Monday, November 28, 2005

El camino del sueño

Caminó con su maleta de cuero durante toda la noche sin parar un instante. Sabía bien que no podía esperar a que llegara el amanecer para culminar su destino cuando en mitad del camino encontró el cuerpo de una señora dormida sobre una banca del bosque. También vio a un perro dormido, enroscado al lado de los pies del cuerpo de aquella mujer... Se detuvo y sintió un pequeño aguijón en la mitad de su pecho. "¿Mi corazón?", se cuestionó. Miró su maleta de cuero. La abrió. Miró lo que había en ella: una camisa muy gruesa, un pantalón de lana, un bello libro de cuentos, una bolsa de pan y un kilo de queso, y un manojo de billetes. "¿Será la madre?", pensó. No sabía qué hacer pues esto que llevaba en su maleta de cuero era todo lo que tenía y que había sentido destinarlo a un pobre muchacho con quien diariamente soñaba. Jamás lo había visto mas que en sueños, pero este sueño se repetía noche tras noche, así que por ello sintió dejar de soñar y caminar en mitad de la noche buscando al muchacho. Pero, este sentimiento que estaba envolviéndole lo hacía dudar de lo que debía o no debía de hacer... De pronto vio que la extraña mujer empezaba a moverse. La vio abrir los ojos, mover sus brazos y luego la escuchó hablar preguntándole cosas sin sentido. El chico se asustó, guardó su bolsa y decidió continuar su camino cuando notó que el perro que estaba enroscado en las piernas de la mujer empezaba gruñir, mostrando sus dientes filudos, mientras se le erizaban los pelos de su lomo como un puercoespín. El chico se detuvo, tembló y soltó su maleta. La mujer se paró, cogió la maleta y vio lo que contenía. Lo sacó todo, echándolo al piso. Cogió el dinero, la comida, la ropa, el libro de cuentos y tiró la maleta vacía al muchacho, y luego, se fue con el perro perdiéndose en la oscuridad de la noche... El chico cogió su maleta y sin saber hacia dónde ir continuó su camino a ciegas hasta llegar a una casa parecida a la casa de sus sueños. El amanecer había llegado. Tocó la puerta y escuchó los ladridos de un perro. La puerta se abrió y vio a un muchacho de su misma edad con el rostro contento, vestido con sus ropas, y en sus manos tenía un bello libro de cuentos. Y luego, vio a la mujer que había encontrado en mitad del bosque. El chico sonrió muy contento por haber encontrado su sueño, se dio media vuelta y partió a la carrera rumbo hacia su casa. Mientras la mujer no recordaba el lugar en donde había visto a aquel extraño muchacho, o en un sueño, o en uno de sus sonámbulos viajes nocturnos…

San isidro, noviembre del 2005