Wednesday, August 31, 2005

El pescador

Había caminado durante todo el día buscando trabajo sin suerte. Miré mi reloj y ya era la hora de ir a la reunión. Tomé el carro que me llevaba y con una sonrisa olvidé la buena o mala suerte que había tenido el día de hoy. Una que otra vez los malos pensamiento venían como zancudos a inyectar su veneno de angustia, pero yo estaba enfocado en el sentimiento que guardaba en mi corazón, que me decía que no hay días malos ni buenos, sino hay días vividos y aceptados. Como un niño sonreí de oreja a oreja por aquel claro sentimiento sin darme cuenta que una señora me estaba mirando con gran curiosidad. "¿De qué sonríe joven?", preguntó. Le dije que hoy siento plenamente que estoy vivo. La señora también sonrió y me dijo cual era mi secreto, le dije que es simple, que hace muchos años conocí a una persona que me mostró mi corazón y la forma de escucharlo constantemente. "¿Es usted feliz?, volvió a preguntar. Le sonreí, y ella me dijo que no era necesario que le diga nada pues notaba en todo mi rostro un sano contentamiento. La miré de frente y sin dudar un instante la invité a la reunión en donde se hablaría un poco mas de esta cosa tan hermosa que es la manera práctica de conocer su ser interior, su corazón... Ella me dijo que no podía ir en estos momentos pero que después, si le invitaba, podría ir. Le di una tarjeta de invitación y nos despedimos con una sonrisa que sentí, era de corazón a corazón...

Bajé del auto y mientras me acercaba a la reunión sentí que había hecho algo muy hermoso... Quizás no había tenido suerte en conseguir trabajo pero sí había conseguido encender un corazón con un atisbo de alegría y de paz... Entré a la reunión y escuché al maestro hablar siempre de lo mismo, pero para el corazón, era siempre algo nuevo, algo que nutría todo mi ser de algo así como dicha y felicidad, y eso, es todo lo que un ser humano anhela sentir, al menos en un día como hoy en donde las cosas salen bien, mal, pero por la gracia de la apreciación son siempre bien recibidas, así como se recibe el regalo de este aliento, y de esta vida...



San isidro, agosto del 2005

El conformista

Me dijo que no, que todo había terminando para siempre... Yo, callaba, así como esas prsonas que se les viene una ola del tamaño del universo y siente que valla donde valla no escapará. ¿Por qué?, pregunté. Mírate, me dijo, mírate, cómo esperas que alguien te pueda querer si lo único que te importa es leer, escribir, visitar tus óperas, el cine en blanco y negro, y estar sentado en ese café durante toda la noche, ese bndito café lleno de borrachos y prostitutas, nada mas... Y a mí me dejas como si fuera tu sombrero, tu adorno, y yo no soy algo que uno usa y lo deja bien colgado en su percha, por eso, es que todo se acabó, ahora amo a otra persona: es bueno, me lleva a pasear, me habla, me compra lindos regalos, visita a mi familia, le gusta ir a las fiestas y bailar, en fin, es totalmente diferente a ti. ¿Y, cómo se llama?, le pregunté. No es importante que lo sepas, basta decirte que no lo conoces y que no deseo presentártelo. Tu sabes que detesto las peleas, las disputas, y ese tipo de cosas, así que... adios, todo ha terminado entre nosotros.
Me cerró a puerta y me quedé como un perro mojado, sin saber adónde ir. Pensé en ir a mi escritorio y escribir mis sentimientos, pero había algo en mi alma que me ardía, y pesaba tanto como si tuviera plomo en el corazón. También pensé en sucidarme, pero yo era demasiado cobarde para llevar a cabo tremenda acción... por lo tanto lo único que me quedaba era recordarla, vivirla nuvamente, verla en mi pasado, ir a los lugares en donde sentía haber ido muy feliz con ella, (aunque habiéndola escuchado no fuera cierto) o al menos era cierto para mí. Y eso hice, visité cada lugar en donde los dos habíamos caminado: al teatro, a las librerías, al cine mudo, a las playas deshabitadas, a mi cuarto, al hotel en donde le recité mi primer poema de amor, al vejo café que diariamente iba a esperar... y escribir, y, la verdad, sentí que recordarla me llenaba más que si estaba a su lado en vivo. Pensé también en las cosas que siempre quise hacer con ella, como visitar los museos, ir a los cementerios los fines de semana, etc. ¡Ah, sentí y pensé, nuca podrás dejarme mi amor...! Y sintiendo esto, sentí que el amor era mas grande para mí si yo le daba libertad al sentir verdadero...
Me sentí tan contento que le escribí un poema y en vez de dárselo lo guardé en un cajón, junto a todos los textos que guardaba para cuando algún editor descubriera mi talento. Ya eran pasada la media noche y decidí salir, como siempre, a buscar mi inspiración, es decir, ir al viejo café a esperarla, a esperar la llegada de la musa, esperar a que se sentara en la misma mesa que yo. Como siempre, vino ella, sombría, callada, vestida de negro, sentándose frente de mí. Me saludó con un gesto de cabeza, y yo la saludé, mientras toda la gente que estaba a mi alrededor se burlaba de mí, pues sólo yo podía ver a aquella bendita imagen, solo yo tenía aquella suerte, solo yo podía escuchar sus palabras que salía a traves del sonido de silencio, solo yo y nadie mas...


