi cabecilla. Y siempre, después de haber hecho el amor me gusta mucho mirar los labios íntimos de aquellas mujeres. Las observo como si un doctor investigara casa uno de aquellos labios. A algunas les abro la piernas un poco mas y sin que lo noten, y les miro. A algunas les agrada que yo les afeite todas sus vellocidades, se rien de mis locuras, pero, para mí es cuestión de un irreprimible impulso interior. Y por último, algunas veces, me agrada dibujar por algunos minutos sus úteros. Luego de hacerlo, los guardo en una de mis mas seguras maletas. Algunas veces me gusta ponerme a contemplar estos dibujos, sin ninguna razón que no sea la curiosidad. No me masturbo como muchos se imaginan. No, nada de eso, mas bien me gusta observar, detenidamente. Muchas de las chicas se largan, otras no, otras se quedan mirándome por varios munutos... "Esta loco", escucho, o siento sus murmuraciones.

Observándolas, me alimenta un sentimiento, una inquietud por recordar el momento en que estuve en el vientre de una mujer, osea en el de mi madre... pero en aquel reflexivo instante, me vienen a la mente los recuerdos de mi propio bautismo, de las indias desnudas, y de ese tipo de cosas. Quizás por ello es que me pongo a dibujarlas.

Todo continuaría anormalmente normal sino fuera porque un grupo de personas vinieron al pueblo con armas de todo tipo, y luego uno por uno de todos mis vecinos empezaron a desparecer... Y cuando vinieron por mí les dije que era un observador de la vida humana, y que estoy tras la peregrina busqueda de mi primera memoria... Todos se burlaron al escucharme, y me soltaron por loco. Yo continué mis observaciones con cada femina que caía por mi lado, y una noche decidí que debía conocer el secreto de lo que sucede dentro de aquellos úteros durante los meses de gestación. Entendí que la gran y verdadera motivación para hacer el amor, el sexo, era conocerse, revivirse dentro de aquel útero materno, para sentir, intuír el hilo que me conduciría a saber lo que soy o he sido desde siempre...

Pasó el tiempo, y la vida en los últimos tiempos me cantaba que había otra vida en el mundo que buscaba, pero que antes debía tomar de las aguas de mi propia vida... con el entendimiento de que aquella vida sin la vida primera sería un ser como todos, es decir un mortal mas.

Hice muchas cosas pero nunca logré entender que dentro de mi estaban selladas las tres preguntas de todas las vidas y de todos los tiempos. ¿Para, por qué y cuál es el proposito de toda existencia? Sino fuera porque una claridad mas fuerte que el mismo día, que el mismo Sol me hizo conocer, entender que el solo reflejo de mí mismo me daría todas aquellas respuestas... Y supe que había algo mas que cualquier entendimiento, claridad, oscuridad. Supe que el solo mirarme sobre el espejo de carne me abría las puertas hacia un paisaje lleno de paz, amor, libertad...



San isidro, diciembre del 2005

Me detuve un momento...

Me agrada tanto escribir, mucho, mucho, mucho; pero también me agradan otras cosas como el cine, la lectura, el trabajo, un tiempo para detener mi marcha irremediable hacia la muerte y observar el destino de cada ser animado o inanimado que ruge como piedrecillas por el río de la vida rumbo hacia el océano de la muerte o vida eterna...

Me siento como un dios de momentos frescos cuando subo a una loma de bordes agradables y dulces, y me pongo a jugar con las nubes a través de mis ojos y pensamientos, con todas mis fantasías donde puedo inventar laderas de algodón, pinturas deformes, gigantescas que mueven sus miembros, sus cadáveres, y luego, se desmenuzan como el humo de un cigarro, como una porción de dulce de algodón sobre los labios de un niño engreído por sus padres.

Cuando entiendo estas cosas me gusta expresarme, escribir… ¡Libre!, libre sin mirar a los lados, a los cantos ocultos, sin escuchar las voces dudosas de cada personaje que existiera en mi vida, así como las manchas hechas de piedras del pasado. Y escribo como esas aves en el cielo que dibujan arabescos, formas que cantan su propia libertad, curvas sensuales y llenas de gritos de amor, bailes de llenas sinfonías y armonías jamás vistas y escuchadas...

Me agrada vivir sintiéndome una partícula de todo lo creado. Me agrada parar un momento en la vida y escribir acerca del instante en que tú y yo leemos estas líneas, escritas con la sangre de un dios, de una pequeña partícula de un dios de los dioses...

San isidro, diciembre del 2005

Monday, November 28, 2005

El camino del sueño

Caminó con su maleta de cuero durante toda la noche sin parar un instante. Sabía bien que no podía esperar a que llegara el amanecer para culminar su destino cuando en mitad del camino encontró el cuerpo de una señora dormida sobre una banca del bosque. También vio a un perro dormido, enroscado al lado de los pies del cuerpo de aquella mujer... Se detuvo y sintió un pequeño aguijón en la mitad de su pecho. "¿Mi corazón?", se cuestionó. Miró su maleta de cuero. La abrió. Miró lo que había en ella: una camisa muy gruesa, un pantalón de lana, un bello libro de cuentos, una bolsa de pan y un kilo de queso, y un manojo de billetes. "¿Será la madre?", pensó. No sabía qué hacer pues esto que llevaba en su maleta de cuero era todo lo que tenía y que había sentido destinarlo a un pobre muchacho con quien diariamente soñaba. Jamás lo había visto mas que en sueños, pero este sueño se repetía noche tras noche, así que por ello sintió dejar de soñar y caminar en mitad de la noche buscando al muchacho. Pero, este sentimiento que estaba envolviéndole lo hacía dudar de lo que debía o no debía de hacer... De pronto vio que la extraña mujer empezaba a moverse. La vio abrir los ojos, mover sus brazos y luego la escuchó hablar preguntándole cosas sin sentido. El chico se asustó, guardó su bolsa y decidió continuar su camino cuando notó que el perro que estaba enroscado en las piernas de la mujer empezaba gruñir, mostrando sus dientes filudos, mientras se le erizaban los pelos de su lomo como un puercoespín. El chico se detuvo, tembló y soltó su maleta. La mujer se paró, cogió la maleta y vio lo que contenía. Lo sacó todo, echándolo al piso. Cogió el dinero, la comida, la ropa, el libro de cuentos y tiró la maleta vacía al muchacho, y luego, se fue con el perro perdiéndose en la oscuridad de la noche... El chico cogió su maleta y sin saber hacia dónde ir continuó su camino a ciegas hasta llegar a una casa parecida a la casa de sus sueños. El amanecer había llegado. Tocó la puerta y escuchó los ladridos de un perro. La puerta se abrió y vio a un muchacho de su misma edad con el rostro contento, vestido con sus ropas, y en sus manos tenía un bello libro de cuentos. Y luego, vio a la mujer que había encontrado en mitad del bosque. El chico sonrió muy contento por haber encontrado su sueño, se dio media vuelta y partió a la carrera rumbo hacia su casa. Mientras la mujer no recordaba el lugar en donde había visto a aquel extraño muchacho, o en un sueño, o en uno de sus sonámbulos viajes nocturnos…

San isidro, noviembre del 2005

Sunday, November 27, 2005

La mujer que no podía tener un hijo

Ella venía de una familia muy numerosa así que desde niña siempre soñó con ser una mamá, tener muchos hijos y ser muy feliz con el hombre más bueno y bello del mundo. Así fue creciendo hasta que conoció a un bello muchacho con quien se casó y fue muy feliz hasta que supo que jamás podría tener hijos de ningún hombre sobre la tierra. Cuando supo esta verdad no supo si morir, o continuar con su vida, con su sueño de niña... pero continuó viviendo. Dejó al bueno muchacho y se volvió a casa con uno, luego con otro, pero con cada hombre sobre la tierra no pudo tener un solo hijo...

