Sunday, August 14, 2005

El pájaro azul

Estaba totalmente escondido tras montañas de basura cuando una hermosa ave de color azul oscuro se posó muy cerca del lugar en donde me escondía... De pronto, empezó a cantar, era hermoso ver su garganta elevarse hacia el cielo y lanzar como un dragoncito largos fuegos transparentes de belleza y melodioso sonido. Me enamoré de su canto y, como un resucitado salí del pozo de trapos en que me hallaba, acercándome lo más que podía... Y cuando estuve a unos pasos, calló, me miró de lado y abriendo sus largas alitas azules y blancas como la nieve empezó a volar hasta llegar a un lugar en donde no la pudieran tocar. Me encaminé hacia ella y cuando estuve bajo el inmenso árbol en que se hallaba le clamé que cantara su hermosa canción... Me miró nuevamente de lado, y con total indiferencia, tal como una mujer, se fue a otro árbol mas grande y más lejos.

Y así la pasé durante toda la mañana hasta llegar a un abismo negro como la noche. Ella se detuvo en el filo del abismo, y como despidiéndose de mi, empezó a cantar la mas bella melodía que nunca antes había escuchado. Cerré los ojos ante tanto éxtasis y en mi abismo interior, anhelé ser como ella, un ser que expresara belleza, y expresarla a todo el universo con total libertad...

Cuando abrí los ojos, el pájaro azul estaba frente de mí...

- Sígueme - me dijo

- Pero... yo... no tengo alas...

- Sígueme - volvió a decir y, sin esperar a que yo respondiera se lanzó al vacío, volando en forma caprichosa, cantando en su vuelo, haciendo que todos los seres cerca de ella y el negro abismo cobraran belleza y encanto...

No pude resistirme más y me lancé al abismo, y caí, caí, caí... Era tan profundo el hoyo que llegó un punto en mi caída en que todo se hizo más y más negro que la misma noche, y mientras continuaba mi caída volví a escucharla decir que la siguiera... Abrí mis brazos y piernas tratando de volar, y vi que mis dos extremidades se salían de mi ser como si fuera un pedazo de ropa, luego, vi que mi cuerpo empezaba a desintegrarse como un árbol sacudido por el viento hasta quedarse sin hojas... y cuando vi que yo, ya no era nada, empecé a flotar como una pequeña pompa de jabón, y flote y floté hasta que la pompa reventó, saliendo una chispa, luego otra y otra hasta que me hice miles de chispas, y allí sentí que todo era armonioso, hasta la misma oscuridad se hizo como un bello y calmo océano, y me di cuenta que yo era como una estrella que viajaba de un lugar hacia otro iluminando todo lo que había a mi alrededor.. Mostrando belleza y más belleza, y todo, en total armonía... como el canto del pájaro azul...



San isidro, agosto del 2005

Pensamientos impropios

"Cuando veo a los ciegos, con una mano cogiendo su bastón, y con la otra mendigando con una tacita azul, entre la acera y la pista… Y cuando veo a los locos alzando sus dos brazos, tratando de abrazar, besar, amar el aire que respiran... me pregunto: si soy yo quien está ciego, quien o está loco..."

"Cuando veo a un perro callejero cruzando la pista llena de autos, me pregunto si no desearan morirse, o tan solo gustan de arriesgar su vida sin razón... Le miro con pesar, quizás yo sea quien camina por la vida arriesgando mi atención, mi tiempo en cosas sin gran importancia y sin razón..."

“Qué será de mi cuando llegue a ser anciano y no pueda comer por mi mismo ni dormir sin tomar pastillas… Habrá una mano que me de de comer, y un lugar donde pueda descansar… No lo sé. Por eso, me causa pena aquellos que se cogen de aquello que se gasta, como la carne y los pensamiento… cuando es el corazón lo que hay que cuidar y querer como si fuera un amigo, una planta, un niño…”

“Nunca llegaré a ser rico ni pobre, pero siempre miraré el cielo y pisaré la tierra en que vivo, y ya sin cargas ni pesares podré sonreír con verdadera libertad…”

“Mis padres siempre me observan como si fuera un niño, es verdad, yo soy un niño… Y yo veo a mis padres como niños, y eso también es verdad, aunque continúen querer jugando a ser mis padres…”

“Tengo tantos libros en mi casa, tantos amigos en la calle, tanto trabajo en mi vida, tantos amores vividos intensamente que… me pregunto: por qué algunas veces me siento tan triste y solitario…”

