Wednesday, December 10, 2008

sombrerías


eran mas de la media noche. mi madre dormía como un lirón, mi perro aullaba cada vez que escuchaba la serena de una ambulancia. todo era normal hasta que alguien tocó la puerta de casa. eran más de la media noche pero sin temor a nada ni nadie bajé y abrí la puerta sin mirar nada. nada, nada, silencio y la luz de un faro lejano y amigo. cerré la puerta y escuché unos pasos que subían las escaleras. no tenía miedo a nada. seguí los pasos de aquello y llegué hasta la casita del perro ubicada en el techo de casa. mi perro aullaba en el piso inferior y yo miraba al fondo de la casita del perro. vi dos puntos brillantes y un humo que brotaba del fondo de la casita, pero no tuve nada de miedo. entré a la casita y encendí con un fósforo el pequeño lugar. vi sombras, pequeñas y con formas extrañas. una de ellas me dijo que cómo no tenía miedo. respondí que no lo tenía porque esto era un cuento. todas las sombras, muy pequeñas rieron sin frenar. salí de la casita y bajé a mi cuarto. abrí mi lecho y me puse a leer un poco. ¿qué lees?, escuché una voz. era una de las pequeñas sombras que estaba a mi lado. le conté que era la correspondencia de Baudelaire. ¡ah!, dijo. seguí leyendo hasta quedar dormido. cuando abrí los ojos aún estaba oscuro. busqué mi libro pero no lo encontré. pensé que se lo habían llevado las sombras. subí hasta el último piso de la casita del perro y sin miedo entré. ¿han visto mi libro?, pregunté. sí, respondieron todos... es mío, les dije. risas, muchas risas... sonreí y salí de aquella casita hasta llegar a mi cuarto. aún estaba oscuro. me tumbé en la cama y dormí... escuché unos cuchicheos pero no quise hacerles caso... siguieron hasta que lentamente se disolvieron con el despertar del un nuevo día... abrí los ojos y vi mi libro al lado de mi cama. lo cogí y seguí con mi lectura.

san isidro, diciembre de 2008

el corredor


me puse mi mejor camisa y salí en busca del amor. las calles estaban llenas de gente hermosa. los autos eran un arco iris de latas. las flores olían a un cielo perdido. mis piernas corrían sin sentir el piso. todo era un sólido cielo cuando una mano detuvo mis pasos. ¿quién eres?, preguntó la inmensa mano. le dije mi nombre y esta me dejó seguir en mi carrera... todo el día corrí. mis ropas mojadas seguían pegadas a la carne, mis sueños esperaban mi cansancio. todo era una realidad a punto de reventar en trozos de ideas... vi al final mi destino. detuve mis pasos y lentamente gateé hasta llegar a esa casa de ventanas iluminadas. toqué la puerta y esta se abrió. entré y escuché una voz hermosa de mujer diciendo que pasara y me diera un baño. entré y fui al baño. en una silla vi ropa nueva de mi misma medida. me bañé y me vestí. salí del baño y vi una mesa servida llena de comida y bebidas. había mucha gente elegante, entre hombres, mujeres y niños. di un paso hacia aquel comedor pero algo dentro de mi me dijo que no, que mejor saliera y siguiera corriendo hacia otro lugar. la puerta estaba abierta y antes de irme les dije adiós. todos respondieron con mis mismas palabras, agitando sus manos. salí y corrí perdiéndome en la profunda oscuridad de la noche... corrí y corrí hasta llegar a un lugar mas hermoso que el anterior. toqué la puerta pero no se abrió. ¡no!, escuché gritos. entré y vi a muchos ancianos tirados en un piso lleno de moho y telaraña. cogí a cada anciano y los puse en sus ruinosas camas. cogí una escoba y barrí toda la casa... el día llegó pero yo seguía limpiando hasta que escuché una voz que me decía: ¿quién eres?. le dije mi nombre y salí sin pensarlo de aquella casa. no dejé de correr hasta llegar a un bosque en donde todos los árboles me preguntaron mi nombre. les repetí mi nombre varias veces. me dejaron entrar y sentí que llegaba a casa... la inmensa mano me cogió del cuello y me puso sobre el pico de uno de los árboles. ¿adónde vas?, preguntó la mano. a casa, le dije. la mano me bajó del pico y me dijo que siguiera buscando. eso hice hasta que llegué a un abismo. grité mi nombre y sentí que ese era mi hogar. salté y sentí que dejaba de ser. sin nombre, ni preguntas ni respuestas... hermoso y profundo como el cielo por la noche...

san isidro, diciembre de 2008