El tiempo pasaba y su sueño se apagaba así como el día y la noche... Miraba hacia el pasado y veía a todos los hombres que tuvo, a todos los hijos que pudo tener. Miró los ojos de toda su numerosa familia y sintió que la vida sin sueños no valía la pena vivirla, así que decidió buscar a dios por todos lados.

Viajo a todos los rincones de la tierra pero no lo encontró. Hasta que una noche de luna llena sintió que dios estaba mirándola. Subió al monte más alto y se puso a orar y orar por toda la noche, pidiéndole a dios una sola cosa: Un hijo. Agotada, sintió en su alma que debía volver a su casa después de su largo viaje a través de todos los rincones del mundo y cuando llegó a la puerta de su casa encontró a un hombre de más de noventa años, sucio, lleno de llagas, y con una pata de palo. La mujer le miró, preguntándose quién podría ser...

- He escuchado tus ruegos, mujer. Yo soy el hombre de tu vida... - le dijo el decrépito anciano, mostrando sus escasos y escariados dientes.

La mujer le miró y no supo qué hacer. Se tiró la suelo y lloró y lloró por horas y horas, sintiendo en su alma que esto no podría ser, que sería terrible... Y cuando levantó sus resignados ojos hacia arriba vio que el anciano mendigo había desparecido. Intrigada por todo entró en su solitaria casa, y cuando prendió la luz de su cuarto vio a un hermoso recién nacido sobre su cama que abría sus bracitos, manitas y mostraba una bella sonrisa a su soñadora mamá...



San isidro, noviembre del 2005

El último poema

Estaba frente a una señora muy vieja acompañada por su hijo de casi mi edad, o sea, de más de cincuenta años. La anciana me miró y me dijo si yo podría escribirle un poema; le dije que si, que para el día siguiente se lo entregaría. Pero ella me dijo que tendría que hacerlo ahora pues mañana se iría de viaje. La miré a los ojos. Miré los ojos de su hijo. Me decidí. Cogí un lápiz y un papel. El blanco papel me miró a los ojos con gran frialdad y no supe qué decir, qué escribir... "No puedo señora", le dije. La anciana exhaló profundamente, bajó la mirada y se alejó de mi casa del brazo de su hijo que casi tenía mi edad, robándose un pedazo de mi vida, no sabía con exactitud lo que era, pero mucho dolía... así que nuevamente miré el blanco papel y le rogué si podía darme una empujadita. Los ojos de la hoja se hicieron cálidos, y de pronto, casi sin esfuerzo, mi mano se deslizó con el lápiz a través de su blanca piel... Fue bello, hasta que hube terminado el bello poema. Iba a ir de inmediato pero decidí postergarlo para la mañana siguiente.

Al día siguiente fui a la casa de la anciana señora. Salió su hijo diciéndome que su madre acababa de partir. "¿Adónde se ha ido?", pregunté. Me miró a los ojos con metálica frialdad, y sentí como si yo fuera una hoja blanca de papel, y sus ojos fueran como un bisturí que me hería, contándome que su madre había fallecido... Luego, el hijo que casi tenía mi misma edad cerró la puerta de su casa sin decirme ni una palabra… y sentí que algo dentro de mí se había muerto con la vieja señora. Sin embargo, guardé un sentimiento, y en un sobre guardé el bello poema.

Tomé un auto hacia el cementerio en donde dormía la anciana señora y decidí dejarle mi último poema. Se lo puse sobre su blanca lápida y cuando retornaba hacia mi casa un sentimiento de liviandad recorrió toda mi alma. Todos sonreímos.


San isidro, noviembre del 2005

El hombre mas rico del mundo

El hombre más rico del mundo es un hombre que no supo lo que tenía hasta que supo donar todo lo que tenía al hombre más bueno del mundo... Sin embargo, el hombre más rico del mundo aprendió a hacer su fortuna cuando entendió que todas sus decisiones dependían tan solo de él, que no debía pedir mas que lo que necesitase, nada mas... Y desde el instante en que entendió que era mejor ahorrar sus emociones que entregarlas a sus bajas pasiones aprendió que no había nada más importante que la justicia con el mismo por sobre todas las cosas. Supo que no había nada mas honesto que compartir toda gloria y honor con el resto del mundo. Supo que nada era duradero, que todo era como el río que va hacia la mar, por ello se entregaba con serenidad y humildad a cada situación, ya sea buena o mala, pues sabía que nada le impediría llegar a su sueño, a su océano.Y por eso es que al ver al hombre mas bueno del mundo supo que no había nadie mejor que él para distribuir toda riqueza que durante toda su vida había logrado... Pero el hombre mas bueno del mundo recibió toda aquella fortuna con gran alegría, pero le dejó al hombre mas rico del mundo la décima parte de todo, pues sabía que así podría generar mayor riqueza para todos los hombres y mujeres, buenos o malos, ricos o pobres, sabios o ignorantes... del mundo.

Tuesday, November 22, 2005

Testigo de un cuento

Estaba caminando rumbo hacia el colegio que estaba a no menos de unas cuadras de mi casa cuando vi a un enorme perro blanco y negro que perseguía a un grueso gato del mismo color que su cazador… Les seguí con los ojos hasta que penetraron a uno de los callejones cerrados de mi viejo barrio, y escuché ladridos, maullidos, y luego, un horrible aullido de uno o de las dos bestias… Mis manos se helaron. Mis pies dejaron de dar un paso. Mis ojos estaban abiertos, latiendo como el corazón de las calles. Mi pecho parecía esos globos que se inflaban y desinflaban hasta que no pude resistir más, y solté mi maleta del colegio, y corrí como un tonto hacia el viejo callejón de mi barrio...