Lince, agosto del 2005

Tuesday, August 30, 2005

Jaulas

No recuerdo cómo llegué, pero allí estaba... Siete o nueve personas dentro de una jaula, encerrados como animales peligrosos. Me senté en el suelo pues no había una sola banca, nada, tan solo las siete o nueve personas que comencé a revisar con mis ojos, uno por uno... Me llamó la atención el primero pues estaba vestido todo de blanco, sin zapatos ni medias, era calvo o se rapaba, no lo supe, y eso fue todo lo que vi de él pues tenía la cabeza colgada como si fuera un mango a punto de caer por estar maduro. El otro parecía ser un niño, pero no lo era, estaba en calzoncillos, pero usaba zapatos y medias, y tenía el cabello negro y muy largo, aunque parecía no haberse bañado por mucho tiempo, a este tampoco le pude ver la cara pues el gorro le cubría... Otro era un tipo bastante bajo y gordo, usaba una especie de túnica de color azafrán, era muy velludo pues sus manos y pecho rebozaban sus vellos, su cabeza estaba cubierta por una capucha al estilo monje, estaba de rodillas con las manos juntas y con la mirada hacia la reja que era la única ventana, oraba en un idioma que no pude entender... Luego habían dos que parecían ser hermanos, estaban vestidos con el mismo color de ropa, zapatos y usaban unos lentes oscuros, lo extraños de ellos es que se miraban las caras, casi pegados como si estuvieran frente a un espejo... Por último habían cuatro enanos, todos vestidos de negro y cuidaba a un hombre muy grande que parecía estar totalmente dormido, cubierto totalmente por unos trapos de varios colores, sus pies eran como los de un gorila, pero tenía cinco dedos, los conté, y vi que sus uñas parecían ser la coraza de una tortuga....

Esos eran todos, y parecían no darse cuenta de mi presencia ni ellos de cada uno de todos los demás. De pronto escuché una voz que salía de alguna parte de la cárcel que decía que ya era la hora de salir a comer. Yo pensé que nos iban a traer siete o nueve platos con comida pero no fue así. Desde la parte más alta del techo cayó una masa gigante de algo de color verde. Todos, como perros furiosos se tiraron sobre aquella cosa, yo no pude, y aunque quisiera, el ver cómo se peleaban cada uno de ellos me hizo sentir que yo sería igual a esa cosa verde... Cuando terminaron de comer esa cosa, todos, volvieron a hacer lo que estaba haciendo desde que entré en la jaula.

Ya habían pasado cinco tres días y cada día era igual, y yo, sin haber probado un solo bocado... Al cuarto día me sentí como si fuera una bestia salvaje, y vi que el animal que llevaba dentro salía dentro de mí como si fuera un gato... pues apenas cayó aquel amasijo de comida verde salté mas rápido que todos y cogí con mis manos todo aquello que cabía... y luego, casi sin respirar, salté hasta llegar a cogerme de la ventana que estaba en la parte mas alta de la jaula. Vi, por primera vez los ojos de cada uno de ellos, eran unos ojos redondos, brillantes y negros, así como los del perro. Parecían ladrarme, lanzar aullidos, querer comerme, pero no pudieron, y cuando asumieron su impotencia se lanzaron sobre las sobras de la comida verde...

Así estuve viviendo por cerca de meses y meses... Mis ropas se volvieron oscuras, mis manos se transformaron en garras, y mis ojos parecían ver todo brumoso, misterioso, casi podía palpitar los pensamientos de las siete o nueve personajes que estaba en la jaula. Eso fue bueno para mí, y con el tiempo me acostumbré a vivir pegado a la ventana de la jaula. Al principio veía como los enanos querían treparse al lugar en que yo estaba, el gigante los miraba y lanzaba una sonora carcajada que parecía a los gruñidos de un elefante, los demás me miraban por horas y horas así como los perros que miran la luz de la luna... y yo, empezaba a mirarlos ojo a ojo y reía como esos malignos demonios que se saben inalcanzables...

Todo seguiría igual sino fuera que un día entro un nuevo inquilino, era una hermosa mujer, desnuda totalmente, parecía ser una perra, pero no lo era, era una mujer, salvaje, pero mujer. Tenía unos senos preciosos, un pubis maligno y misterioso, sus piernas y brazos eran fuertes y limpios de toda vellosidad, era hermosa, sino fuera que cuando se sacó el cabello de los ojos tenía los ojos igual a los perros...

Los primeros en lanzarse fueron los enanos que salieron volando gracias al gigante que la deseaba para ella, y cuando la cogió en sus brazos, ella, empezó a besarlo... De pronto, el gigante velludo lanzó un fuerte aullido de dolor porque la mujerzuela le había arrancado la lengua... La quiso matar pero el gordo vestido de túnica se le abalanzó y se la quitó de los brazos, lo mismo hicieron el calvo vestido de blanco, y el niño de cabellos negros y largos... Ellos la cubrieron y la cuidaron como si fuera su reina... El gigante lanzó un gemido, escupió sangre al suelo mientras todos los enanos le jalaban de sus ropas, lo echaban al suelo para que volviera a descansar. Miré a la mujerzuela y noté que estaba masticando la lengua del gigante como si fuera una presa sabrosa.

Estoy en el infierno, pensé. De pronto vi que mi cuerpo había adelgazado tanto que podía cruzar los barrotes de la jaula. Eso hice, y con mucha suerte escapé, bajando por las paredes gracias a las uñas y a la gran agilidad que había cultivado mientras viví en aquel lugar...

