Wednesday, March 29, 2006

Dolores y espasmos

Estaba frente a todos sus libros, si, todos sus libros. Era de noche, negro como tinta china. Tenía fiebre y un dolor en todo el cuerpo, como si tuviera clavitos en sus nervios. Sudaba bastante, y no por el calor, sino por los antibióticos que había tomado para su fiebre. Todo era doloroso, hasta que vio su máquina de escribir y sonrió un poquitín, pensando que sólo allí encontraría la fuga a todos sus dolores. Se sentó, puso papel en la máquina y cuando empezaba a escribir se dio con la sorpresa que no salía nada en el papel. Se sorprendió, revisó si tenía cinta la maquina, y sí, sí la tenía... Continuó escribiendo pero no salía nada en la hoja. Se paró y todos los dolores volvieron a él. De pronto sintió como unas ganas de salir y conversar con alguien, con quien sea, así que se puso algo bastante grueso, unos lentes oscuros y salió a la calle.

El clima estaba frío, había llovido, y el viento aún no dejaba de soplar. Vio como todas las hojas de los árboles bailaban como hadas madrinas, sonrió por esa ocurrencia. Respiró profundo y dio sus primeros pasos en la calle, luego, aumentó la marcha hasta que se dio cuenta que estaba corriendo, y corriendo como si alguien lo estuviera siguiendo... Extrañamente los dolores empezaron a abandonarle, como si se hubiese escapado de una pesadilla... Paró y vio frente a él un restaurante abierto. Miró su reloj y ya eran pasadas la media noche. Entró y pidió una taza de café. Se lo tomó de un sorbazo, se sintió mucho mejor, y cuando ya iba a salir vio a un hombre que se acercaba para pedirle unas monedas. Era un mendigo. Le dio unas cuantas monedas y cuando ya estaba por salir del café escuchó como un sentimiento lo jalaba del brazo para que le diese el saco que usaba al mendigo. No lo pensó más y le entregó su saco al pobre miserable. Toda la gente que estaba en el café lo miraron, y una señora hizo lo mismo que él, es decir le entregó unas monedas y una chompa que cargaba en el brazo. Al ver esto, todos los que estaban en el café hicieron lo mismo. El hombre se dio media vuelta y salió de aquel extraño lugar, en dirección a su casa...

Prendió las luces de su casa y sin saber cómo, todos los dolores volvieron a morderle sin piedad... Ya se iba a tomar más pastillas cuando escuchó el sonido del timbre de su casa. Miró a través de la ventana y vio que era otro mendigo. Sonrió. Bajó hasta llegar a la puerta, la abrió y le miró a los ojos al mendigo... No escuchó nada de lo que le decía, pero este hombre en un acto muy extraño, le entregó las llaves al mendigo. "Es tuya", le dijo. Le apretó las manos y salió de aquella casa... Y mientras se alejaba todo los dolores empezaron a esfumársele, y como si fuera un niño empezó a correr sin parar por la calle...



San isidro, marzo de 2006

Tuesday, March 28, 2006

El comentario...

Era de noche. El perro aullaba afuera de su casa cuando toda la luz se apagó. Se asustó y fue caminando en busca de una vela. La consiguió, la prendió y vio que estaba rodeado de extrañas personas que con un libro en la mano se le acercaban lentamente, como si tuvieran plomo en los pies... Trató de alejarse pero no pudo, era como si sus piernas fueran parte del piso, así como una planta... De pronto, todas las luces volvieron a prenderse, escuchó al perro ladrar nuevamente, y vio que estaba en la sala de la biblioteca... Tomó uno de los libros y se puso a leerlo. Miró el título, el nombre del autor, el número de paginas, el prologo. Continuó leyéndolo toda la noche hasta que llegó el amanecer, cuando ya lo había terminado... Le gustó mucho la obra. Tomó otro libro y continuó leyendo durante todo el día hasta quedar totalmente dormido... Tuvo sueños, pesadillas, con las mismas imágenes que cuando se apagaron las luces, pero esta vez, ellos tenían más libros. Uno de ellos se le acercó y le preguntó si le había gustado el libro que leyó durante la noche. Le dijo que un poco... No terminó de pronunciar estas palabras cuando este personaje desapareció como el humo de un cigarro... De pronto, despertó. Tenía hambre, salió de la casa y fue a un restaurante. Pidió un guiso, una sopa, pagó. Regresó a su casa, y se encontró al perro que aullara la noche anterior... ¿Cómo lo reconoció?, porque cuando le vio, comenzó a aullar nuevamente. Lo iba a tocar pero el perro partió a la carrera como si le hubiesen pegado. ¿Estaré poseído?, se cuestionó. Miró hacia el cielo y vio que la noche empezaba a taparlo como una frazada. Entró a su casa iba a prender la televisión cuando nuevamente se apagaron todas las luces... Fue a buscar la vela, pero, antes de encenderla sintió temor, por lo que decidió no prender nada, y fue a acostarse a su cama. Apenas cerró los ojos se encontró en su sueño con el perro que aullaba en la puerta de su casa... Lo iba a tocar pero este le dijo si ya había leído un libro suyo... ¿Eres un perro escritor?, le preguntó. Este asintió, y luego, le entregó un libro... Apenas lo tocó, despertó. Aún estaba oscuro, y prendió las luces de su casa. Caminó hasta llegar a la biblioteca y vio, tirado en el piso, un libro. Lo levantó y trataba de la vida de un perro. Lo tomó y lo leyó durante el resto de la noche...

Recién amanecía cuando un perro despertaba de su letargo, comenzó a estirarse y luego fue a buscar algo que comer... Llegó a una puerta y vio a un hombre que recién salía con un libro en la mano... y, sin razón, empezó a aullarle sin parar... El hombre se asustó y le tiró el libro en la cara del perro, gritando que aquella obra era una porquería, no era nada, nada, nada, nada… mientras el perro empezaba a oler este extraño libro…



San isidro, marzo del 2006

Sunday, March 26, 2006

Negritudes

Hay veces en que me pregunto si vale la pena escribir y escribir, pero, ¿para qué?, ¿para quién? Nadie me paga por ello... Nadie me lee sino es un amigo o alguien que se sienta identificado con mis letras, ¿entonces?..., bueno, eso tiene un significado, estoy loco, o esto es un escape de mi manera de expresar la vida que llevo en secreto...