Cuando llegué no encontré nada de nada, tan solo un chorrito de sangre que parecía una serpiente roja deslizándose en mitad de la pista, pero del perro, del gato, no vi nada de nada. Me acerqué con sigilo hasta tocar aquella sangre que aun estaba caliente, y me pregunté de quién podría haber sido, de cual de las bestias... De pronto una de las ventanas que estaba en la parte superior del viejo callejón se abrió, y vi la cara gorda y sucia de un muchacho de no más de veinte años, mostrándome un arco y una flecha con la punta esmaltada de rojo sangre. Me apuntó con su arco y su flecha. Y temblé como un gato perseguido por un perro, y cuando el tipo empezó a ladrar, maullar y mugir como un demonio, salí disparado del viejo callejón de mi barrio y no paré hasta llegar al colegio. Pero cuando la profesora me preguntó por mi maleta le tuve que decir que un perro del mismo color que un gato, y un gordo que hablaba como ellos me lo habían robado... La profesora me castigo por novelero, y no salí al recreo durante todo el día de clase. Todos los chicos y chicas se burlaban de mis tontas y locas historias, pero qué podría hacer si era verdad, tan solo me quedaba esperar a que llegara el final del día de clase.

Apenas salí del colegio me puse a pensar en qué le contaría a mis padres con respecto a mi maleta, así que pensé que debía de volver al mismo lugar del callejón. Cuando llegué, no encontré la mancha de sangre, parecía que lo había limpiado o no se qué… De pronto, me quedé boquiabierto al mirar hacia arriba y ver mi maleta colgada en la ventana del obseso muchacho que en un momento pasado me había apuntado con su arco y una flecha llena de sangre. Iba a regresar a mi casa pero decidí que debía subir por el edificio y pedir mi maleta. Cuando llegué al pequeño y sucio departamento toqué la puerta una vez, pero nada de nada, luego toque tres veces más y nada… Entonces con mas rabia que nunca pateé la puerta muchas veces y, para mi asombro, escuché unos ladridos, maullidos y risas de gente. Asustado empecé a retroceder cuando noté que la puerta se abría solita… y sin que nadie salga vi mi maleta del colegio volando por el piso del viejo edificio. La cogí con susto y bajé corriendo por todas las escaleras del edificio. Ya en la calle y más tranquilo me dirigí hacia mi casa, y en el camino pensaba en contar a mis padres esta historia, este extraño cuento… acerca de la muerte, de la sangre y de un obeso chico con un arco y una flecha ensangrentada en la ventana del viejo callejón de mi barrio. Sería un cuento lleno de misterio y de sangre...

San isidro, noviembre del 2005

Monday, November 21, 2005

La isla de dios

Le vi a lo lejos
Era una isla brillante y fogosa
Bordeada de vivos colores esmeraldas
y sombrías nubes juguetonas
flotando por todo su entorno y paraje

Continué navegando
hasta que ya cerca
le vi alejarse de dudosas conciencias,
de toda inhumana atención...
quedándome solo
mas no sombrío,
pues sabía que dios
era una isla de tierra luminosa
con atenta mirada
sobre la giba del tiempo
y de todo calor encarnado...


Lince, noviembre del 2005

Sunday, November 20, 2005

Devoción

Acepta esta devoción,

por favor...

Sé que no soy digno

de acariciar tu recuerdo,

ni siquiera de pensar en ti...

pero todo lo que tengo

es este sentimiento

que ahoga

todas mis dudas y lamentos…

Por eso,

acepta este momento,

este soplo del instante

en que el mundo

aplasta mis aciertos y todos mis errores,

volviendo mis ojos hacia ti,

que claman este sentimiento,

este mágico soplo ...

Acepta esta devoción,

te lo ruego…

pues es lo único que tengo

Lince, noviembre del 2005

Anhelos de una Imagen

Si tuviera sus alas,
el don de hablar con sus gracias

Si tuviera el amor en mis manos
y dispusiera compartirlo con quien sea,
sin miradas ni sentimientos limitados...

Si estuviera frente al dios,
juzgaría conversarle muchas cosas...
pero es seguro que no me entendería
pues sé que soy una de sus tantas imágenes
pululando por cada rincón de su espacio
como el polvo en el claro oscuro infinito...

Si tuviera muchas vidas más,
es seguro que las donaría
a la persona que amo mas...
Pero ella,
hace mucho que está muerta,
viviendo en su mágico polvo,
pululando a través de su universal regazo...

Si pudiera entenderle, entenderle...
mas tan solo veo un trocito de su cielo,
un claro oscuro de su ilimitado espacio,
bajo los brazos largos de su sombra...

Si pudiera aceptar
que todo está evaporándose por el sol,
por la estrella de la vida de los vivos...
pero no puedo, no puedo, no puedo...
anhelo esta eternidad
que cruza mi garganta
así como esas humenates sierpes
sin principio ni final,
así como muchos,
así como tu...
yo, anhelo su eternidad



Lince, noviembre del 2005

Friday, November 18, 2005

En una barca de carne

Y, la verdad, estoy tan gastado como motor sin aceite. La vida me trata como si fuera una piedra cayendo al abismo sin dueño... pero tengo ganas de dormir o ver una buena película, es decir no tengo ganas de escribir porque: ¿para quién uno escribe sino es para uno mismo?, ¿no? Y si uno sabe lo que piensa y está con ganas de que las cosas sucedan como por ejemplo que... ¡pucha!, en verdad es muy difícil saber y encontrar lo que uno quiere, pero, ¿irme a dormir? cuando entiendo lo importante que es vivir y sobre todo contarlo, escribirlo... ¿pero a mi mismo? ¡Si yo ya lo sé! Mejor continúo escribiendo aunque no sepa para quien, pues hace mucho que no sé si alguien hojea lo que escribo, y si lo leen, seguro que se olvidan de gran parte de mis letras... Es lo mas seguro, pues a mí me pasa con frecuencia que he leído grandes libros y he olvidado gran parte de todo lo que leído, y no porque no me halla gustado, apreciado, asimilado, sino porque en estos tiempos hay tanto que hacer para comer, vestir, visitar a una chica, en fin... entretenerse. Pero, ¿para qué?...No sé pero creo que de tanto leer, escribir, vivir, respirar, ver... estoy cayendo en la fosa de la inestabilidad de conducta. Esto me sucede a diario, pues cada día que salgo de casa cargo en mi mochila como cinco libros y los leo por momentos, por espacios, por estados emotivos, y la verdad es que los disfruto pero muchas veces, mientras navego en las letras, olvido si estoy en mi realidad, su realidad, o en la ficción de cualquier lector... Es un mundo muy fino el que vivimos, una sola resbalada de sugerente libertad y zas, ya estás en la otra playa, la de la demencia insensible y sin salida... Y bueno, como verán no tenía nada que decir así que dejé que mis dedos y mi delirio fluyeran como esas ramas en el caudaloso río de los pensamiento, ideas y relativas realidades laterales, paralelas...Espero nunca olvidar que todos somos extraños, únicos, maravillosos, y, sobre todo, somos seres humanos buscando su propia humanidad continuamente en lugares visuales, mentales, imaginables... Es mejor que buscar adentro de tu cuarto, puede que allí esté el espejo de tu propia mirada, puede que si... al menos cuando me encierro como una ostra disfruto de un oasis de paz, o de algo puro...

