Thursday, March 06, 2008

así son las cosas...


sentado en la mesa, cenaba bien rico. la mesa estaba con un plato, el mío. había llamado a que traigan una cena y ya, allí estaba, rico, todo bien rico. de pronto, vi un cabello rubio en medio del plato. ¿de quién será?, me pregunté para mis adentros. lo cogí y lo puse en una cajita de plata que siempre cargaba en mi bolsillo. mas tarde iré a ver de quién era el cabello... terminé y salí, aún no era tarde. la gente de la ciudad no me gusta, es demasiado callada, seria, en general, no me gusta... pero, tenía el cabello rubio en mi cajita e iba hacia el lugar en donde habían preparado mi cena. llegué y vi que era un local gigantesco. aún así, entré. llamé al administrador y le conté que había encontrado un cabello en mi pedido de cena... me pidió que lo disculpara; que todo había sido un error, accidente, casualidad, falta, desliz, descuido, omisión, yerro, despiste, equívoco, burrada, errata, sofisma, etc., etc... le tuve que tapar la boca porque no se detenía el tipo. se puso con los ojos como pez y dijo qué era lo que quería. le dije que deseaba conocer a la persona del cabello rubio. sus ojos se pusieron oblicuos y resopló como un toro negro... se dio media vuelta y casi podría decir que marchó como un nazi, un muñequito de madera hasta entrar a la parte interior del gigantesco lugar y le escuché llamar a una persona. esta, pues era mujer, salió y la vi. era una jovencita de cabellos rubios, ojos azules, alta, bella en pocas palabras... una ves que estuvo a mi lado, le entregué su cabello. lo perdiste, le dije. sí, respondió, para luego tirarlo al piso y quedarse mirándome a los ojos como esperando a que desapareciera. no supe qué hacer y me fui de aquel lugar. de nuevo con la gente, extraña, pero, gente en pocas palabras. sí pues, así son las cosas…, me dije.


san isidro, marzo del 2008

estados

la patria, el ser, lugares ambos desconocidos y vastos... me gustaría ser siempre, pero hay tanto en mi mente y en mi existencia que siempre lo pospongo, lo dejo a un lado y dejo de ser.

hay una canción que me gusta, es suave como música clásica y fresca como el rostro de un niño. me gusta aquella canción. abriré esta puerta y saldré como siempre, cantando esa canción que vibra en todo mi ser...

y dejo este instante y paso al siguiente con el sentimiento que jamás podré vivir lo necesario para disfrutar el regalo del isntante...

me voy esperando que vuelva la salud a este cuerpo que revienta como un huevo que cae al piso. me duele y sé que muero, pero, eso, ya lo sabía...


san isidro, marzo del 2008