Sunday, October 14, 2007

sinceridad


deseaba una mujer, cualquiera que satisficiera mis necesidades. recordé a una, pero el tiempo y la vida se la llevó a la otra orilla. traté de recordar a otra, y otra, igual, nada, nada de nada... quise hacer cualquier cosa y escribir un poema, dibujar, tomar una foto, comprar una cerveza, mirar la televisión. quise tantas cosas, y todas al mismo tiempo. supe que debía recordar el sentido de mi vida por la tremenda sed de vida que tenía...

me paré y me puse a ver mis fotos, mis textos puestos en la Web. me reí de todo ello. soy una ilusión, el sueño de uno de mis personajes o simplemente un hombre escondido tras un sueño. en fin, cerré mis cosas y salí a caminar, como siempre, solo y derrotado antes de pelear conmigo mismo. me senté en un café y pedí el menú. todo era barato. de pronto vi a una avecilla que husmeaba un poco de comida o algo por el estilo, quién sabe si era una curiosa o curioso, no lo sé. le miré y con mi cámara le tomé una foto. me gustó verle allí, tras la muerte y la libertad. vino el mozo y me trajo el menú. le dije gracias. de nada, respondió. mi plato era un café y panecillos. me lo tragué en un segundo y luego salí del lugar.

llegué a un estadio de fútbol. entré. no había nadie. la cancha era verde. los dos arcos de madera y de color blanco. las señales blancas también. una avecilla pululaba por el grass como un pensamiento mío. me senté y me puse a mirar el cielo azul. era enorme y demasiado bello o sin nada que juzgar. cerré los ojos y todo se hizo negro. quedé dormido. cuando abrí los ojos cinco hombres me miraban. uno de ellos dijo: "es el loco". sonrieron y luego, me paré, y con mis sueños salí del bello estadio con sus arcos y sus líneas de color blanco.

caminé y vi la puerta de mi casa. entré y me senté en un sillón. el teléfono sonó... levanté el fono. era mi madre. me dijo si estaba bien. sí madre, respondí. la seguí escuchando hasta que de pronto ella se puso a llorar. le pregunté: ¿qué pasa?. estoy muerta, me dijo. quedé en silencio y colgué el fono... volví a ver las fotos de mi familia y la vi a ella. durmiendo en su féretro. con sus ojos cerrados y ese color de piel de cera, seca, fría tal como una estatua. lloré y mucho. cerré los ojos y traté de soñar. no pude. me levanté y vi la puerta de escape... era blanca y mis manos se arrastraron hasta ella. llegué al umbral y me puse a escribir. por Dios que me sentí muy bien, hasta que la noche me dijo que debía descansar. le obedecí y me puse a soñar... sí, lo juro, aunque volví a desea una mujer, pero esta vez supe que era un deseo, uno mas entre las montañas de deseos en un hombre...


san isidro, octubre del 2007

verdades encerradas



me gustaban los árboles y los pájaros volando. era así de sincero pero cuánta mentira se encierra en cada verdad escrita por el poeta. me dicen que lo que se hace por las noches es soñar, soñar, soñar o dormir soñando... es mentira. uno muere cada día mientras le llega la gran noche, esa noche en donde los sueños no existen o uno rompe el cordón que nos une a ese mundo etéreo. es posible que la gente se diga a sí misma que la verdad está a la vuelta de la esquina, pero, ¿para qué sirve la verdad? ¿nos dará más dinero? ¿mujeres? ¿para qué sirve?... no sabía la respuesta hasta que me vi en el espejo, en una lago tranquilo y vi que todo era mentira, que cada segundo pasaba sin parar y yo allí, buscando el lugar en donde pueda ser feliz o al menos sentirme siempre bien que es lo mismo. una gran mentira es la verdad que se pregona por el mundo... la verdad no es una palabra, la verdad es una gran mentira, quizá eso es la verdad o toda la verdad... sin embargo, ahora que estoy frente a este hombre, que derrama sentimientos cálidos, que no usa las palabras para hablar y decir lo que siente, tal como un bebé, siento que en el mundo hay algo mas que palabras cuando un hombre ve lo que siempre quiso ver. ver lo que está latiendo dentro de él. latiendo como ese pez fuera del agua. así es lo que vi esta tarde cuando escuché a un hombre con el corazón en sus palabras... hablar del amor con ese tono que tienes los hombres de verdad, aquellos que no temen mas nada, que pueden morir por un sentimiento, por un amor que brota desde adentro.