Sunday, November 13, 2005

La uñas de la muerte

Mi amigo se está muriendo

Tiene hijos, esposa,

amigos y familia...

también la otra parte

que no descubre nadie

hasta que la cortina del dolor

se abra lado a lado

desnudando toda pena y dolor...

Tiene cáncer en todas sus partes

Tres meses de tiempo le dan los médicos

Tres meses de vida y matizados con dolor

Tiene deudas con el mundo de los vivos

y problemas con el mismo...

sin embargo,

él no sabe nada…

"Es mejor que no se sepa", dicen todos

Pero al verle echado

como pata con sus huevos cancerígenos

me siento una mierda de perro

tarrajeado con yeso de carne y hueso...

Le miré a los ojos al amigo

y su alma me contaba cosas tristes,

cosas que sabía hace mucho…

Vi tras su sombra una mano fina

con uñas cristal succionando

todo el brillo que despiden todo ojo...

"Se te ve bien, amigo", le mentí como a todos

Salimos de su cuarto

y el silencio ahorcaba mis entrañas,

pero el teatro debía continuar…

Hablamos con su esposa, hijos,

familia, amigos y los otros

Y todos aceptaron la mentira

que hace mucho conocían...

Tiene cáncer mi amigo

y hace mucho que su alma sabe...

En camino a mi casa

los recuerdos nos visitan,

su voz resuena en toda el alma

y un temor se siente hermanado...

Es la mano de uñas cristalinas

que susurra cosas silenciosas

haciéndome el ser mas calmado y mentiroso,

sobre todo si el amigo ya se muere

y todos saben el secreto...

todos, todos, todos

menos él...

San isidro, noviembre del 2005

Saturday, November 12, 2005

Las Voces

Todo comenzó cuando mi madre llegó del mercado con un paquetón de comida y al pasar por la puerta de servicio se cayó al suelo tan pesadamente como cuando cortan a un viejo árbol del parque. Y todo por mi culpa, pues yo había puesto una trampa para aquel que pasase cayera, yo pensaba que sería mi amigo, vecino, la empleada, un ratero, pero jamás mi propia madre que apenas pude acercarme a verla me dio pánico pues le vi toda las parte trasera de la cabeza como si fuera una sopa de color rojo... Corrí hacia el teléfono de papá y lo llamé, lo malo es que apenas llegó se acercó hacia mi madre y el tonto también cayó en otra trampa que hice en la otra pieza de mi cuarto y también se le partió el cráneo, así que, me volví en un asesino familiar... Iba a matarme pero, lo pensé mejor y decidí que apenas llegaran los policías les diría que todo fue por mi culpa.

Apenas llegaron me puse a llorar, traté de decirles que yo fui el causante de toda esta desgracia pero ellos me apretaban como si fuera un trapo de juguete y me llevaron a la casa de uno de mis tíos, y allí viví por varios años hasta que me hice hombre, por supuesto que callé, no dije nada de nada, pero en verdad no dije nada, pues desde aquella desgracia no abrí la boca mas que para comer, lavarme los dientes, lanzar un aullido sordo o para mirarme las amígdalas, nada mas. Y para comunicarme escribía en un borrador. Por más que me llevaron a ver a uno de esos doctores vestidos de blanco que se sientan frente a uno con esos lentes negros, con las manos cruzadas como esos adivinos o curanderos que se ven en la televisión, pero no hablé, tan solo escribía. Lo que hizo el maldito doctor fue algo ingenioso, pues mis tíos escondieron todo lapicero, papel que había en su casa y en verdad fue terrible y comencé a pensar en matarles así como a mis padres, pero esta vez lo haría con sapiencia... Iba hacerlo pero me dije que el causante de todo fue el doctor así que volqué todos mis pensamientos hacia el hombre de blanco y lentes negros que, así como yo, no hablaba, le gustaba que su paciente hablara primero, para luego bostezar y decir: "interesante". Así que fui a verle y hablé y hablé sin parar por espacio de dos o tres horas y le dije toda una serie de mentiras como que yo escuchaba voces, voces extrañas que salían de la noche pues padecía de insomnio, y que una de esas voces era de mi madre, la otra de mi padre, y otra era del doctor: "¡De usted señor doctor!". "¿Mía?", preguntó. Le dije que si, que su voz aunque no la había escuchado mucho era inigualable, era penumbrosa, metálica, cortante y siempre autoritaria... El doctor se paró y comenzó a caminar de un lado a otro en aquella sala semioscura, ocultaba por viejas negras cortinas que no dejaban ver todas las luces de la calle, tenuemente iluminada por una lamparita que estaba en un rincón del cuarto.

- ¿Mía, mía, mía...?

Callé por espacio de unos minutos, esperando que dijera otra cosa, y cuando iba a volverme a preguntar escuché voces, una voces que parecían que provenían de mi cabeza... "Me volví loco", pensé. Pero no dije nada, tan solo escuchaba las voces que susurraban y me decían que cogiera uno de esas barras de acero que estaba en un rincón del cuartillo del doctor y le partiera el cráneo. Las voces insistían y tuve que obedecerles para que callaran.

¡Fue increíble! Ver su cabezota en el piso, como si fuera un tomate con ojos y pelos llenos de sopa de sangre, y esos sesos como gruesos gusanos, y esos ojos que aun se movían a pesar que tenía sus anteojos puestos, y sus brazos que temblaban como esos pollos a los que recién se les a cortado la cabeza... Era terriblemente hermoso, pero, satisfactorio.

Me llevaron al manicomio y para suerte mía me separaron de los demás locos, pues yo era un extraño asesino... Y las voces, las voces, las voces no me dejaron nunca más, pero con el tiempo se volvió entretenido, me hice amigo de ellas. Mientras paseaba por mi cuarto me contaban extrañas historias de los vivos y los muertos, de la existencia de dios, del demonio, de las películas de terror, de blanca nieves, del doctor Jeckill, de mis padres, de mis abuelos... en fin no dejaban de hablar... Así la pasé por cerca de diez años hasta que pude convencer a una estúpida doctora que ya estaba curado, claro que mentí pues siempre escuchaba las voces, pero ellas me aconsejaron que me hiciera el tonto, que actuase como las demás personas que los escuchan pero viven como si no los escucharan. Eso hice y al cabo de pocos ensayos como electroshoks, pastillas, terapias grupales, golpes de agua con manguera, violaciones, etc., salí.