Ya en la calle, y libre de nuevo, comencé a alejarme a través del bosque, y mientras huía, vi cientos de jaulas gigantes, iguales a las que yo habitaba momentos antes, pobladas de todo tipo de gente. Con gran asombro vi a extraños seres de otro planeta cuidando a toda una raza en total extinción... Cerré los ojos, y sentí ganas de vomitar. Mi mundo, estaba acabado, pero algo dentro de mí decía que todo esto podía cambiar, y por ese sentir huí, y huí hasta llegar a una montaña para tratar de sobrevivir como un ermitaño. Cerré los ojos nuevamente, y me puse a meditar, y mientras meditaba una bella luminosidad se acercó hasta casi tocarme el alma, y sentí que estaba mas vivo que nunca, que eso era lo mas hermoso, importante y que había una esperanza en que todo iba a cambiar, pues, la vida de un insecto no podría ser tan mala, reparé…



San isidro, agosto del 2005

Monday, August 29, 2005

Pureza

Me senté sobre mi escritorio y decidí escribir cualquier cosa que hubiera pasado por mi existencia... Recordé a mi madre aconsejándome que cuidara mi salud y los negocios, a mi hermano que aun no podía trabajar por no tener papales en un país extranjero, a mi perra que la había sacado de la casa para dar una vuelta por el parque de la ciudad, y, luego, recordé el aliento que pasaba por mi pecho, y sentí que eso era lo más importante recordar, el aliento, el aliento que pasa una y otra vez como olas que mojan las arenas secas de mi existencia, dándoles una y otra vez vida, y nada mas que vida...

Ya mas tranquilo y con la claridad en el alma decidí escribir un poema de amor...


"Tu eres mi mejor poema de amor,
mi primera y última canción,
la luz que viene y alumbra
toda mi existencia de claridad,
la fuerza que no deja de jalarme
hacia el valle del amor..."

"Tu eres el sol que brilla
en mi corazón...
Por favor,
no me dejes
que todo mi ser
está sediento de tu calor..."

"Tu eres mi noche y mi día,
mi ser y mi sombra,
mi canto y silencio...
Eres lo mas hermoso
que ha llegado a mi vida..."


Luego de terminar de escribir este poema me sentí como si todo fuera nuevo, como un niño que llega a los brazos de su madre y comienza a mirarle los ojos para siempre...

Hace unos días un señor leyó mis textos y me dijo que eran muy buenos y que debía publicarlos. Le dije que hace meses que voy de editorial en editorial y siempre me rechazan mis textos. Insiste, me dijo. Está bien, insistiré, le respondí. Nos dimos la mano y lo vi alejarse de mi presencia no sin antes repetirme que algún día yo sería reconocido. "Está loco", pensé.

Uno no sabe por qué escribe, tan solo lo hace porque es lindo contar sus cosas a nadie en especial, por eso escribo en la Web sabiendo que unos ojos y conciencia tocarán mis líneas, y yo tocaré su corazón...

Miré mi reloj y vi que ya eran mas de media noche, recordé todo lo que tenía que hacer al día siguiente y decidí apagar la computadora y dejar de escribir hasta el día siguiente, puede que tenga mas suerte y pueda escribir algo tan hermoso como esa luz que vi por la mañana mientras me preparaba para ir a mi trabajo. Era tan bella y se manifestaba frente a la realidad que tuve que dejar de hacer lo que hacía y cerrar los ojos, pues sentí que, o era la muerte, o era dios... Y allí estaba, hermosa, luminosa, parecida a un feto, un embrión de luz que pareciera navegar en el centro del universo interior... Le pedí que no se alejara, que me ayudara en todos mis oscuros pasos que doy en este presente que nadie lo puede coger ni apreciar... pero ella se fue así como si se sumergiera en las profundidades de un océano de una brillante oscuridad... Cuando abrí los ojos supe que había estado frente a algo tan puro y divino que me sentí afortunado de estar vivo y de poder apreciar algo tan puro y hermoso dentro de mi...



San isidro, agosto del 2005

Sunday, August 28, 2005

Luminosa Oscuridad

Mejor no escribas, me dijo mi conciencia, pero yo, fiel a mi ignorancia, escribí un texto que lo llamé luminosa oscuridad...

Allí estábamos, como dos perros sin dueño, jugando con mi conciencia en medio de la calle cuando dos gigantescas personas con palos en los brazos nos llenaron de patadas y garrotazos... Con la justa pude huir, pero mi amigo, quedó tirado en medio de la calle, sobre un charco de sangre, mientras los tipos continuaban machacando su cuerpo como un bistec apanado... Antes de irme, volví a mirarlo... Ahora era un amasijo de sangre, carne, mostrando los huesos del cráneo que brillaban por las luces artificiales de la noche. No quise seguir observando y partí corriendo con la oscuridad de la noche cubriéndome... Llegué a una taberna, y pedí un poco de alcohol, el cantinero me pidió que pague por adelantado pero no tenía dinero. Me echó. Cuando estaba por irme vi de nuevo a los dos enormes personajes que habían masacrado a mi conciencia. Me senté como un gato y busqué con los ojos un lugar en donde pudiera esconderme. A la mitad de una cuadra vi una hermosa casa, cubierta por un enorme muro en todo su entorno. Caminé como un gato hasta llegar al muro y, sin saber cómo ni cuando, me trepé por sus muros como una araña hasta entrar en aquella casa y meterme hacia el interior a través de una de las ventanas... Tuve mucha suerte puesto que nadie habría captado mi presencia...