Casi no leo a los que escriben en esta página, al principio sí, pero luego no, pues no me agradaba lo que decían... demasiado frívolo, como una cáscara de huevo sin yema ni clara, hueco, puras letras, superficies pulidas de letras negras... Quizá soy duro, pero soy sincero. Quizá soy demasiado exigente con los demás, demasiado vanidoso, sí, eso es... vanidad de artista, si es que lo soy, pero eso dicen mis amigos cuando les doy mis escritos, cuando me leen... Unos dicen que soy un genio, otros que estoy loco, o que soy poeta, un ser que vive un mundo extraño, alejado de la realidad... como un muerto vivo, o el esqueleto de un pensamiento... Diablos, no sé lo que escribo, pero lo hago sin pensar, así como cuando me echo a dormir y sin querer, sueño algo producido por mis miedos, alegrías, anhelos, etc... Me gustaría algún día ver las cosas de verdad, leer y sentir a las personas que escriben, sí, eso me gustaría, como hoy que leí una historia de una mujer que fue tratada duramente por la vida... Fue hija no deseada, mujer maltratada por su amante, y, por último, imaginaba ahorcarse, matarse... Me sentí afectado pues soy uno como ella, en este caso, al revés... es decir yo soy el padre… Le escribí lo que sentía, me sentí mejor, un poco al menos, un poco... Uno hace de todo para sentirse mejor, en mi caso, escribir me hace bien, aunque no escriba para nadie... Es como si estuviera en una casa con las luces apagadas sin nadie, sin nada, con tan solo una máquina de escribir y papel en blanco, y como si fuera un piano, tocase sus teclas con mis dedos, una por una, una por una, escuchando los sonidos, los tonos, el eco en este oscuro lugar sin nada, sin nadie mas que lo que escribo... En ese caso, escribo sin razón, sin permiso, sin perdón, sin sonido, extrañamente escribo cuando estoy en este callejón oscuro, negro, como las letras que leo mientras toco estas teclas... Es bueno desahogarse así, al menos si eres de la misma calaña que yo, y si lees estas líneas, te diré que no eres el único extraño en el universo. Tan solo mira hacia arriba y en esa total oscuridad de la noche descubrirás puntos, líneas, comas, textos escritos tantas veces que se han hecho un ovillo, una oscuridad, un todo en este universo lleno de extraños, llenos de puntos sin sentido nada mas que para mí, que soy uno de esos que escribe en la oscuridad de su cuarto… Y si viene el Sol, reiré mientras la luz ilumine el sin sentido del sentido de muchos, pues yo sé que cuando el Sol continúe girando, brillará para otro extraño como yo… como si fuera la energía, la tinta que necesita el escritor, el genio, la multitud que soy yo…

San isidro, marzo de 2006

Soy un poema...

Mi nombre no importa, es la vida lo que importa... Esa es la voz que me salvó de caer en el juego de ser como las demás personas. Mis padres anhelaban que tenga una seguridad mayor que la de ellos, por ello construyeron una casa de cristal para mí, y desde que nací, vivo en aquella casa de cristal.

Desde que amanecía venía mi madre con un libro en la mano y me leía durante horas y horas, hasta quedar dormido. Mi padre me traía noticias del mundo de afuera de mi casa de cristal. Conocí pocas personas en mi casa de cristal: enfermeras de blanco, doctores y mi cama llena de colores, y ese sonido tan hermoso que se escuchaba en todas las paredes de mi casa. Mi madre me contaba que era Shopin... era verdad, y aunque nunca le he visto le conozco desde siempre, pues parece que es él quien vive en cada sonido que escucho, sentía su total soledad, tristeza, angustia y los destellos de su alegría. Me encantaba aquel autor, también a Mozart; este es como un demonio traviesón que gusta de jugar con el brillo que le brota de su interior, en formato musical... Adoro la música en general... El arte también. Recuerdo cuando mi padre me trajo un cuadro de un hombre muy triste con un sombrero inclinado sobre una mesita redonda, una pipa en las manos, pintados ellos, mejor dicho, era como si hubiesen absorbido los colores de ese instante, pues se sentía tal aburrimiento que hasta tocaba mis sentidos. Mi madre me cuenta que el autor es un Van Gogh... Y de todos los autores que me lee mi madre, el que mas me gustaba era Mallarme... Dice ella que es difícil, que pocos pueden entenderle, pero no es así para mí. Éste narra su tiempo, su desilusión por sí mismo, su amor por su aquí, por su ahora. Se le siente tanta fuerza en sus letras que hasta me hace saltar el corazón... Es así. Vivo a través del arte... ¿La televisión? No. No me agrada en mi casa de cristal... me parece como si fuera otra realidad, aunque la envidio pues en ese cuadro de gente animada todo sucede, todo, y, al mismo tiempo, cuando la apago con mi control remoto, todo acaba, muere, así como cuando duermo y empiezo a soñar, viajar, libre, como los poemas de Mallarme, y la música de Mozart... No, no me agrada la caja de colores...

Mi existencia es especial en mi casa de cristal. Desde que abrí la conciencia y después los ojos, he vivido en mi cama de colores. No puedo mover un solo dedo... Pero, cuando uno nace así, es mejor, como una singular bendición... Es como si todos los demás se preocuparan por mi vida, sin que yo les dé su importancia. Así como una flor, una planta que hay que cuidar sin dejar pasar un instante, un día, una noche, es bello ser así... esperando de mí una alegría, un contento. Por ello me causaba extrañeza cuando veía que alguien lloraba por falta de aceptación de su propia existencia. Y me causa aquel sentimiento porque para mí no es así. Vivía en mi casa de cristal y recibía la vida tal como viene, como un regalo... Veía el mundo a través de la caja animada y no me gustaba verla constantemente. Prefería escucharla, sentirla a través del arte, a través de mis sentidos...

