Dos ancianos estaban en una vieja casa
Un perro nos observaba a la luz de una lámpara
El reloj no cesaba de martillar mi cerebro
La noche parecía no querer salir de mi oscuridad
Un pensamiento se mezclaba a mi conciencia
Las paredes constantemente me llamaban
con sus cuadros y arañas, y el beso de la humedad
Los coros de Beethoven
trataban de arrullarme a través de una radio,
sí, todo ahogaba mi existencia…
Y cuando los ancianos empezaron a roncar
supe que era hora de escapar
Me paré en silencio total,
y abandoné la casa de los dos sabios
para siempre...
deseaba encontrar mi propio conocimiento
y mi remoto verdadero ser...
San isidro, octubre del 2005
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