Sunday, January 22, 2006

El peregrino

Piedras sobre piedras... eso es lo único que encontró luego de veinte meses de peregrinaje en búsqueda de su nombre verdadero. Era extraño para él, pero aún así, se puso a meditar en toda esta ruma de piedras que habitaban la casa de sus primeros ancestros.

Bajó todos sus bártulos y luego de liberar a todos los esclavos que el Sahir le había obsequiado comenzó a sacar todas las piedras de aquella casa que, según la historia que le contara su abuelo, econtraría la respuesta a todas sus inquietudes.

Pasaron meses hasta que la casa que era bastante pequeña y de paredes de barro quedó algo limpia, vacía, sin vida y sin sonido... ni siquiera pasaba la brisa que frisaba aquel páramo. Puso su colcha sobre un rincón de la casa y esperó a que algo ocurriera. Estaba agotado así que no le fue difícil dormir. Cuando abrió los ojos aún estaba allí, en aquella casa, llena de tierra, bichos y un hilillo de agua que como una sierpe se arrastraba por aquel cuarto que era toda la casa... Se paró y con sus dedos tocó el líquido. La probó. Estaba dulce y se preguntó de dónde provenía. Se paró y comenzó a buscar la fuente.

Salió de la casa y vio no muy lejos que había una roca pegada a otras rocas, y entre sus intercesiones brotaba el hilillo de agua. Cogió una taza que tenía en su bolso y la llenó de aquel líquido. La bebió. Estaba dulce, muy dulce y parecía que aumentaba la presión del agua entre las piedras. Era verdad, lentamente se fue haciendo un pequeño lago en la mitad de aquella casa, y al cabo de algunos días se hizo un pequeño río que fluía sin parar hasta perderse por las lomas de aquel páramo...

No dudo en servirse del agua pero siempre se preguntaba acerca de su nombre verdadero o el de sus antepasados. Recordó a sus abuelos y aquellas historias sin sentido pero que lo hechizaron para siempre... Antes de su peregrinaje había estudiado antropología, y luego de juntar una pequeña fortuna fue en búsqueda de su pasado, de su nombre, de aquella casa que encontró lleno de piedras, y que ahora era un río que no terminaba de aumentar su caudal...

Podría haberse quedado para siempre, pues había agua y aquel páramo comenzó a verdear, como si fuera una alfombra natural. Podría haberlo hecho pero no lo hizo, y luego de guardar todas sus cosas se dispuso a retornar a su hogar... Pero antes sintió que debía de guardar la mayor cantidad de agua en sus bolsas para el viaje. Lo hizo y comenzó su camino de retorno, siempre pensando en el sentido de esta aventura sin sentido y sin resultados pues retornaba con mayor cantidad de preguntas...

Al cabo de algún tiempo consiguió llegar al primer pueblo. Habló con algunos paisanos del lugar, preguntando por el Sahir, y estos le dijeron que hacía más de doscientos años que el gran señor había muerto. "¿Doscientos años?", se preguntó. Toda la noche se estuvo preguntado acerca de este fenómeno... sin poder encontrar la respuesta, y sin pegar un instante los ojos.

Al día siguiente tomó el tren que lo llevaría a su país. Y cuando llegó a su pueblo, vio que todo había cambiado... Sus padres no existían. Su familia había desaparecido. Fue a su casa, a aquel lugar en donde había crecido, pero solo encontró un lugar totalmente desolado. Aún así, entró y la encontró totalmente lleno de piedras, piedras, piedras por todos lados... Aquella visión le hizo ver con claridad que todas sus preguntas se habían disuelto como si fueran las piedras en un río...

Sacó todas las piedras de su desolada casa y nuevamente un hilillo de agua empezó a serpentear la casa… Cogió una de las piedras y la puso en su bolsa. Se paró sin dudar un instante y salió de la casa, mientras veía que un río arrastraba todo el pueblo en donde había crecido… Construyó en su orilla otra casa a base de piedras, ante un mundo de cambios y sorpresas, en donde él era un simple espectador, un apreciador de todo cuanto sucedía y cuanto no entendía… y sintió no volver a pensar más… Fue entonces que escuchó el palpitar de su nombre verdadero, repitiéndose entre el choque de las piedras que fluían con el agua y con la tierra del gran río…

Lince, enero del 2006