Cuando mis padres se hicieron ancianos y luego durmieron para siempre, me enviaron a otro lugar en donde lo único de cristal que tenía eran las ventanas. Me agradó el cambio, y sobre todo ver a otros como yo, pero infelices, tratando de acabar con sus propias vidas, cuando no se daban cuenta de que somos como bellas plantas, con sus flores de colores y olores, con nuestras sonrisas brillando como una estrella mas y, si es posible, contábamos de nuestras vidas, nuestras hermosas vidas, así como un poema de Mallarme...

A todos mis vecinos les hablo de esa manera, es decir, en poemas, pues no sé de qué otra forma hablar... es mi manera de expresarme, mi manera de ser feliz así como las aves cuando cantan en el alborear de cada mañana que puedo vivir. Muchas veces, cuando es de noche, viene a visitarme un ser muy especial. No tiene nombre ni forma, pero es mi amigo. No me provoca miedo, pues se acerca como esas aves que vuelan en total armonía, y cuando me susurra al oído es como si escuchara al Shopin más alegre... es mi última compañía, y aunque sólo yo pueda verle, no me molesto en que nadie me crea cuando hablo de mi amigo...

Soy dueño de mi propia locura, mi bella locura, así como la música de Mozart expresándose en libertad... Mi amigo de colores me dice que muy pronto iremos a una casa de cristal, así como cuando aun era un niño. Me alegra aquella noticia, pero no tanto, pues aunque estoy en este cuarto a media luz, es bella, sobre todo cuando puedo escuchar el sonido de la vida... Es como si mi cuerpo fuera una flauta, un instrumento musical, y yo fuera el artista, el Mozart, tocándose así mismo como un poema...

San isidro, marzo del 2006

Pensando en ti...

Debo de estar más cuerdo que nunca al recordar lo importante que es ser feliz... Mis pensamientos, así como la de muchos, van como un río sin parar ante nada, y directo a la mar de la nada... Sin embargo, guardo uno de ellos que como gotas de mercurio florece en el universo de mi interior, y eso me alegra muchísimo, pues sé que tras todo pensamiento, toda muerte, se halla aquello que no tiene palabra y que está tras de todo. Y aunque siento que mi existencia está apagándose con las tormentas de un mundo incomprensible, un aspaviento de brazos de cuerpos de tierra y fuego, de un todo movimiento, puedo vislumbrar los rayos de un Sol que brilla imparable, poderoso como el punto central de toda creación...

Podría decir que deliro ahora que estoy afiebrado, que las manos me tiemblan, que soy tan pecador como nadie y como muchos, y mis pensamientos están enlodados de pasados y proyectos futuros, pero no es así; estoy enfermo, sí, muriendo como muchos, sí, y muriendo como nadie, con los ojos abiertos y cerrados, con toda la atención y expectación puestas en aquellas gotas divinas de mercurio...

¿Será la eternidad?

En mi alma guardo aquel pensamiento de lo divino, de lo que jamás podré entender, pero sí sentir con toda el alma... Si ello es el creador, entonces, estoy salvado, habré vivido con sentido.

¡Dios! ¡Me hallo frente a aquello que es todo para mí, aquella lava que diluye todo dolor, toda alegría, toda angustia, todo, todo...! Y vuelvo a la paz, a la tranquilidad de acabar estos pensamientos en la nada, en aquellas gotas divinas de mercurio…

Me creerás si te digo que es verdad lo que escribo hoy, hoy, justo hoy en que estoy pensando en ti...



San isidro, marzo de 2006

Friday, March 24, 2006

Miedo

Bajo la sombra de un árbol una niña de ojos claros soñaba con un ángel, cuando el grito del gentío la sacó de aquel sueño mágico... Abrió los ojos y ante ella vio que todo el bosque estaba siendo abrazado por los dedos caprichosos de un infierno... Se paró sobre sus pies y miró el cielo que aún brillaba como nunca, y ante todo el universo de testigo cantó su inocente melodía...

El fuego se apagó, el gentío calló y todo el universo escuchó la belleza de la inocencia en un mundo lleno de tierra, agua y fuego. Un ave bajó del cielo y se puso en su regazo hasta que la niña cesó de cantar... Luego llegaron todos los animales del mundo que se acercaron a la niña con la sed más grande de todas, la de la verdad...

El león le pidió con humildad que le cantara un poema y la niña cerró sus ojos y empezó a contar de un viaje a la Luna, las estrellas y de un ángel que no cesaba de brincar a su costado. Le narró de sus sueños, de su amor por todo el universo y le dijo que más allá del horizonte se hallaba la sombra de la vida...

Todos callaron menos un hombre que con una pala en la mano se enfrentó a la niña y la mató con sus propias manos... Nadie dijo nada, pero todo el universo lloró en total silencio. De pronto, en el cielo infinito nació un arco iris y las nubes empezaron a llorar y todos los animales gimieron y cantaron loas a la vida, loas a la muerte y todos con sus garras enterraron el cuerpecillo de la niña mientras el hombre malo se alejaba de sus vidas.

Cuando todo estuvo consumado, un ángel bajó de los cielos y como si fueran todos angelitos empezaron a jugar, bailar y cantar, mientras tanto una manada de niños se acercaban a la tumba de la niña, cantando la muerte de todo el miedo que alguna vez tenían....

Ha pasado mucho tiempo y aunque la niña jamás ha despertado, todos pueden escucharla cuando el miedo viene a verlos disfrazado de una sombra... Y su canto es hermoso, sereno y alegre pues apaga todo miedo, todo fuego, toda duda de lo eterno...



San isidro, marzo del 2006

Thursday, March 23, 2006

La última página

Sentado frente a la máquina de escribir no se decidía en apuntar el final de su novela de más de ochocientas páginas. Estuvo en aquella situación por más de medio día, hasta que el sonido de la puerta de su casa lo sacó de aquel atasco mental.