le vi y supe que debía seguirle, pero, desde adentro... le seguí y ya han pasado años y años. vivo aún, y aunque soy un vejete, me siento como aquel muchacho lleno de pasión por vivir cada día como el último que le queda... viví y me di la media vuelta y descubrí tras mis pasos las huella de mi alma escondida en mi corazón; luego, ¿qué mas decir? vivir, eso es todo. vivir respirando aire, libre como un sentimiento. libre en cada respiración... libre para amar de verdad y luego, ver la eternidad encerrado en un aliento...


san isidro, octubre de 2007

sin destino



una pared ilimitada de soledades anunciaba mi existencia. me hice a un lado y me puse a pensar y pensé...

pensé en mis padres, mi familia en general. pensé en mis sueños no realizados, en las cosas que temo en el día a día, en el triunfo de un mañana que no viene, en tantas cosas pensé que me puse muy triste y solo. quise llorar pero sentí que no había razón para hacerlo. me puse a escribir y escribí este cuento que canta la historia de un hombre que ama su soledad, sus sueños y fantasías. ama a quien le deja amarse. es un tipo bueno, un poco tonto y que cuando se mira al espejo se pone muy triste y solo. un vacío no llenado por nada. quisiera decirle algo pero, ese hombre soy yo y un abismo nos separa, una ilusión de carne y sangre, un pasado y un presente se pone entre ambos y sentimos el frío destino de hombre solitario y vacío.

dejé de pensar y decidí salir a la calle. me topé con un señor bastante mayor. me le acerqué con timidez. este se puso en esa guardia de miedo a la muerte y a a nada. me dijo: ¿quién era yo?. no lo sé, respondí. ¿está enfermo?, volvió a preguntar. estoy muriendo, le dije y paso seguido me paré y me fui del lugar. caminé hasta llegar a una casa en que una vez había vivido y que fui muy feliz, era aún un niño de cuatro años... toqué la puerta y salió una señora. le dije que yo había vivido en esta misma casa desde niño. me miró como si fuera un marciano y me cerró la puerta en la cara, pero, lentamente, suave, como si estuviera saliendo de un sueño. seguí parado en la puerta hasta que entendí que debía irme... ya estaba dando unos pasos cuando sentí el calor de la mirada de mucha gente. me detuve y volteé. era toda la familia que vivía en la misma casa en que viviera desde niño. les saludé y ellos me saludaron. me quedé allí, parado, por un momento cuando noté a cada uno sus caras. les sentí incómodos y, lentamente, uno a uno empezaron a entrar en su casa. se fueron todos menos el perro... adiós, le dije al perro y este movió la cola y lanzó y ladrido, para luego meterse en la casa...

dejé de ir de un lado a otro y volví a mi casa. allí estaba mi cuarto, mis libros, televisor, mis textos, estaba todo cuanto había hecho a lo largo de mi vida... vi mi cama totalmente desarreglada, llamándome. me eché a dormir y tuve sueños, muchos sueños, demasiados sueños, tantos fueron que cuando desperté aún estaban allí, a mi lado, como nubes, personajes raros, embarrándose con mi realidad del momento. me levanté y todos mis sueños se disolvieron en el mar del miedo a la vida y a la muerte. miré la ventana, luego, me miré al espejo y me puse a llorar en silencio, sin derramar una sola lágrima. estaba solo y sin destino, y lo sabía muy bien...


san isidro, octubre del 2007