Y salí con cerca de cincuenta años, con las pocas ropas que tenía y sin un lugar hacia donde ir, así que me puse a mendigar. No la pasé bien pero vivía como los perros de la calle, pero las voces, las voces, las voces no me dejaron jamás, lo bueno es que ya no pedían la sangre de la gente sino que fuera a dejar uno que otro obsequio, encargo a una que otra persona que vivían por la ciudad, o en diferentes ciudades... En fin me volví su mensajero, un dependiente gratuito, pero algo recibía, pues cuando necesitaba abrigo, las voces me indicaban un lugar, una casa desocupada, y también conseguía alimento... Así que, como les cuento, no la pasé mal... pues en toda mi vida nunca mas volví a sentirme solo, así como me sentía cuando mis padres me encerraban en la casa para que no jugara con los muchachos de la calle... Nunca más, nunca más, nunca jamás me abandonaron mis viejas amigas, las voces...



San isidro, noviembre del 2005

Thursday, November 10, 2005

Libre de Culpa

Llegué tarde al entierro, sin embargo me quedé un rato frente a la tumba de mi hermano menor... Creo haber conversado en silencio con él por mas de tres horas, le dije todo lo que sentí al no poder visitarlo en su lecho mientras agonizaba ni siquiera cuando cayó enfermo, es que siempre le tuve odio, sobre todo que fui yo quien ocasionó su grave enfermedad del corazón. Fue terrible recordarlo, pero allí, bajo cinco metros bajo tierra le explicaba que tuve que hacerlo, que tuve a abusar de su menor hija de quince años pues soy el ser mas corrupto de la tierra... Imagino que ustedes que leen estas líneas desearían verme en el lugar de él, pero si supieran que fue mi hermano quien tuvo la gracia de comprar con todo su dinero el amor de mi esposa, haciendo que me abandonara, quedándome como una cucaracha en mi casa, silenciosa, sin niños pues todos se fueron con ella. Quizás ella tuvo razón al dejarme pues yo había nacido para el fracaso, y a todo problema que llegaba acudía a mi súper hermano quien siempre me ayudaba, siempre, siempre.

Hasta ahora no entiendo como pude hacer semejante salvajada pues yo siempre fui tan sensible, siempre me entregaba a mi propio dolor, pero, aquella vez, aquella en que pude ver a mi hermosa sobrina desnuda en la puerta de su cuarto no pude resistirme y caí donde los demonios de todos los mundos moran, y sentí lo que es el odio verdadero. Fue terrible verle su cara de niña, suplicante ante mis deseos, besándola como esos perros a lenguetazos, cogiéndola por sus bracitos, cinturita y haciendo lo que ni en pesadillas uno puede imaginar... Y allí, allí, justo allí estaba mi hermano mirándome tras la puerta, mirándome con una barra de acero en sus nervisos brazos, listo para reventarme toda mi puerca cabeza. En esa situación, yo iba aceptar todo su sangriento castigo, pero no sé si fue aquella extraña luminosidad que cayó sobre su rostro, o aquel viento que empujó las cortinas haciendo que dejara todo y cayera como un saco repleto de mierda, desparramándose al piso como esos títeres sin hilos...

Nunca mas volví a verle, pero estuve al tanto a través de mi sobrina que siempre acudía a visitarme a mi cuarto, y allí nos embarrábamos de mas mierda, del gris pecado, de todo aquello que estaba prohibido y que chupa todos tus sueños... Sino fuera porque aquella extraña luminosidad se apareció frente a mí nuevamente, pudiendo verme a mi mismo como si fuera un espejo divino, y ver lo sucio, bajo, miserable en que estaba embarrado, no pararía de enjuagarme en los besos de mi bella sobrinilla.

La tuve que dejar y empezar aprender a ver, escuchar y entender aquella extraña luminosidad que con el tiempo vislumbre que era algo así como un ángel, un dios, o un ser de otro planeta, no lo sé, pero desde aquel día nunca más he vuelto a sentirme solo. Abro los ojos en la penumbra de mi cuartillo y allí le veo, le observo con respeto y devoción... flotando como una nube de algodón. Muchas veces le sigo cuando me pide que camine por la calle cerca de ella, exigiéndome que me humille pidiendo comida a cualquier vecino, acompañado a mi pedido siempre con una sonrisa de oreja a oreja, y yo le hago caso. Todo funciona como un reloj sin pilas, de esos que funcionan con la luz solar. Mi vida se simplificó. Mi familia, después de la enfermedad en que cayó mi hermano trataron de volver pero los rechacé, y no por mí mismo, sino por la luminosidad que no deseaba verles a mi lado, gustaba verme en soledad y hermanado con el mundo natural. En verdad mi vida se volvió libre de culpa así como los pajarillos del bosque de pican, roban sin pedir permiso a nada ni a nadie...

Pero mi hermano murió, lentamente, así como el día que se oculta por el sol, volviendo a su innata negra oscuridad, pero yo sé en verdad, hacia donde se irá... Eso es lo que les comentaba, mi hermano si bien se halla bajo cinco metros bajo tierra, ahora parece estar fundido en aquella hermosa luminosidad. No le he visto allí, pero le siento intensamente, sobre todo ahora que le estoy rezando en su tumba y esa hermosa lumbre se abre para mí como un sol con todos sus rayos, un brillo del cual no tengo palabras para expresar pero que se siente como un puente hacia la belleza de todas las bellezas... Y vi que hacia allí mis oraciones, conversaciones con mi hermano caían, viajaban como esas piedrecillas que uno las arroja hacia el fondo del océano, sabiendo que se hundirán sin parar hasta lo más profundo de ella. Así siento mientras converso con mi hermano mientras aquella lumbre me avisa que camine hacia mi hogar, que ya fue suficiente de rezos, que todo es una rueda de rayos delicados así como una estrella. Le escucho y obediente voy camino hacia mi casa, pero esta vez me señala que camine sobre las aguas del mar. Lo hago sin dudar un segundo y no me hundo, pues veo que mi alma me pone sus bellas alas como una alfombra sobre todo el universo...



San isidro, noviembre del 2005

Wednesday, November 09, 2005

Divagaciones nocturnas...

Después de hablar con varios muchachos me di cuenta que ya estaba viejo... No fue necesario recordar mi edad ni mirarme al espejo, no, nada de eso, tan solo escucharlos, ver todas sus dudas, los lugares en donde he paseado con mi corazón en las manos me hizo recordar que aquellos momentos fueron tan intensos, absurdos, púberes, en fin, momentos de muchacho. Y ahora que estoy a miles de momentos los recuerdo con alegría al saberme cercano a la otra orilla, aquella que le llaman la muerte. Me alegro. Miro al cielo de esta noche sin igual, escucho uno que otro auto que pasa por las viejas calles de mi barrio mientras miles de personas duermen y sueñan, anhelan, es decir, descansan sus cuerpos pero no sus almas... Miro y recuerdo que no todo está dicho, que hay tanto que contar... como ese gato que día a día ocupa un pedazo de mi ventana, moviendo la cola, mirando un rincón en donde dormir, mientras yo continúo pensando que la vida se me va de las manos...