Me quedé mirando por la ventana de la inmensa casa hasta que esos gigantescos locos desaparecieran. Allí estaban, jamás los había visto, pero allí estaban, esperándome, y yo, no sabía el por qué, no sabía nada de nada ni siquiera recordaba mi nombre, ni el día o la noche en que estaba. De pronto, todas las luces de aquella inmensa casa se encendieron y reparé que había una gran cantidad de personas, bien vestidas, mirándome con los rostros llenos de júbilo y alegría, manifestándome que al fin había retornado a mi hogar.

Cantaron todos, ante mi gran sorpresa, y luego, trajeron abundantes regalos, colocándolos cerca de mis pies, y lo último que me puso anonadado fue que vino toda una familia, con sus niños y ancianos, mujeres y hombres, diciendo que yo, su familia, al fin estaba a su lado...

No les hice caso, pero les seguí la corriente, así que durante toda aquella noche me alimenté, bailé, conversé con toda la gente que veía por la primera vez, aunque ellos juraran conocerme... "Están locos", pensaba. Y cuando toda la gente empezó a retirarse de la casa, me quedé con unos niños y una linda mujer que decía ser mi adorada y paciente esposa, era tan bella que no dude en aceptar mi nueva u olvidada realidad. Me acosté con ella, y luego, me quedé profundamente dormido.

A la mañana siguiente, apenas abrí los ojos, vi que todo el lugar en que me hallaba era blanco y frío como la leche de cabra... quise moverme pero no pude, estaba enyesado, y me dolía todo el cuerpo. Cerré los ojos, buscando dormirme, con la esperanza de despertar en aquella hermosa casa, acompañado de aquella linda gente que decían ser mi propia familia, pero no, no tuve aquella suerte, pues no pude volver a despertar a voluntad... Tan solo comencé a ver todas las cosas, mis sueños como formas que parecían desvanecerse como si todo fuera de vapor... Quise salir de aquel sueño, pesadilla, pero, no pude... Vi que mi cuerpo lentamente empezaba a secarse hasta quedar como un árbol sin hojas ni aire, ni agua. Vi a cientos de personas con los rostros bellos pero tristes que pasaban por mi mente. Vi a esa mala gente golpeándome, y no a mi conciencia, y vi, por último, que mi conciencia me miraba con un oscuro rostro lleno de luminosas y oscuras lágrimas y pesar... Luego, no vi nada mas, tan solo sentí que algo que no era ni conciencia ni yo, flotaba y flotaba hasta diluirse como un respiro en medio de una tormenta de alientos que flotaban por todo un mar lleno de ignorancia y luminosa oscuridad...


San isidro, agosto del 2005.

Las siete vidas del gato

Hace unos días fui invitado al colegio de una de mis dos sobrinas de nueve y diez años a declamar un cuento para niños. La mayor de mis dos sobrinas me pidió que contara el texto llamado "El gato", que es uno de los textos que escribí ya hacía dos años... Le dije que sí.

Esa fue uno de las dos invitaciones que tuve para ir a un colegio de niños. La primera, que fue el año pasado y fue muy hermoso, y esta vez, fue muy especial. Llegué temprano y una de las profesoras del salón de una de mis sobrinas me dijo que disponía de media hora, así que me fui corriendo hasta llegar al salón de clases. No bien los niños me vieron, aplaudieron, se sentaron, y luego yo saqué mi texto para empezar a declamar... Una vez terminado, los niños comenzaron a hacer todo tipo de preguntas, y pude responder cada una de ellas no sin una dulce dificultad, pero, de pronto, una de las profesoras, que estaba sentada y pegada a los treinta niños, y que no la había visto llegar, me hizo esta pregunta: ¿Por qué ha escogido la historia del gato?. Respondí que fue mi sobrina quien me dijo que contara aquel cuento, pues bien podía haber declamado otro, pero, fue ella, y de una manera simple. Luego, no satisfecha por la respuesta, la profesora me volvió a preguntar: ¿Por qué dice usted que los gatos tienen siete vidas? No supe qué responder, cuando de pronto los niños comenzaron a decir que se debía a su gran agilidad, la manera tan individual en que viven, etcétera., o, que es tan solo un refrán, algo mítico. Luego de terminar y pasarme más de una hora, que disfruté tanto como los niños, me despedí de cada uno de ellos con un gigantesco abrazo y muchos besitos... Por supuesto que me acerqué hacia la profesora para agradecerle el tiempo que le había robado, cuando noté que sus ojos tenían la forma y el brillo de un gato. Me dio la mano y vi que sus uñas eran largas y muy delicadas, vestía toda de negro... No quise mirar mas, vaya a ser que viera la cola y allí si que quedaba demostrado que la fantasía era más fuerte que la realidad... Ya estaba en la puerta cuando escuché un pequeño maullido, volteé con temor, y vi que en el jardín que estaba al lado de la puerta del salón había un gato negro que entraba y se ponía en el regazo de la profesora de una de mis dos sobrinas...



San isidro, agosto del 2005.