Se paró acalambrado y caminó con cierta dificultad hacia la puerta. La abrió, y ante él se encontró con un niño de cabellos largos y rubios como el Sol, de ojos azules como el cielo que, medio doblado se quejaba de un cierto dolor. ¿Que te ocurre?, preguntó el artista. Señor, me duele la barriga, y creo que voy a morir... ¡Y tengo mucho miedo...! ¡No quiero morir! Asombrado por esta situación, le preguntó acerca de sus padres. El niño le dijo que habían salido a un largo viaje del cual ya había pasado más de un mes... ¿Vives solo?, volvió a preguntar. Sí, sí... Señor, ¿podrías acompañarme hasta mi casa...? Vivo solo con una empleada invisible de mis padres, y tengo miedo de que me vaya a morir... ¿Puedes ayudarme? El escritor sintió como un latigazo en su mente amodorrada, y tuvo la visión de que en las palabras del niño podría encontrar el final de sus textos… Por ello, asintió.

Hombre y niño caminaron unidos por la mano a través de una noche y una ciudad oscura, pero mágica. Ninguno hablaba, más bien escuchaban el silencio nocturno, el bailoteo de los árboles del bosque, el sonido de sus pasos a través de la acera de la calle… cuando, sin darse cuenta, caminando y disfrutando de su entorno, llegaron a una casa pequeñita, casi del tamaño de una casa de perrito. El niño se paró ante ello y entró como si fuera un perrito. Luego, sacó su cabecita y le dijo al artista que pasara… ¡Dios! Pero, soy demasiado grande… pensó, cuando sintió las suaves manos del niño que, con gran sutileza lo hizo entrar a su casita…

Ambos adentro vieron que todo estaba ocupado por muñecos y animales de goma animados, libros y libros de cuentos para niños, muebles que parecían tener el sentido de la observación… Es un ensueño, pensó el escritor, cuando el niño lo jaló hasta llegar a tocar uno de los tantos seres que animaban el lugar… Ambos no supieron el tiempo transcurrido, pero el sonido del toc-toc de la puerta los arrancó de la magia que vivían en aquel momento… El escritor se dio vuelta, soltándose de la mano del niño cuando percibió que todo a su alrededor empezaba a apagarse hasta quedar en una sucia casucha abandonada. Volteó donde estaba el niño y vio a un muñeco viejo y casi consumido por el tiempo… Lo soltó, saliendo de aquella casucha y no parando hasta llegar a su casa.

Cuando entró a su cuarto, vio sentado en su escritorio al niño de cabellos rubios que en sus manos tenía una hoja escrita… era su última página, la última hoja de su novela. Dámela, le pidió al mágico niño, pero este no respondió. Se acercó al niño con cierta timidez, y cuando lo iba a tocar, se esfumó como una brisa luminosa, una chispa de luz en medio de su real oscuridad. Buscó al niño pero no lo encontró… Tan solo la ruma de hojas escritas sobre su viejo escritorio, al costado de su máquina, y aquella chispa que aún flotaba por su cuarto como si fuera una mariposa luminosa… La miró con alegría y, sin dudar mas, la tomó en sus manos, la puso en sus labios y la besó… De pronto, el escritor sintió que su ser empezaba a entender con mayor claridad y realizó, visionó el final de su novela: era una idea luminosa, una chispa de luz… Y ante esta revelación, esto es lo que puso en su última página:

“… y todos, después de una noche en que los personajes salieron por las diferentes puertas de la casa de la realidad, se dieron cuenta que llegaban a un mismo y único lugar, a una sola claridad y a una sola luz…”

San isidro, marzo del 2005

Tuesday, March 21, 2006

Impresiones

Salió de su casa de madrugada cuando el diablo se apoderó de su alma. Ya no era él, era un deseo, imágenes enroscadas en su alma que lo empujaban hacia el sendero del pecado, de lo prohibido. Subió al coche sintiéndose como un chico de veinte cuando tenía cerca al triple. Aceleró y antes de llegar a la esquina la vio... Sí, se dijo. Era ella. Detuvo el auto, bajó y como un poseso, escuchando las voces de su juventud fue tras los pasos de ella.
Un hombre con un niño salía de una tienda. Aun era temprano. Su esposa y madre de su hijo estaban a diez pasos de ellos cuando vio a un tipo de más de cuarenta años acercarse a ella, cogiéndola de los brazos y besarla sin parar... No podía creerlo, pero era cierto cuando escuchó los gritos de su esposa.
Oh dios, se dijo el hombre mientras la besaba y empezaba a desnudarla en plena calle. ¡Aún te amo!, continuó diciéndole, cuando sintió un garrotazo en la cabeza y como si cayera hacia el fondo de una cama de plumas empezó a dormirse como un niño...
Toda la gente del vecindario llegó y vieron a un hombre con un palo en las manos encostrados de sangre y a un hombre caído en el suelo con los sesos que brotaban con una lata de espárragos, y a una mujer medio desgarrada por la ropas que no dejaba de llorar, tapándose el rostro ante una realidad, un miedo, una pesadilla hecha realidad... Al poco rato llegó la policía, cogiendo al hombre mientras su esposa cogía al niño de ambos y, sin dejar de llorar, pedía perdón al hombre por los hechos consumados...
Cuando toda la gente desapareció de la escena, en una de las casas de aquella vecindad una madre llamaba a su hijo de más de cuarenta años al trabajo para indicarle que no olvidara de ir a la iglesia y rezar por todos los pecadores antes de regresar a la casa...

San isidro, marzo del 2006

Sunday, March 19, 2006

La noche del pensamiento

Hay algo en el ambiente que me hace sentir como si estuviera muerto, enterrado sobre toneladas de huesos. Ellos dicen conocerme, quererme como quien encuentra su rendija, su grieta entre el océano de pensamientos y la realidad de mi instante. Muchas veces pienso que la vida es una especie de líquido, y que soy un pez que respira vida a través de momentos y momentos... Las cosas dejan de tomar trascendencia como si la gravedad del mundo hubiera tomado vacaciones sin tiempo. Me agrada escribir en libertad sabiendo que jamás seré leído por nadie, así puedo dar permiso a todas estas imágenes, voces, que parecen navegar en la pecera de mi existencia, esperando ser sacados, respirando el aire de este mundo real...

¿Será que en uno mismo se hallan todos los seres que antes hemos sido?