Podría dejar de divagar pero me agrada escribir esto que siento con tanta intensidad, pues, es lo único que siento. Veo las páginas escritas por mí y me asombro, y si es así, es belleza, cruda belleza salida de mis manos hacia el papel, la pantalla, es decir, hacia el corazón de otra persona... y eso me hace feliz como un joven lleno de ilusiones y anhelos de eternidad...

Mis manos tienen identidades, y me encanta que ya no me pertenezcan pues me siento como menos dueño de mí mismo. Mis piernas tienen esa fuerza de un corcel, pero no saben muchas veces adonde ir. Me agrada saber pocas cosas. Me agrada saberme tan joven a pesar que a la otra casa está mi ocaso.


Lima, noviembre del 2005

Tuesday, November 08, 2005

amantes

No digas nada,
alza tu copa
y bebe el vino
de todas las alegrías...

Mi alma se abre
como la luz ante
todas las frías tinieblas
Y canta, canta
la dicha de esta vida
que viene y se va
entre cada aliento
que viene y se va...

Todo me pertenece
Y mis labios
son los tuyos,
mis ojos también...
Mas una cosa nos separa
y es este instante
que pisa mi instante
ante el teatro
de todo momento

Mitad hombre,
me dicen
Mitad ángel,
susurran...
Mas yo
que vengo de ti,
no sé lo que soy...

Dame una mirada,
te ruego
Dame un poco de ti,
te imploro
Verás que hay
tanto amor que darte
que no existe vida
ni muerte
que quepa en tu linda
botella de carne...

No digas nada,
tan solo respira,
cierra los ojos
y vive, vive, vive…. vive,
así como hoy...


San isidro, noviembre del 2005

Ven a mi corazón

Eres la puerta de salida
al mar de preguntas, dudas,
temores...
La muerte me hace reír
como un anciano
cuando los dientes se le caen...
La lluvia que cae del cielo
cantan mis tristes y bellos recuerdos
ahogando el cuarto gris en que vivo...

Ven a mi corazón
te lo ruego señor..
Baila con tus vivas guirnaldas
y hazme feliz
Muchas vidas he existido
pero solo en la tuya
hallo la paz y el amor...

Soy en verdad
un polvo que piensa,
que camina sin fuerza,
movido por los hilos del tiempo
y de toda tormenta
de sombría oscuridad...

Brilla una vez más
y dame tu gracia,
pues anhelo besarte los pies..
Eres mi último rincón
que me falta llorar...

Mi alma, cuerpo
y mente son nada
cuando me abres la puerta
de todas las claridades,
invitándome el vino
de todas las alegrías...

Ven a mi corazón
y hazme uno a tus pies...
Soy un polvo que piensa
y que anhela mirarse
en la retina del amo de todos mis ojos...


Lima, noviembre del 2005

Sunday, November 06, 2005

Sonidos Interiores

Ruidos que desgarran
la negra caja del silencio
Acróbatas de espirales pistas
Péndulos escupiendo
martillos letales al tiempo seboso de segundos
Madres, niños, perros y hambrientas ratas
deambulando tras la cola de sus vidas

Tanta estupidez
que quiebra todo signo escrito…
Pero una blanca mota
no deja de limpiar
eso negro que acostumbra
salpicarme el alma…

Miro hacia todos lados
y escucho la voz de la nada
Todo es vida nueva
Todo es largo, agudo
como el rabo de la bestia homérica…

Pienso un poco antes de escribir
Siento un poco más y dejo de escribir
Vivo un poco y escribo sin parar
sobre ese muro tierno y blando
llamado asombro…

Punto final me inspiran las musas,
mas la vida no sabe de cosas
que comienzan ni terminan…
pues todo no se agota de cambiar,
así como este momento largo,
como el delicado pescuezo de un dios…



San isidro, noviembre del 2005

Equilibrios

No lo había visto por más de cuatro años, aún recordaba la última vez que le vi, caminado con esa dejadez, pesimismo, y esas ganas de terminar con su vida. Sí, era un suicida potencial, con más de veinte tibios intentos de acabar con su existencia. Recordaba su eterna mirada como buscando un empujón para terminar para siempre esta estúpida vida. Recordaba aquella vez en que le vi sentado al borde del tercer piso de su casa, totalmente desnudo, riéndose de sus padres, amigos, hermanos, y saltando al aire para hacer justo, justo sobre un gigantesco y pesado grupo de negros que salían de una vieja discoteca llenos de alcohol… salvándose una vez más de morir. “Mala suerte, amigo”, decía. Y ahora, allí, sentado frente a mi cara, con esa sonrisa como una media luna, contándome que al fin había encontrado el equilibrio, que al fin podía manejar esta bicicleta, esta vida me hizo pensar durante toda la noche, y es mas, me puso a escribir esto que no es mas que una manera de expresar el gran significado de la vida de toda la humanidad… Equilibrio.

Le escuchaba y escuchaba, moviendo las manos hacia arriba y abajo con ese entusiasmo que ponen los niños cuando le cuentan a sus padres la primera vez que entraron al circo. “Si vieras el rostro de mi abuelo”, me dijo contándome de su visita a su abuelo en donde, decía, que todas las y tardes conversaba con su difunta esposa, colocando militarmente los cubiertos para “ellos”. Hablando y conversando y muchas veces confundiéndolo con su difunta esposa. “Eso fue lo que me hizo sentir que yo estaba hace mucho muerto”, me dijo. Y por esa razón es que tomaba la vida diferente, como un niño que gusta romper sus juguetes buscando encontrar en sus partes el alma, y, como un niño, le daba vida a cada una de las situaciones que enfrentaba el con su abuelo…

“Mi abuelo tenía un rifle, era grande y lleno de balas. Pensé lo mejor para mi, así que no dude en colocarme el cañón en la boca cuando vi que mi abuelo se me acercaba y, sin asustarme ni asustarse, se ponía el cañón en la boca… para luego pedirme que le canté un tango de Gardel, aquel en que se pone una bala en la boca pues desea descubrir si tiene o no tiene alma este cuerpo. Eso, me hizo pensar en todo. Cogí el rifle, y mi abuelo me llamó como le llamaba a mi abuela… Lo abracé y lo llevé a su cuarto, mientras él me decía que estaba cansado y quería desenchufarse de sus pensamientos y visiones…”

Durante toda la noche no dejó de hablar y hablar y sentí que una parte de mi se enriquecía, se cargaba de esa magia que brotaba de su aliento. Deseé estar en su pellejo, vivir esa magia que emanaba de cada uno de sus movimientos. Ya estaba aclarándose la noche y supe que tenía que volver a mi casa, a mi cuarto. Nos despedimos y le dije si podía volverle a ver.