Saturday, August 27, 2005

Simulacros

Aun continúo con el cuerpo adolorido y siento que me demoro en curarme. Espero que muy pronto me cure. Hay tanto que contar como por ejemplo la niña que está frente a mí, pegada a su madre, comprando figuras, juguetes que quien sabe para qué servirán… Imagino que la madre está divorciada, viste de oscuro, se cubre con una chompa de franela de color verde perico, tiene el cabello parcialmente teñido de amarillo oro que deja escapar algún manojo de hebras oscuras, negras como el color de los ojos de ella y su hija. Las veo alejarse cruzando la pista cuando un auto que parece estar apurado llega a embestir a la niña que sale volando junto a todos sus juguetes que su madre de pelo mal pintado y de cara llena de marcas de cansancio, aburrimiento y mucha resignación, le había comprado quizás para su tarea de colegio de fin semana…

Veo a la madre gritar como una bestia herida a la cual le han partido, arrancado la mitad de su vida. Parece un ser endemoniado, arrancándose sus pelambres de oro mal pintado, alzando sus brazos al cielo como si quisiera romper la cortina fría de mi fantasía. La veo coger a la niña que tiene los ojos en blanco, el cráneo abierto mezclado con su cabello, mientras la madre trata de sujetar los sesos y la sangre que brota de aquella cabeza que parece una calabaza reventada, metiendo todo aquello adentro del cráneo de la niña como si fuera una caja de plástico. La madre coge a la niña y se la lleva apachurrada en sus brazos. Todos están en silencio, uno de esos que enfrían hasta la sangre. Todos tienen la boca dura y abierta como si quisieran probar el sabor del sentimiento de aquella mujer de pelo mal pintado de oro que no termina de expresar a través de cada uno de sus movimientos. Todos la cuelgan en sus mentes como un cuadro de la última cena, todos menos yo, que dejo lanzar un suspiro y termino de escribir esta mentira pensando en que todo vaya a ocurrir algún día mientras veo a la señora de cabello de oro mal pintado cruzando la pista junto a su hija que deja escapar una muñeca que un auto apurado aplasta su cabeza sin ningún gramo de piedad que no sea las ganas de roda y rodar por esta pista en donde me hallo yo sentado en un auto, sintiendo el cuerpo adolorido, demorándome en curarme, quizás porque ya sea el tiempo de los achaques de la carne, pero no de la imaginación y observación como para escribir una mentira fea, linda… no importa, con tal que sea algo que sale de mí mismo…

San isidro, agosto del 2005

Posesiones Naturales

Son las doce de la noche y no sé si contarles lo que me ha pasado durante el día... Disculpen, pero, no puedo controlar la fuerza que sale de dentro de mí, y me dice que me haga hacia un lado y le deje ser, escribir...