Muchas veces me gustaría saber, pero creo que enloquecería, no sabría cómo volver a la realidad en que me encuentro en estos momentos… No he salido a la calle desde hace meses, desde que me puse frente al ordenador y empecé a escribir. Me agrada estar así, mandar mis textos como quien se halla dentro de un submarino y manda señales de vida a los que están fuera, pidiéndoles ayuda, auxilio, salir de este submarino sin luces interiores y ser libre al fin, así como las aves que dan sus primeros vuelos... Y ser como ellos, volver a ser como uno que ha estado muerto y ha resucitado, y ha experimentado que no hay nada como vivir en sencillez, así como un ángel perdido, un niño sin padre ni madre que vive como cualquier bestiecilla en la jungla de cemento del mundo.

Hoy, también estuve con dios, y era dios porque lo sentí así como se siente el Sol, el frío, la carne, así lo sentí, y era bueno estar en contacto con él. A él le agrada que uno se le acerque, mejor dicho, dejar que el se nos acerque.

¿Que cómo es dios?

Era como cuando sabes que te vas a desmayar, y antes de caer, cierras los ojos, te coges de algo, o buscas un lugar para echarte, sentarte, y ves que un sentimiento toma una forma, y una forma hermosa, y es como una piedra luminosa, fosforescente que cambia de molde como una nube, y ves que se te acerca , y sientes que estas frente a algo tan puro, perfecto, hermoso, poderoso, humilde, y, al mismo tiempo, sientes que es con él con quien siempre has estado desde antes de nacer y estarás después de morir…

Son casi las diez de la noche y aunque estoy solo me siento tan acompañado de algo que no puedo entender, y eso es que quizá ustedes me estén leyendo y tratando de entender algo que ni yo mismo puedo entender. Muchos me llaman el gran artista, puede que sea verdad pero me siento más un ente misterioso, alguien escondido, y formateado por el mundo desde que el mundo es mundo. Y en verdad aún no sé lo que soy, puedes creerme.

Desde hace días en que no salgo de mi cuarto he logrado sentir el temor, la angustia, y sentía que esos sentimientos tomaban fuerza en mí, un cáncer en el alma, un dolor ocupando cada rincón de todo mi ser; pero no es verdad, y eso lo supe hoy en que estaba frente a dios, sintiendo gotas y gotas de algo que entraba, que me penetraba hasta llegar al fondo de mi ser. Era como si dentro de mí tuviera un bebé que llorase y llorase por su leche, y el dios se acercara y me diera el biberón, y el bebe callara, callara, hasta dormirse en paz... En esos momentos supe que estoy preñado, que un virus se me ha metido, y que sin el contacto con lo divino, con lo puro, (pues ese ser se alimenta de divinidades), empiezo a sufrir como un desterrado del infierno, del cielo, y de todo lugar… pues no encuentro espacio ni sabor que satisfaga todos mis instantes de vida y de muerte...

Dejaré de escribirte esta noche en que apunta a mas de las diez de la noche y me encerraré en mi alma, en mi hogar y dormiré y soñaré ya no mas con mis temores sino con mi encuentro, conmigo mismo abrazándome por toda la eternidad, escribiéndote, viviéndote mientras lees estas líneas que soy yo mismo en esa extraña forma que tienen los poseídos...

San isidro, marzo del 2006

Friday, March 17, 2006

La picazón

Un dolor de cabeza me hizo pensar en un posible resfrío, algo de lo cual en estos momentos no me puedo dar el lujo. Podría aclarar que soy el único sostén de una familia de enfermos compuesta por mis dos ancianos padres, un hermano lisiado, una esposa gorda dedicada a cuidar a mis cinco hijos aún menores de once años... en fin, una de esas situaciones en que es un lujo pensar en uno mismo a propia voluntad.

Salí a la calle y llené mi bolsa llena de todos los caramelos que produje durante toda la noche. Herencia de mis padres, es decir, una fábrica artesanal de golosinas. Aún me dolía la cabeza cuando escuché que una persona me advertía que algo me iba a ocurrir, que voltease. Volteé y vi a dos negritos que parecían dos águilas, dos garras, listas a arrancarme mi pequeña bolsa de golosinas... Tuve mala suerte, me la arrancaron y como si el aire fuese una cortina, se esfumaron con el viento a través del filtro del gentío que no dejaba de observarme, como si fueran millones de ojos, estrellas, luces que por causa (quizá) de la fiebre me hizo sentir que empezaba a viajar a través de una oscuridad que empezaba a bañarme, luego, todo se hizo calma, calma así como si estuviera en la orilla de una isla desierta...

Cerré los ojos un instante y soñé muchas cosas... y en todas ellas las personas que se me acercaban me miraban, me tocaban la frente, y luego, me dejaban una golosina... de pronto, el sonido del chirriar de una trompa me sacó de aquel paraíso. El dolor se apoderó de todo mí ser y descubrí que estaba echado al lado de un parque. Traté de moverme pero mis manos no respondían, estaban rotas y un dolor increíble me ahoga toda mi existencia... pero, esos ojos, los ojos de toda la gente no dejaban de observarme... Cerré los ojos y caí en un sueño, un sopor, o en un abismo que no acababa...

Me cuentan que estuve inconsciente por cinco días en el hospital, que me había atropellado un auto luego de que unos rateritos me habían arrancado toda la mercancía, y que mi mujer había salido a buscar trabajo y lo había conseguido. Trabajaba en la casa de la señora que me había atropellado con su auto. Me contó que le pagaba muy bien, pero la mala noticia era que nunca más iba a volver a usar las manos, estaba mutilada... Al principio lo tomé suave, pero al día siguiente comencé a sentir como un escozor, y uno terrible como si tuviera millones de abejas pinchándome... Le conté al doctor pero me dijo que desvariaba...

He salido del hospital pero aún siento que las manos me pican. Me han puesto dos garfios como manos pero aún no llego a acostumbrarme. Cuando he llegado a mi casa me he dado con la sorpresa que mis padres han retomado el negocio de fabricar golosinas, y mis hijos mayores salen a la calle a venderlos... Parece que todos vivieran mejor sin mí. Me siento un inútil, y esta maldita picazón no me deja ni un segundo en paz...