“No lo creo, amigo, no lo creo, tu ya estás vivo… Y yo, acabo de nacer, pues ya se cómo se monta esta vida, ya sé cómo es el equilibrio”, me dijo. ¿Cómo es?, le dije. Sonrió así como una media luna y me dio la mano, me abrazó tan fuerte como si fuera un oso, y sentí su aliento en cada partícula de mi ser, y supe que en ese aliento estaba la clave del equilibrio de toda existencia…

Le vi alejarse mientras me pareció que caminaba sobre nubes, espuma de una mágica mañana… Cerré mis ojos y cuando los abrí, ya no estaba más. Tan solo escuché salir una vieja canción de una de las tantas ventanas de nuestro viejo barrio. Era un tango de Gardel…



San isidro, noviembre del 2005

Friday, November 04, 2005

Me quema

Bulla de televisores planos

Canasta de frutas semipodridas

Cucarachas que mueven sus antenas

mientras mis ojos aburridos

no dejan de apagar el foro

de todas las conciencias que habitan

en el negro universo de mi ser...

No digo lo que soy en este momento

La carne, los huesos

y demás figuras primas del humo

me tiene atado con cadenas

de eslabones de pasiones y

hormigas mentirosas

roen esta existencia

que como un seco árbol

empieza a soltar sus manos

sobre su madre terruña...

Hay tantos libros que me ahogan sus letras

Sonidos feos y bonitos

Dolores mohosos

y eso que pica mi lado sensible,

aplastan el monumento

esculpido a lo largo de esta cola

hecha de tela de carne y huesos...

Estoy cansado así como el sol

que empieza a apagarse...

Me agrada saber que esto negro

tiene gran lástima

por mi gran turbulencia...

Y ahora que la brisa entierra sus uñas

en mi alma...

Grito y grito y grito

porque no sé qué otra cosa decir...

Adiós bola de carne encendida

por el fuego invisible del dios

Adiós, y espero

que muy pronto tus letras

empiecen a ser hijas de tu lumbre...

San isidro, noviembre del 2005

A la deriva

Tengo casi más de media vida normal y siento que la muerte está muy atada al dolor, soledad y deterioro de la mente. Algo así como si ya no importara nada pues uno se siente que está rodando hacia la nada, aquel lugar en donde no existe nada más que la nada... Eso me asusta. Me gustaría que mi vida hubiera sido como un bello recuerdo pero no es así, es como una vieja cola de errores, dolores, y ansiedades indecentes, por ello no me gusta recordarla.

Fui al cine, solo como una botella perdida en el océano y vi parejas de personas, muchachos fumando, mujeres bellas mostrando sus nínfulas cuerpos, en fin, una de esas cadenas de personas con sus mundos de cristal en sus cabezas que al pasar a mi lado uno siente como que se va a caer al piso.

Continué mi marcha y allí estaba mi auto, con un personaje cuidándolo, perdido entre cientos de autos, como perros de lata y grasa. Subí al auto y no supe a donde ir. Pensé en la playa, mi casa, las torres gemelas, un Guru recién bajado, brujos africanos y esos gatos que no dejan de mirarme con el brillo de la luna en sus gemelos ojos.

Bajé en mi casa y subí hasta llegar a mi cuarto. Prendí la computadora y aquí estoy, a la deriva del río de ideas y palabras, tratando de decir lo que he vivido hoy, ayer, e imagino cómo será el día de mañana. ¿Viviré? Sí, es casi seguro que si. Y si te encuentro por las calles, bajaré del auto y de daré un apretón de manos simulando que algún día nos habíamos conocido. Una mentira que me de mareos pero que me ayuda a continuar escribiéndote... al menos hasta que muera.


San isidro, noviembre del 2005

Wednesday, November 02, 2005

La Procesión

Me hallaba en el centro de la ciudad junto a dos amigas, conversando acerca de la belleza, la paz, el amor, la claridad... cuando nos enfrentamos a una muchedumbre de personas que con velas gigantescas marchaban vestidos con una sotana morada y un cordón blanco hacia la casa del señor. Me detuve a mirarlos, habían hombres, niños, mujeres, ancianos, curas, perros, gatos, ratas, rateros, comerciantes, ambulantes, locos, mañosos, etc... Y todos, a pesar de sus diferencias tenían el mismo rostro, el de sentirse culpables por la muerte del señor que pude divisarlo a lo lejos. Era un señor crucificado, enorme, un puñado de negros gigantescos lo cargaban... Un sonido muy triste, un gong repercutía nuestras almas, un humo de sahumerio inundaba a cada persona a su alrededor, provocando que se formaran como almas que se disolvían en la noche, y en el lamento de muchas ancianas que de rodillas le seguían, con sus rostros llenos de dolor, llanto, y esas enormes velas que parecían ser dioses de fuego.

Iba a alejarme cuando sentí en mi alma que debía acercarme un poco mas, deseaba saber el por qué la gente que tocaba una pequeña parte de aquella gigantezca estatua se desmayaban, haciendo que otros negros gigantescos las llevaran hacia una pequeña carpa en donde habían camas, ambulancias, enfermeras, y curiosos por doquier. Me acerqué con gran esfuerzo mientras escuchaba los llantos de todo el gentío cuando sentí una mano que cogía mi billetera. Volteé pero solo pude ver a un puñado de chiquillos que con sus inmensas velas caminaban arrodillados pidiendo perdón, piedad al señor... Aún así continué mi marcha cuando vi que una mujer me cogía las piernas, se me pegaba como si fuera una culebra, la empujé, y ella cayó desmallada, haciendo que otros negros la llevaran en los hombros hacia el lugar de reposo... Continué mi marcha y cuando ya estaba a escasos metros lo vi. Sí, vi al señor. Era enorme. Gigantezco. Su sola presencia me hizo escarapelar la piel... ¡Casi lloro! Sino fuera que los brazos de unos negros me empujaron para pasar encima de mí. Y cuando estuve a unos pasos fui uno de los miles que tocaba con las uñas un pedazo de su Imagen dorada.

Todos continuaron su marcha menos yo, pues me quedé arrodillado esperando que sucediera un milagro, algo que le diese sentido a esta vida, pues cuando le toqué, le pedí si podía hacerme el milagro de sentir la paz, el amor, la claridad, todo eso... pero por mas que esperé, nada, nada, nada, nada...

Ya habían pasado todos y yo allí, de rodillas esperando que sucediera el milagro cuando sentí que unos chicos me tiraban piedras, fruta podrida, gritándome: Loco, loco, loco... Me paré y me fui hacia mi casa con la certeza que el único milagro que vi aquella noche fue mi asombro, y mi sed por ver la divinidad...


San isidro, noviembre del 2005

Monday, October 31, 2005

La Obra Maestra

Bajaba las escaleras con el sentimiento de que jamás volvería a ser igual, y cómo podría serlo después de ver el cuadro más hermoso que jamás haya visto quemándose delante de mis ojos, junto con su creador... Por más que hice el intento no pude rescatarlo, parecía que ambos deseaban unirse en ese ardiente y doloroso abrazo de llamas. Sí, fue muy doloroso.