"Mi nombre no importa, soy el hijo de alguien que hace mucho no existe, tuve cinco hijos, tres mujeres, servidumbre, y muchos caballos. Mi padre abandonó a mi madre, y mi madre me dejó en la puerta de una extraña casa que, en el futuro, fue mi triste y doloroso hogar. Allí tuve cinco hermanos mayores que yo, un padre terrible y alcohólico, y una madre que no dejaba de buscar amante tras amante lo que hizo que fuéramos todos diferentes. Nunca fui al colegio pero siempre me gusto observar a mi padre, era un tipo desagradable cuando estaba sobrio pero agradable cuando no lo estaba. Gustaba llevarnos a todos los hermanos al prostíbulo... Aún recuerdo a la primera mujer que tuve diciéndome: ¡ennntrrra chiiico! Y yo, como un coderito entré a las fauces de la loba, pues así la llamaban. Conocí el sexo, el amor, el odio y muchas enfermedades venérea, pero, como buen animal, siempre me curaba y muy rápidamente. Cuando cumplí los dieciocho años me escapé de la casa de mis padres prestados y con una meretriz me escapé de mi casa. Fue gracias a ella que comencé a leer, estudiar, hacer buenos negocios y, aprendí a matar... Es difícil la primera vez pero luego se te hace costumbre, sobre todo si te pagan por hacerlo. Tenía veinte años y ya era todo un asesino a sueldo. Me hice un experto, gané dinero y mucho temor de la gente. Me casé con la prostituta, tuve cinco hijos como ya les dije y, una mañana en que vi a toda mis cría durmiendo, a mi esposa desnuda tirada sobre la cama, me dio nauseas, una terribles nauseas que no se me pasaron durante toda la semana. Fui al médico pero no supo lo que tenía. Pero dentro de mi yo sabía que tenía que ver con el estilo de vida que llevaba... Luego de algunos meses decidí abandonar a mi familia no sin antes dejar una buena cantidad de dinero, exactamente la mitad. Tomé mi auto y me largué rumbo a la ciudad. En esos tiempos ya tenía poco más de treinta años cuando la luz de neón de los centros nocturnos me embriagó, haciéndome sentir que estaba en el verdadero infierno. Alquilé un cuarto y me compré una guitarra, eso era algo con lo que había soñado desde chico, y empecé a tocar, noche tras noche tocaba, y luego, inventé una canción que narraba parte de mi pasado... Increíblemente, una mañana un hombre que pasaba por la puerta de mi cuarto me escuchó y me pidió si podía cantar en su teatro. Acepté. Me volví en un canta autor. Me hice famoso y a los cuarenta y cinco años tuve mucho dinero, mujeres pero ni un solo hijo mas. En una de aquellas juergas sentí nuevamente las nauseas, yo ya sabía de donde provenían, era por la vida que llevaba, así que, nuevamente decidí irme a otro lugar. ¿Pero, adónde?, me pregunté, vaya donde vaya siempre encontraría los mismo, con colores diferentes, formas, olores, climas, pero yo sabía que las nauseas volverían a mi vida... Así que tuve que hacer un cambio radical. Me metí a un convento como voluntario, quise ser un santo, o, algo por estilo, quería sentirme, al menos, el resto de mi vida bien, en paz... o algo que se le asemeje. Viví en aquel lugar por cerca de diez años y, en verdad, la austeridad es un disfraz que esconde toda la montaña de nuestras pasiones, pero nada mas... Por mas que oré, me castigué, nada de nada... las nauseas venía y venían, hasta que tuve que salir de aquel apacible convento y largarme a vivir dentro de una cueva tal como un ermitaño. Allí, en el vientre de aquella montaña perdí la razón, me llevaron al sanatorio y me quedé hasta mi último aliento... Por suerte conocí a un tipo que gustaba ver el cine y junto, en el sanatorio las pasábamos mirando todas las películas que daban. Yo, ya era un anciano, tan solo esperaba la muerte, el dormir en paz, nada mas... Pero, una noche de insomnio salí a la terraza a caminar y levanté la vista al cielo y pude mirar la vastedad del universo, eso, me cautivó para siempre... Desde aquella noche no hubo momento en que no dejase de hablar de las estrellas, de la luna, del sol, de los puntos que veía, o creía apreciar en la oscuridad total del universo. Eso hizo el milagro de darme un sentido pues no hubo noche en que no me pusiera a escribirle a la luna, las estrellas, los cometas, el silencio, los pensamientos que parecían materializarse como pescados y pulular a través de mi sensible conciencia... Mi vida cambió, y, una noche sentí un llamado especial que me decía que valla, que valla... y así que salí del sanatorio a mis ochenta años y tal como un lobo en la oscuridad empecé a correr siguiendo las voces que escuchaba desde el fondo del universo... Caminé y caminé hasta llegar a un bosque, un lago, un sendero que parecía querer llevarme como si fuera una alfombra movediza. Y caminé y caminé durante toda la noche hasta llegar a un abismo... Miré el fondo y estaba tan negro como una noche sin luna, y escuché que vuele. Lo sentí tan claro que sin dudar me tiré al abismo y, para mi suerte, empecé a flotar, y mejor, volar así como las nubes hasta enrumbarme a la luna y diluirme en su plateada belleza. Mientras me acercaba, la luna se hacia mas grande y mas grande y mas grande hasta que todo se volvió luz.... Y bueno, cómo he llegado a contarles mi vida, es simple, soy uno de los hijos de la noche que navegan como puntos brillante por todos los espacios que tiene el universo, y en este caso, he llegado hasta el corazón de este fulano que se le ve tiene muchas ganas de escribir aunque no sabe de qué, por ello es que en estos lugares fuera del tiempo, yo, existo a través de su total aquiescencia, belleza y paz..."

Milagros como este no son frecuentes en mi vida. Ya no me pregunto si fue un fantasma quien escribió este texto, no, ahora uno lo deja ser, como si se tratara de un juego nocturno, como cuando uno era un niño y puede apreciar la presencia de brujas, gnomos, y seres que tan solo existen en nuestra imaginación, y en nuestros sueños mas extraños… Uno aprende a conducirse a través de la existencia como si tan solo pudiera saber el paso, la huella mas próxima a dar, de pronto, es testigo que tras la cortina del silencio, la noche, respiran existencias en una dimensión que jamás se podrá entender, pero sí sentir cuando alimento el corazón de eso llamado amor, belleza, paz…

San isidro, agosto del 2005.

Thursday, August 25, 2005

Exterminador de sueños

En cuanto a mi salud, estoy mucho mejor, espero que los dioses me den de sus gracias y bendiciones… Ahora tengo que salir al campo de batalla donde miles de hombres y mujeres del otro bando lucharán por sus tierras que son sus vidas… Y yo, y mis hombres lucharemos por expandir nuestra gloria y poder por los siglos de los siglos.

Hace ya cerca de veinte años que continúo luchando, hemos vencido a casi todos los pueblos del mundo, y estos, los que están al frente de nosotros son los últimos que quedan. Los puedo mirar a través de mi tienda que se halla en la parte más alta del campo de batalla, los puedo ver: hombres, mujeres, niños, ancianos cogidos de garrotes, cuchillos, palos, ollas… Son millones, y nosotros, somos el triple de ellos, sin embargo, cada momento antes de cada batalla me gusta observarlos, aún vivos, mirarlos a los ojos, sus cuerpos sanos o heridos, sus ropas, escuchar sus gritos por eso que llaman libertad…

¡Qué estupidez! Libertad, libertad, palabra estúpida, sueño de poetas, esperanza de hombres que no se conocen ni a sí mismos, de gente imberbe, que piensan en que una vez que nos venzan encontrarán el significado de aquella palabra, maldita palabra… La misma que me hizo ser lo que soy, un exterminador de los sueños, de la gente que cree en las palabras que existen en los libros… Insensatos, pero, es divertido verles después de cada victoria, ver sus cuerpos destrozados, sus ojos sin brillo, sus niños llorando sobre las montañas de carne sin vida… Todo es siempre lo mismo, y todo por la misma palabra: libertad, la misma que escuché a mi padre decirle a mi madre mientras le arrancaba el corazón con una daga para luego mostrármela en la palma de sus manos, y decirme mirándome a los ojos:

- Esta es la libertad, un corazón sin alas, sin vida…

Mis hombres se están alistando y un sabor en el alma me hace más fuerte, me siento un coloso y veo al mundo del color de la sangre del corazón de mi madre. Me agrada sentir que todo es así al principio para luego volverse todo cenizo, gris, seco como los ojos de un niño muerto con una bandera blanca ensangrentada en su pecho…

¡Qué estupidez! Libertad, libertad, libertad, libertad… mi sueño rojo, mi callejón sin final, que no terminará hasta que las fauces de la noche consuman toda mi salud y toda mi vida…

San isidro, agosto del 2005.

Wednesday, August 24, 2005

Descargas

Estaba muerto, totalmente muerto, y yo lo había matado. Era la primera vez que le veía, sin embargo, verlo así, echado como un pedazo de tronco seco me daba una extraña sensación de familiaridad... Me le acerqué cautelosamente pensando en que quizás todo fuera una broma, uno de esos juegos de simulacro, o de cine mal hecho, así que lo zarandeé, le di una patadita al cuerpo, luego otra y otra, pero nada, cada vez se ponía mas tieso y pálido. Está en verdad muerto, pensé.

Salí del departamento en que había lo había encontrado y regresé a mi casa, no sin antes tirar el arma homicida al río. Cuando llegué a mi cuarto aún permanecía el señor de rostro oscuro y bella sonrisa mirando la televisión, comiendo un par de salchichas y listo para salir e irse no sé hacia adonde. Apenas estuve frente a él me preguntó si ya lo había matado. Sí, le dije. Muy bien, ahora sí, ahora ya estás listo para despertar y comenzar una nueva vida... Pero, le dije, qué hago con el muerto, qué va a pasar cuando descubran que fui yo, bajo su pedido y consejo, quien lo mató. No te preocupes por él, me respondió, pues aquel hombre jamás ha existido, ahora, ya se ha esfumado, así como el humo, y tú, ya puedes empezar a vivir de nuevo... Se puso su saco blanco, cogió su maletín de cuero, me dio la mano con una sonrisa de oreja a oreja y salió de mi cuarto. A través de mi ventana lo vi alejarse, subir a un auto oscuro y perderse entre todas las luces artificiales de la noche...

Y ahora qué hago, pensé, qué voy hacer con mi conciencia, por qué le hice caso a aquel extraño señor que vino a mi cuarto como si siempre me hubiera conocido, por qué me dejé convencer por sus palabras cargadas de sabiduría, encanto y elocuencia... Quizás yo siempre fui un asesino y nunca lo supe hasta que él me aconsejó que matara, que matara a cualquier persona que se me ocurriera para desahogar el vacío que cargaba en mi existencia, quizás fue eso lo que me indujo a buscar a cualquier persona que jamás hubiera visto, y meterle cinco plomazos en el pecho, con una almohada para que no hiciera ruido... Estaba confundido, muy confundido y fue por eso que decidí ir a la policía y entregarme.

Entre en la oficina de la policía y me senté. Me preguntaron qué era lo que deseaba a estas horas de la noche y le dije que había matado a una persona. Me miraron como si yo estuviera drogado, loco, o idiota. Luego, empezaron a burlarse de mí. Tuve que pedirles que me acompañaran al lugar en donde encontré al señor y lo maté. Mientras caminábamos los policías me advirtieron que si bromeaba me iban a meter adentro por faltar el respeto a las autoridades.

Llegamos, subimos las escaleras, empujé la puerta y, antes de entrar les pedí que fueran ellos quienes entraran, yo, les seguiría. Luego de prender las luces y buscar por todos lados al muerto, no encontramos nada. Tocamos la puerta de unos vecinos y preguntamos si conocía a la persona que vivía al costado de ellos; y los vecinos respondieron que hacía años que aquel departamento está desocupado...

Estuve metido en la cárcel por una noche. Iba a quedarme por tres noches pero vino aquel extraño señor con la misma sonrisa, el mismo que me había pedido que matara a la primera persona que no conociera, para luego, pagar la fianza y sacarme de la cárcel. Mientras salíamos, él comenzó a cantar una bella melodía como si se tratara de un santo. Le pregunté el por qué estaba tan contento... No me respondió, pero me acompañó hasta mi cuarto y me dijo que no debería sentirme culpable por haber hecho lo que hice, que todo esto que vivía era como una ilusión, un juego, un enigma que yo debía descubrir si actuaba con simpleza, tal como un niño que juega siendo conciente mas que de su juego. Me dio la mano y se alejó nuevamente de mí, no sin antes decirme que debería volver a empezar otra nueva vida.

Ya estaba por llegar a mi cuarto cuando decidí no entrar, vaya a ser que encuentre a otro extraño señor y me pida otro tipo de cosas mas extrañas aún. Así que cogí todo el dinero que tenía en el bolsillo y me fui al puerto de buses más cercano. Compré un boleto y subí, esperando partir y alejarme de aquella ciudad en que viví desde que había nacido. Cuando el bus empezó a alejarse de la ciudad sentí como si un gran peso estuviera soltándome… Miré al señor que me acompañaba y vi, con sorpresa, que era la misma persona que yo había matado… Iba a bajarme pero recordé las palabras de señor de rostro oscuro y hermosa sonrisa: aquel señor, nunca ha existido. Extendí mi mano, y me presenté al señor que en algún extraño momento de mi otra vida le había metido cinco plomazos con una almohada para que no hiciera ruido.