Durante toda la noche sueño, y sueño en esos ojos de la gente, en las garras de esos negros y en muchas manos que no cesan de pellizcarme las manos... Creo que estoy enloqueciendo. Ante esta situación he decidido irme de mi casa, enterrarme lejos donde nadie me conozca. He dejado una carta a mis hijos, esposa y a mis padres y, antes de que amanezca he salido de la casa. He buscado el bus que me llevara a uno de esos pueblos olvidados y lo he encontrado... Increíblemente he visto que los dos negritos que asaltaron estaban en el mismo bus viajando de los mas alegres, como si no supieran que tras de ellos me encuentro yo, lleno de odio, lleno de angustia y con ganas de acabar con mi vida, pero antes, con las suyas...

Durante todo el viaje he planeado sus muertes, y luego de pensar y pensar, he encontrado la imagen. Uno por uno. Esperaré que salga el baño el primero, y luego, lo mataré con mis garfios clavándoselas en su cuello... Todo salió bien, allí están los dos maldecidos llenos de sangre. Aun esta oscuro y no se han dado cuenta de mi maldita acción. He pedido al chofer que detenga el bus un momento para orinar, y luego de que he bajado me he fugado a través de la oscuridad de la noche...

He corrido sin parar, y, extrañamente, aquella picazón ha dejado de molestarme. He mirado mis garfios y los he sentido como si tuvieran vida propia... He sonreído y cuando he mirado hacia la oscuridad de la noche he visto millones de ojos que no cesan de mirarme, con piedad, con temor, o con algo parecido a la locura, pero mis manos han dejado de picarme...




San isidro, marzo del 2006

Tuesday, March 14, 2006

Debo matar a mi mejor amigo...

Debo matar a mi mejor amigo, aquel que muchas veces me ha salvado de graves problemas... es como, o mejor dicho, un amigo, y uno de esos que son tan íntegros y leales, pero, tengo que matarlo, mandarlo al diablo... Y todo por culpa de dios, del corazón, o por culpa mía ya que estoy totalmente lúcido, veo mas allá de todo entendimiento, y por eso es que le hago caso al corazón que, hasta el día de hoy, nunca se equivoca...

Ya escogí el arma, es una Luger alemana. También escogí el lugar, el día, la hora. Sé muy bien su rutina laboral y su larga caminata rumbo hacia su casa en donde vive con su esposa y sus dos hijos. ¡Dios! ¡¿Por qué tengo que acabarlo?! Debo de estar loco, eso ni vuelta que darle.

Ahora que estoy caminando con la Luger en mi mano, una lluvia de recuerdos se apelmaza, formando una especie de materia y siento como si unas manazas trataran de ahogarme en el sopor, en la dejadez, en sus ruegos porque valla a la cantina mas cercana y me pegue la borrachera de mi vida para olvidar toda esta locura que me embriaga… pero no, no puedo hacerlo. Es ahora, ahora, solo ahora, sí, ahora tiene que ser, y será bueno que lo concrete de una vez…

Ya me imagino su sorpresa al verme cuando me vea caminando por ese corredor solitario que está a cinco cuadras de su casa. Y casi le escucho preguntarse: ¿Qué ocurre, qué haces por aquí?; mientras aprieto la Luger escondida en mi saco, acercándome en silencio, con los ojos clavados en los suyos, casi sin sentir el aliento, sintiendo que algo como un calor, una nube gris nos envuelve y aleja de toda realidad en nuestro entorno…

Ya le veo cogiendo una piedra, un palo, empezando a retroceder, luego corre, y yo sé que huye así como las bestias porque ha olido a la muerte, a mí, a mi arma, a mí sed de apagar este tormento por acabar de una buena vez con su vida miserable… Le veo corriendo, y yo tras de él. Me detengo, apunto y disparo. La bala le ha hecho caer, y como un perro atropellado empieza a gemir. Me le acerco más. Le miro el rostro sudoroso, el cuerpo tembloroso, miserable, mientras una fuerza mas grande que yo, impulsa mi mano y dispara, dispara, dispara contra su cara, su pecho, su corazón… hasta sentir que no es mas que un trozo de carne con chorros de sangre… Me le acerco otro poco y empiezo a llorar en silencio. Me limpio la cara y parto a la carrera de aquel callejón, y mientras corro, veo los rostros de personas que me observan los ojos, pensando, o gritándome en silencio que soy un asesino. Y mientras mas me alejo, me siento mas tranquilo, como si hubiera escapado de una pesadilla, de un sentimiento de culpabilidad, y, como si fuera un globo de aire, me siento tan liviano que empiezo a flotar de alegría…

Todo sucedió tal como pensaba. Ya estoy en mi cuartillo, el arma está aún caliente a mi lado. De pronto siento que alguien sube las escaleras que llegan hasta mi cuartillo. Toca la puerta y pronuncia mi nombre… Abro la puerta. Es él. Son sus ojos negros como el fondo de un abismo, preguntándome si ya acabe con la vida de mi amigo, del mejor de mis amigos… Asiento con la cabeza. El sonríe como nadie, como si en sus labios se abriera la grieta de todos los dolores… Se da media vuelta y mientras baja las escaleras yo cierro la puerta de mi cuartillo, y empiezo a alistar todas mis cosas para largarme lo más lejos posible de este mundo…

Estoy en el otro lado del mundo, es un lugar donde no hay mucha gente pero he conseguido un trabajo sencillo cuidando ancianos. Pagan poco pero me da para pagar el alquiler de mi cuartillo y la comida. Es una vida simple, pero me he hecho amigo de un de los ancianos, aún así, muchas veces me siento vacío y aburrido… Todo seguiría igual sino fuera que nuevamente, mientras estaba en mi cuarto, he escuchado los pasos de alguien subiendo las escaleras. Toca la puerta y es él con sus ojos negros del color de un abismo… Me sonríe como nadie y siento que debo matar a un viejo amigo…