“El primer recuerdo que me viene desde que nací es aquel en que estoy mirando, desde algún cuarto y a través de dos tubos negros… y veo gigantes, manos, y siento un dolor incontrolable, luces, sonidos irritantes; un lugar totalmente insoportable, cubierto de una tela almidonada, frazadas con pelos molestando mis ojos y nariz, y un ahogo constante por respirar… y siento que estoy cada instante muriendo y volviendo a nacer… hasta que me veo pasar solo, caminando tras esas manos gigantescas y poderosas, cayéndome una y otra vez, para luego gritar en por qué no puedo dejar de sentir dolor… ¿por qué? Y así continúo, hasta que salgo a una calle rodeando de la gente de manos poderosas y no entiendo lo que veo… Todos son colores, sonidos, fríos, calores, sudores y nuevamente siento que muero y vuelvo a nacer… Hasta que me veo correr como si flotara en el aire y es hermoso, siento libertad, ir de un lado hacia otro, es bello… Me veo escapar de las manos poderosas y corro sin parar hasta sentir que el lugar que me rodea tiene otro olor, sonido, color, y siento que más allá hay otro mundo, un lugar misterioso y, quizás, más adelante lo pueda conocer…

Eso es lo que pensaba cuando repasaba mis primeros recuerdos, y ahora que veo a un niño, no le digo nada, el mundo es muy duro, lleno de decisiones y acciones y reacciones… quizás él llegue a agradar a la mayoría, y reciba la gloria de los hombres, pero nada mas…

Uno tiene que vivir como se debe, aprendiendo a valorar lo importante que es la respiración, pues, sólo ella nos acompañará el resto del camino… así como lo ha hecho desde que puedo recordar…”

San Isidro, agosto del 2005

Accidentes

Había vendido casi toda la mercadería que subí al auto pero mi cabeza estaba por reventar de agotamiento, o quizás a punto de sufrir un derrame pues no había tenido tiempo ni siquiera de comer ni pensar... Y cuando estaba por llegar al taller vi un auto volteado en mitad de la pista con pedazos de vidrios regados por toda la calle. La gente, como sedientos de eso llamado morbosidad de sucesos sangrientos comenzó a aglomerarse como buitres. No me gusta ser curioso ni ver sangre de un ser humano ni mucho menos, a un muerto, pues, note un cuerpo echado en la pista y cubierto por cartones y papeles empapados por mucha sangre... Seguí de largo. Decidí mirarlo por el retrovisor. El auto de la misma marca que el mío, del mismo color y, al contrario de mi suerte, estaba lleno de una mercadería que, noté, era de una de las tantas competencias que tenían mis productos...

No sé si fue curiosidad por averiguar el tipo de marca, el nombre del dueño, pero, me detuve. Bajé del auto y caminé hasta llegar al tumulto de gente, curiosos y policías que empezaban a llegar al fatal suceso. Pregunté a uno de los curiosos, que me pareció el hombre mas tranquilo y honesto de todo el universo, acerca del accidente. Me dijo que el auto tuvo que desviarse para no atropellar a un perro, chocando contra el poste que estaba en una esquina de la calle, para luego, empotrarse contra un container, haciendo que el chofer saliera disparado por los aires... "¿Y el chofer?", pregunté. "No le ocurrió nada", respondió. “¿Cómo lo sabe?”, le pregunté; y me dijo que el chofer era él, que su cuerpo, por suerte divina, cayó sobre un gramado de hierbas que se hallaba justo detrás del poste donde ocurrió la primera colisión... y que el muerto era un curioso que pasaba casualmente por allí. "Mi auto, y la mercadería, que no pude vender durante todo el día, están asegurados...", agregó. Me pidió disculpas, y se alejó de mí, rumbo hacia el grupo de policías y curiosos con gran tranquilidad. Mostró sus documentos, y trató de sosegar a toda la gente con la placidez que él rebozaba…

Mientras me manejaba rumbo hacia el taller, pensé en la suerte y su significado, en la vida y en la muerte y, sobre todo, en el sentido efímero de todo tipo de éxito... Uno puede tener todo el oro del planeta, pero… la calma, la paz… ¿será producto, formula del esfuerzo acumulado por un día de ardua suerte y labor…? Recordando el rostro apacible del hombre me di cuenta que había algo en él que yo ignoraba, y fue por esa razón que antes de que él se alejara, le pedí su teléfono para conversar de acerca de este tipo de cosas…

Lince, agosto del 2005