Friday, November 04, 2005

Me quema

Bulla de televisores planos

Canasta de frutas semipodridas

Cucarachas que mueven sus antenas

mientras mis ojos aburridos

no dejan de apagar el foro

de todas las conciencias que habitan

en el negro universo de mi ser...

No digo lo que soy en este momento

La carne, los huesos

y demás figuras primas del humo

me tiene atado con cadenas

de eslabones de pasiones y

hormigas mentirosas

roen esta existencia

que como un seco árbol

empieza a soltar sus manos

sobre su madre terruña...

Hay tantos libros que me ahogan sus letras

Sonidos feos y bonitos

Dolores mohosos

y eso que pica mi lado sensible,

aplastan el monumento

esculpido a lo largo de esta cola

hecha de tela de carne y huesos...

Estoy cansado así como el sol

que empieza a apagarse...

Me agrada saber que esto negro

tiene gran lástima

por mi gran turbulencia...

Y ahora que la brisa entierra sus uñas

en mi alma...

Grito y grito y grito

porque no sé qué otra cosa decir...

Adiós bola de carne encendida

por el fuego invisible del dios

Adiós, y espero

que muy pronto tus letras

empiecen a ser hijas de tu lumbre...

San isidro, noviembre del 2005

A la deriva

Tengo casi más de media vida normal y siento que la muerte está muy atada al dolor, soledad y deterioro de la mente. Algo así como si ya no importara nada pues uno se siente que está rodando hacia la nada, aquel lugar en donde no existe nada más que la nada... Eso me asusta. Me gustaría que mi vida hubiera sido como un bello recuerdo pero no es así, es como una vieja cola de errores, dolores, y ansiedades indecentes, por ello no me gusta recordarla.

Fui al cine, solo como una botella perdida en el océano y vi parejas de personas, muchachos fumando, mujeres bellas mostrando sus nínfulas cuerpos, en fin, una de esas cadenas de personas con sus mundos de cristal en sus cabezas que al pasar a mi lado uno siente como que se va a caer al piso.

Continué mi marcha y allí estaba mi auto, con un personaje cuidándolo, perdido entre cientos de autos, como perros de lata y grasa. Subí al auto y no supe a donde ir. Pensé en la playa, mi casa, las torres gemelas, un Guru recién bajado, brujos africanos y esos gatos que no dejan de mirarme con el brillo de la luna en sus gemelos ojos.

Bajé en mi casa y subí hasta llegar a mi cuarto. Prendí la computadora y aquí estoy, a la deriva del río de ideas y palabras, tratando de decir lo que he vivido hoy, ayer, e imagino cómo será el día de mañana. ¿Viviré? Sí, es casi seguro que si. Y si te encuentro por las calles, bajaré del auto y de daré un apretón de manos simulando que algún día nos habíamos conocido. Una mentira que me de mareos pero que me ayuda a continuar escribiéndote... al menos hasta que muera.


San isidro, noviembre del 2005