San isidro, marzo del 2006

Monday, March 13, 2006

El pozo

Dentro del hoyo en que me encuentro observo la luz en la parte más alta de este pozo. Me lleno de esperanza, de dicha, logrando esbozar una sonrisa, negra, así como el estrecho sitio en que he caído desde no sé cuando... De pronto observo las cabezas de toda la gente que he conocido a lo largo de mi vida. Me miran desolados como si estuvieran frente a un féretro, un muerto... Sacudo mi cabeza como queriendo despertar de esta pesadilla, pero no puedo, no puedo y empiezo a gritar y gritar lleno de angustia, pero nadie logra darse cuenta de mi extraña situación, sin embargo no dejan de mirarme con cierto secreto dolor y aceptación, como si estuvieran ante una realidad inanimada. Acepto mi negra existencia y, como si rompiera extraños ropajes, desnudo mi ser de toda carga, pensamiento, cuando una libertad empieza a llenarme de aires inocentes, notando que mi estancia en el pozo se aclara... Y veo seres petrificados con los rostros expresando dolor, pena, empotrados en los muros de este coso. Son terribles imágenes pero algo dentro de mí los acepta como su igual, su compañero, hermano de una fraternidad de muertos... Ante esta situación la claridad empieza a ocultarse, y siento que me ahogo en la negrura, en la entrada a la nada, cuando, como un milagro, aquella fuente de luz que se nota en la parte mas alta del pozo, empieza a expandirse y aumentar hasta ser una estrella que, al estar a mi lado, absorbe toda mi esencia, fundiéndome en ella, sintiendo la hermosura de su unión, y realizo que ella es la fuente de toda belleza… algo que está mas allá de todo pensamiento, emoción y sentimiento. Me he convertido en una minúscula partícula de ella. Uno, uno con aquella madre de luz… Soy feliz, soy uno con toda unidad, sintiéndome aún, más que vivo…

San isidro, marzo de 2006

Sunday, March 12, 2006

El día de K.

Era una tarde llena de calor, gente que no miraba más que sus preocupaciones, autos que pasaban con los rostros concentrados en las calles cuando un hombre de mediana edad decidió acabar con su vida.

Si uno le viera no podría creer que fuera de ese tipo de persona, pero en estos tiempos donde la gente llena su vida de sueños, ilusiones, televisión y amigos, es lógico que de suerte continúen atados a las formas encorsetadas de una vida normal.

La vida de nuestro personaje era diferente, era artista, y uno de esos artistas mediocres para los demás menos para sus conocidos y él. La vida de este señor, llamémosle K. era especial. Desde niño sus padres juraban que iba a llegar muy alto, que su nombre estaría escrito en los libros de la vida como uno de esos que llegaron en el arte a la inmortalidad, pero, uno en la vida se topa con realidades que lo empujan hacia un destino sólo conocido por algo, o alguien que se dedica a jugar, o dejar jugar con las vidas de su creación.

Caminó hasta el puente más alto de la ciudad y echó todos sus pinceles, sus lienzos, sus documentos, sus ropas... quedándose desnudo, totalmente desnudo... no era nada, no era nadie. Al cabo de minutos llegó la policía coligiéndolo en un saco de fuerza y llevándolo a un loquero. Y allí vivió nuestro K., sumido en la bulla de sus vecinos, en la incoherencia de la anarquía de vida natural, como esos entes que pululan como una pluma en el aire, o tormenta en este caso.

Muchas veces trató de suicidarse a través de embutirse esos caramelos de colores que tanto coleccionaba... pero la suerte, o la mala suerte no deseaba que concluyera su vida. Pero, qué era lo que sucedía dentro de su cabeza... nadie lo sabía, excepto yo, que soy su creador, es decir es mi personaje. Les diré que K. era bipolar, es decir, una maniaco depresivo, o, efusivo, al cual la vida le hizo muchas llagas como cuando se enamoró por primera vez, pero cuando el amor de la chica se apagó, K. fue hasta su casa con una daga, tocó la puerta y preguntó por la hermosa chica. Ella salió y K. descubrió sus brazos cortados chorreándole sangre como si fuera la mies de un árbol viejo, diciéndole: Te amo tanto, que muero por ti... ¿Aún me amas? La chica cayó de horror al piso, y su padre al ver al muchacho, y a la chica tirada como un estropajo, le tiró la puerta de su casa, llamando de inmediato a una ambulancia para curar las heridas de K.

Pero ahora nuestro personaje se encuentra mejor, ya se siente con ganas de pintar nuevamente. Le pide al doctor del loquero un lienzo, y pintura. Se lo dan. K. produce si parar de día y de noche... y, K. hace su obra maestra... Es un cuadro todo de rojo sangre, ha puesto sus cabellos pegados en el lienzo, se ha arrancado sus ojos, cortado una de sus manos y la ha empotrado en aquel lienzo como si fuera la mano del creador... K. ha muerto desangrado, pero su cuadro aún continúa latiendo... En una esquina está su firma: fin.



San isidro, marzo del 2006

Saturday, March 11, 2006

¡Me sorprendo!

¡Me sorprendo de la vida!

Tengo a Dios en mi alma, y recién lo sé.

Soy como esos árboles que no pueden ver sus raíces pero que disfrutan tanto del Sol, y de la lluvia, del viento y de todos los seres que visitan mi atención. Y al ver que el tiempo transcurre como un gigantesco elefante jalando la cortina del día y la noche me siento tan especial, libre que aunque no pueda ver mis raíces puedo sentirme tan feliz cuando la tierra alimenta mi ser por completo, cuando los bichos empiezan a rasgar mis atavíos.

¡Dios, soy tan feliz hoy! ... que puedo dejarme aplastar por los pesados pasos del tiempo…

¡Y viajar libre!...

Como esas hojas que se van con el viento...



San isidro, marzo del 2006

Tuesday, March 07, 2006

Mi paso por la vida...

