Wednesday, March 26, 2008

bellos amores...


me preguntaron tantas cosas

¿por qué no amo?

bajé el alma al húmedo piso
y con una luz oscura en mi sombra mojada
juré que jamás amaría a ser brillante y seco...

salí como todas las tardes
con los ojos hacia el cielo
con la luz en mi alma ardiente
y cuando choqué frente a un ser humano
le di el mas fuerte abrazo de todos los abrazos...

llegó la noche con su campanas brillantes
y esa moneda plateada, coqueta la esperaba encogida
supe que todo sería igual a mi sueño
y que los niños no despiertan jamás
de cualquier futuro doméstico
porque
hay tanto que vivir en un cuerpecillo anhelado
como que dos por dos es un millón...

entré a mi océano sin peces
y ahogué todas mis penas y alegrías
supe lo que es el todo encerrado
bajo llaves de un futuro imposible de escribir

una mano tocó mi pecho
eran muchas manos y no lo sabía...
muchos ojos me miraban
muchas caras sonrientes ardían
al verme echado en un cuenco de plateado
como el humo o ceniza de un viejo cigarro...


san isidro, marzo del 2008

DIOS


estaba en el cielo. la gente me miraba con bellas sonrisas. vestía todo de blanco y el aire que respiraba era fresco como nunca antes. estaba en el cielo, en medio de todo el cielo, y mucha gente me miraba. me senté frente a un viejo árbol lleno de manzanos. cogí uno y vi a una culebra preciosa de ojos redondos y verdes. ¿quieres ser Dios?, me preguntó. no, respondí. la culebra de ojos verdes empezó a enroscarse hasta volverse en una manzana gigante de colores brillantes. cayó de donde estaba como si quisiera jugar conmigo, y yo la cogí con mis manos. la gente toda me miraba con bellas sonrisas y el Sol brillaba como nunca antes en mi vida, cuando le di un mordisco al bello manzano de colores que antes había sido una bella serpiente. el manzano de colores gritó: ¡ay!. ¿te duele mucho?, le pregunté a la culebra que ahora empezaba a convertirse en un árbol pequeño de colores brillantes. no, no me duele, pero, ¿te gustó lo que probaste?... le dije que un poco, además que su sabor se me hace muy conocido. ¿por qué me lo preguntas?, le pregunté. me dijo que ese era el sabor de Dios. ¡ah!, respondí, sorprendido, y como si no pasara nada seguí caminando y terminando de pasarme el trozo de la culebra dentro de mí por todo el cielo ante las miles de miradas de gente que no cesaba de sonreírme... pasé delante de ellos, y nadie decía una sola palabra, pero, cuando terminaba de pasar por cada uno de ellos, todos me tocaban la espalda, y luego, empezaron aplaudirme sin parar, pero suavemente, sin mucho estruendo... me pregunté por qué lo hacían, y justo cuando pensaba en ello llegaba a una linda cabaña en donde un hombre bastante mayor me esperaba con un libro muy grande, casi del tamaño de él. ven por favor y acércate, me dijo. fui y le pregunté si él era Dios. asintió, y luego, me extendió el enorme libro, diciéndome: firma justo a tu nombre, por favor... lo cogí y busqué mi nombre, pero, lamentablemente no lo recordaba. eso le dije a Dios. ¿no lo recuerdas?, me dijo. suspiré y de pronto, recordé: sí, ahora sí recuerdo todo. abrí el libro nuevamente y busqué mi nombre, y allí estaba, escrito en la primera página y encima de todos los nombres... sí, mi nombre era Dios, y firmé. gracias le dije. de nada respondió Dios. entré en la cabaña y encontré a mucha gente que no cesaba de mirarme con bellas sonrisas en sus ojos y sus labios... estaba en el cielo y yo era Dios...


san isidro, marzo del 2008

segundos afuera...


dos piratas de ojos vacíos
pintaban en sus sueños gatos de colas negras

un sonido de sables y bombas
les hizo despertar de su acerado sueño...

dos barcos de oro
se empotraban sobre una de sus quillas

el barco de los piratas
empezó a hundirse
pero aún así
se lanzaron como diablos
al barco de oro
con sus sables y garfios y ojos vacíos...

apenas llegaron
vieron almas contorneados de tenues líneas
que les miraban con zozobra

¡amos!
dijeron...

los piratas soltaron sus armas y con una antorcha
quemaron a todas las almas
que no cesaban de gemir como grillos por la noche...

se quedaron en el barco de oro
y al poco de navegar
una tormenta se puso sobre ellos...

naufragaron
ahogaron
pero
no cesaron de luchar contra la tormenta
saltaron de su muerte
y subieron
sobre ese árbol de aire y viento
hasta tocar el ojo central de la tormenta

¡no nos mates!
gritó la tormenta
pero ya
los piratas
cortaban los hijos del viento
sobre el cielo lleno de estrellas
dejando al mar calmo
como una planicie plateada...

como niebla
los piratas volaron
hasta tocar el alma de un cuerpo vivo
eran niños
que despertaban por la mañana
salían de sus casas
con libros y sueños escondidos

los piratas los siguieron
hasta tocar sus corazones
y cuando se hicieron uno con cada niño
volvieron a sus sueños
bajo el manto de la noche
llena de estrellas y cantos sin final...!


san isidro, marzo del 2008