En mis manos aún tenía uno, quizás el mejor, de los tantos lienzos quemados. Lo llevaba para guardarlo, para que cuando lo mirase pudiese recordar a la misma belleza en su lienzo... Tarea estúpida, pero qué mas me quedaba si ya todo había terminado para mí, su hermano que costeó toda su carrera, y que por mas que quise sanarlo de su espíritu creativo no pude conseguirlo ni salvar todo lo que creaba, que era bello y que gustaba quemar... hasta que encontró su obra maestra que era una casa en medio de un bosque en donde toda una familia de niños, mujeres, hombres y ancianos estaban ardiendo bajo las llamas de un ser encantado, un ser hecho de fuego que se acercaba y chamuscaba a toda aquella dulce familia... Verlos así, con los cuerpos inflamándose con los rostros de dolor, era impresionante. Eso le dije a mi hermano, mientras continuaba trabajando en esa obra maestra... hasta que llegué y los encontré a ambos hecho un amasijo de fuego.

Vi como llegaban los bomberos, los policías, y cientos de curiosos, y continué caminando rumbo hacia mi posada. Cuando llegué fui directo hacia mi cuarto. Lo cerré con llave y abrí el lienzo quemado... Oh, era terriblemente hermoso, aun en ese estado, pues veía que, extraordinariamente seres carbonizados empezaban a moverse, salirse del lienzo quemado y empezar a inundar todo mi cuarto con su negrura total, mientras que un hilo de humo serpenteaba bajo el entorno de todo mí ser. No podía ser, pero su obra, el lienzo de mi hermano era perfecta, eterna, tenía el movimiento de un negro escarlata... Pero cómo expresarlo al vulgo si ahora, era élla quien tomaba mi vida y la convertía en una masa de carbón y humo. De pronto vi que una lucecilla brotaba de aquella oscuridad en que me hallaba y corrí lleno de dolor como un poseso, y cuando llegué vi al hermoso ser de fuego que con unos ojos maravillosos empezaba a atraerme a sus brazos. Era hermoso y terrible al mismo tiempo... No supe cuanto tiempo pasó, pero entre gritos, dolor, ahogo, y tantas cosas mas, me vi convertido en una especie de humo que se expandía entre todo este nuevo universo poblado de una luz dorada y cientos de formas en llamas, como que no dejaban de trabajar, de buscar nuevos buscadores de la cruda belleza...


San isidro, octubre del 2005

Sunday, October 30, 2005

Partículas

Estaba en la ducha mientras una lluvia de pensamientos, preocupaciones, recuerdos mojaban mi alma. Quisiera dejar de pensar, me dije. De pronto, tan solo sentí que el agua bañaba mi piel, y el sonido de la ducha era una tormenta... fue bello, muy bello el saber apreciar el momento en que vives, tan solo vives el momento haciendo que el milagro más grande te llene tu propia existencia.

Salí del baño y cuando me vi frente al espejo tuve que sonreír pues no era tan bello como pensaba. Las arrugas, el brillo en los ojos, el escaso cabello me hicieron entender que soy un ave de paso, que estoy deslizándome a través de este mundo sin saber mucho ni poco, tan solo vivir el milagro, el instante, nada mas...

Ya en mi cuarto no supe si ponerme a escribir, dormir, leer, ver una película, o nada de nada. Decidí escribir un momento, contar lo que decía mi fantasía, y escuché que unos hombres llegaban desde muy lejos, vestidos de harapos y no tenían manos ni pies, se arrastraban con culebras y de sus voces pude entender que todos eran una parte de mí. Me asusté y dejé de escribir un momento... pero no pude, así que volví a dejar que la nave de la imaginación me cargara y vi que todos los hombres y mujeres del mundo tocaban mi puerta, uno tras del otro en una cola interminable, y todos tenían un poema escrito en sus manos, y todos querían leérmelo... fue horrible cuando de sus voces salieron personas de todos los tamaños, colores, formas y cada uno flotaba en el aire... Dejé de escribir, me volví a asustar, pero no pude... vi que mi cama estaba fría, así que volví a soñar, y soñar, y soñé que vivía en Marruecos, y en mi cama había dos mujeres, las dos eran hermosas, pero estaban vestidas de negro, tan solo podía verles las caras, eran tan bellas, grandes como estatuas de carne, blanditas pues cuando las toqué mi mano se hundió en sus carnes, las apreté con fuerza y sin querer les arranqué un trozo de sus cuerpos, me asusté nuevamente... así que preferí dejar de soñar y no volver a escribir de cosas tan raras que flagelaban mi conciencia.

Decidí salir a la calle. Me puse un sobre todo y fui hacia las calles de mi vieja ciudad. Me encontré con un perro, me agaché y el perro movió su cola, luego comenzó a lamerme la mano, la cara, me gustó. Continué mi camino mas contento pues tenía al perro a mi lado. La gente que pululaba como sombras nos miraban con los ojos brillantes así como los gatos, me asusté y decidí volver a mi cuarto. Y cuando entré vi que una persona estaba escribiendo sobre mi máquina de escribir. ¿Quién eres?, pregunté con voz segura pues el perro aun estaba a mi lado... Pareció no escucharme. Volví a preguntar, pero nada de nada. Caminé hacia el tipo y cuando le vi de frente no supe quien era, pero esas manos, esos ojos, esa forma de escribir me hizo pensar que era una partícula de mí ser, y que yo en esos momentos estaba dentro de uno de sus millones de sueños... Miré al perro y ambos volvimos rumbo hacia la noche, como una de las tantas sombras que viven en la oscuridad del piso y paredes...

San isidro, octubre del 2005

Rios de vida

Quisiera contarte toda mi vida

pero este misterio es tan corto,

prefiero decirte que estoy solo

como un cactus en pleno desierto

chupando la vida escondida

que fluye de dentro de mi

Hay tanto de mí en mí

que puedo cerrar este hueco,

esta página en blanco

y suprimirme como un loco...

Seguro que mis padres,

hermanos y amigos

dirían mil cosas,

pero no importa cuando sé

que al fin puedo lanzarme al vacío

y flotar como un ave,

volar con mis plumas imaginarias

y mirar desde arriba,

desde abajo,

desde todos lados…

tu mundo y el mío,

y los otros también…

Te diré que hay luz

en la negra oscuridad,

que los coros resuenan

en la casa de dios

y que hay dulce en el aire

pues la alegría se puede respirar…

Pero es mejor que no

te diga todas mis cosas,

pues así podrás escapar

de todas tus sierpes

y dar pasos solitarios

hacia un llano de arena eterna,

con esos bichos que no dejan de chupar

este instante

y todos los demás…

Prueba la vida,

es dulce cuando puedes respirar la alegría

y cuando haces un río de todas tus cenizas…

Para un instante

y deja de respirar…

Sabrás que no hay nada

como esta bocanada que pasa y pasa

como esos ríos de piedras y agua

que suena bonita y sacian

todas las sedes…

Quisiera contarte más de mi vida,

pero mejor cuéntame tú…

¿qué has hecho hasta el día de hoy?

San isidro, octubre del 2005