Son unos pasos que dejan huellas sobre nuestra epidermis, podría decir que soy feliz, pero esa palabra está llena de virus... Es mejor decir que estoy contento por saber vivir con sencillez. Mi madre durante toda la vida me dijo que no mintiera, que dejara de soñar, que pusiera los pies en donde se deben de poner. Nunca pude hacerlo, por eso es que escribo, como la manera que tengo de contar mi paso por la vida. Soy uno de tantos y tantos, que al ver que el día viene y se va, que la noche encanta todos mis sentidos ocultos, se encierra en el centro de mi vida, de mí mismo y en aquel centro de la tormenta, de movimientos que es la existencia, encuentro sosiego, un maná que apaga todas la inquietudes que me llueven cada segundo, instante en mi paso por la vida.

Tengo muchos libros frente a mí. Leí que Héctor Yánover decía que un hombre culto es aquel que a pesar de tener miles de libros en su casa sin leerlos, no cesa de adquirir más y más libros. Es mi caso, aunque no tengo miles y miles, quizá unos cuantos miles... Tengo en mis manos el libro de cuentos de Primo Levi, cuyo título es: Lilith y otros cuentos. Interesante, mas bien, un texto cargado de realidades noveladas... También tengo a mi lado En el Camino de Jack Kerouc, El juego de abalorios de Herman Hesse, y un libro de cuentos de un autor peruano, al cual lo siento lejos de ser un buen libro. Acabo de terminar de leer a Yanover, Memorias de un Librero, un libro imprescindible, para los amantes de los libros y librerías. He conseguido el libro de Thomas Pynchon, El arco iris de gravedad, según algunos uno de esos libros que se debe de leer.

Me agrada mentir, es decir, contar historias que suceden, o que no sucederán jamás... Luego que termino de escribirlas me siento satisfecho conmigo mismo. Debe de ser que es un acto totalmente natural en mi vida. No sé si algún día a lo largo de mi vida llegue a ser un gran escritor, no lo sé, pero aunque diariamente me seduce, no le hago caso, prefiero coger un libro y leerlo, o, en mi caso personal, continuar con mis rutinarias labores de trabajo que son lo que me dan vestir y comer día a día.

¿Cómo será cuando muera?

Imagino que acudirán amigos, enemigos, amigos de mis amigos y luego que me entierren, o me cremen, se olvidarán de mí lentamente por los sucesivos meteoritos que caen sobre la vida de todas las personas. Seguro que la nada será algo muy profundo de conocer. No creo que halle imágenes, ni nada por el estilo. Más bien encontraré sentimientos, de esos que uno no puede olvidar.

Podría contar de aquella señora que viene a dejarme un pedazo de papel a cambio de una que otra galleta que guardo para personas indigentes así como ella, pero, ¿para qué? ¿A quién le importa? Tan solo a mí... Y si es así me la contaré.

Esta señora era una mujer de más de sesenta años. Vestía con ropas ajadas y humildes. Sus cabos cabellos eran abundantes. Su cuerpo oculto por la ropa no dejaba ocultar su esmirriada figura, pero, usaba unos lentes, unos de esos grandes y pesados como si tuviera dos lupas en los ojos... Pero lo que mas me agradaba o llamaba la atención era su manera de pedir: se paraba en la puerta de entrada, lentamente, así como un caracol, y luego, extendía una mano pues la otra estaba ocupada cargando una bolsa llena de cosas, tal como si viniera de un mercado, y me balbuceaba algo con un: buenos días... La miraba a los ojos ocultos tras las dos lupas, y veía cómo lentamente empezaba a sonreír, balanceándose de lado a lado como esos porfiados, o como esos payasitos que venden en los mercados... Y si yo sonreía, la señora sonreía más y mas hasta hacer que su sonrisa cambiaba el resto de toda su humanidad... parecía contenta de verme contento. El resto es sabido. Le daba una que otra galleta, pan, productos sobrantes, y ella los recibía como quien recibe las joyas del niño... Y sin mirar lo que recibía lo metía en su bolsa que cargaba en su otra mano. Luego, balbuceaba unas gracias y se iba caminando a la velocidad de un caracol... dejando esa baba en mis recuerdos, y en mi paso por la vida...

Una tarde la vi caminando, mientras viajaba en mi auto, por una de las zonas alejadas de la ciudad, y vi que lo que cargaba en su bolsa lo ofrecía como material de productos de venta, es decir, era comerciante... pensé muchas cosas, buenas y malas, pero al día siguiente en que vino nuevamente a pedirme mas galletas, se las di, pues sabía que todo es una rueda que gira y gira así como mi paso por esta vida sin jamás entenderla, pero sí, si es posible sentarme y ponerme a meditar, y entender que, mas que entender, uno se siente mejor cuando abre las puertas a la bondad que chorrea del corazón...

Cerraré esta carta y me iré a descansar, en paz, contento y sintiendo que he podido escribir algo más que real, sentido, a lo largo de mí paso por esta valiosa vida...

San isidro, marzo del 2006

Sunday, March 05, 2006

alegría

la tarde se hace amiga
susurrando colores y tiernos bailes,
guardo un canto hace mucho:
un niño y un ángel...
se miran las caras para siempre,
uno ríe mientras otro llora...
la tarde germina adobada de madre
y con un manto incoloro
recoge al ángel,
mientras el niño no cesa de llorar…
hay un ciego observando el más allá de la vida,
se le acerca,
tocando aquel llanto con la mano del silencio
y escucha el hambre del afecto,
entendiendo la sed verdadera,
corriendo sin parar con su luz en la otra mano,
cortando el tiempo y todo espacio,
abriendo de un tajazo
la cortina del mundo de esmaltes oxidados,
arrancando al niño de su llanto,
llevándole un regalo, un sueño...
todos duermen en la tierra,
mientras el ciego observa la siesta de un niño
a la luz paciente de una luna,
y ante los ojos grandes de un cielo embreado...
nada perturba aquel cuadro infinito
cuando el brazo de un dios colorado
recoge dos cuerpos apegados a un sueño...
ambos despiertan a la luz de un sol,
de una aurora que no se apaga...
frente a ellos se halla una madre y un ángel,
todos se abrazan como sierpes de un lejano paraíso,
naciendo estrellas de colores
y cantos que sombrean un poema...
un poeta sus ojos ciegos baja,
escribiendo en un cielo albino,
a la luz de una vela
y a la sombra de su celda,
el sueño de un día
y el despertar de una noche…


Lince, marzo del 2006