San Isidro, agosto del 2005

Tuesday, August 23, 2005

Dudas Internas

¿Puede uno vivir sin dejar de escribir? Eso es lo que me preguntaba mientras pensaba camino hacia mi casa y me dije que sí era posible, e imaginé las cosas que podría hacer en su reemplazo, por ejemplo: me dedicaría a ver la televisión, visitaría a mis amigos y amigas, iría al cine, al teatro, a la ópera, me dedicaría a estudiar un curso de computación, trabajaría mas horas de las que trabajo, tomaría licor con mayor continuidad, leería mas libros de los que leo, me metería a un gimnasio, iría los fines de semana a cualquier lugar en donde halla sol, arreglaría mi moto que no la uso desde que escribo, meditaría mayor cantidad de tiempo, caminaría con un walkman escuchando música clásica o jazz, llamaría con mayor continuidad a mis parientes lejanos y cercanos, llevaría todas la noches a mi perra durante dos horas, conversaría con mis parientes con mayor alegría, bueno, creo que haría muchas cosas, quizás demasiadas, pero... ¿dejaría de escribir?, no.

Hoy fui a escuchar a un señor de la india, hablaba acerca de la paz interior, de la felicidad, y, de todo lo que dijo se me quedó grabado una parte que dice mas o menos así: “... Cada vez que estoy en Milano me paro frente a unos niños y les pregunto que es mas importante, la vida o el dinero, y los niños me responden que la vida; y cuando voy a Barcelona estuve frente a dos chicas muy guapas y majas y les hice la misma pregunta, pero ellas respondieron que las dos, les exigí una sola respuesta y respondieron que la vida... Luego les dije qué harían con su vida, y ellas respondieron que ser felices...” Me quedé pensando en su manera de declamar con una sonrisa que parecía ser la de un niño. Me agradó aquel tipo pero tuve que salir e irme a otro lado, preguntándome qué haría en esos momentos con mi vida... y me respondí que me gustaría ser totalmente feliz, y cómo, me dije, y me respondí que escribiendo aquello que siento dentro de mí, eso me hace muy feliz, entonces, ¿puedo renunciar a escribir si eso me hace tan feliz?... No.

Aun recuerdo las primeras letras que escribí hace ya tantos años cuando mis padres me llevaron a un psicólogo para que traté mi depresión, diciéndole al doctor que yo tenía todo pero que no era un tipo insatisfecho. Conversando con el doctor que era una mujer, me dijo qué era lo que quería ser; le dije que no lo sabía y que si ella me pudiera decir se lo agradecería eternamente. Ella me pidió que escribiera, dibujara, sobre aquello que yo sentía para la siguiente entrevista... Aun recuerdo lo que hice, fue un dibujo acerca de una mano unida por un reloj con otra mano, luego, un hombre que estaba enraizado con la tierra y extendía sus brazos en forma de ramas hacia el sol, y el último dibujo era una especie de oscuridad en que solo se veía en su centro un puntito blanco, eso fue mi dibujo. En cuanto a mi escrito puse muchas cosas que no recuerdo, pero de lo que sí me acuerdo fue que puse algo que sentí con real sinceridad, y eso fue: te amo doctora... Al día siguiente le entregué mis dibujos y mi texto. En cuanto a mis dibujos ella dijo que eran muy interesantes, pero cuando se puso a leer mi texto vi como lentamente bajaba su mirada reglón tras reglón hasta llegar al último en donde decía que yo la amaba... Sus ojos se abrieron mas de lo normal, su boca se puso enhiesta, sus manos parecían ser dos tenazas aferrando un pedazo de carbón al rojo vivo cuando cogió el papel y lo puso casi pegado a mis ojos preguntándome: ¿qué significa esto?... Me sentí como esas tortugas que se esconden en su concha, o capazón, y le dije que nada, no significaba nada. Le mentí, pues eso era lo único auténtico en mi texto. Ella me presionó, llamó a mis padres, les dijo lo que yo había puesto, me avergonzó delante de mis padres, y yo, como siempre, sonreí como un idiota. Han pasado muchos años, y aún me acuerdo de esas palabras y recién hace unos años sé la respuesta del por qué le escribí eso a la doctora, era porque así lo sentía, sentía que era la persona que podía ayudarme y me estaba ayudando como nadie al escucharme y darme la autoestima que necesitaba, eso fue un sentimiento hecho letras pero que ella no supo aceptar, ver, sentir... tan solo eran unas líneas y eso fue lo que me ayudó a salir de mi depresión, escribir acerca de lo que sentía, pues me ayudaba a expresarme de la mejor manera...

¿Podré dejar de escribir? No, no lo creo. Es bello escribir, es como bailar sobre una pista de hielo como si fuera una bailarina rusa con patines de hielo, es bello escribir con la tinta del corazón y la presión del sentimiento, dejarse llevar como si fuera una vela que va hacia la mar, hacia el sol, al lugar en donde el amor es dorado, tierno como el rostro de dios...

Saturday, August 20, 2005

El señor Borges

Nunca imaginé que me llegaría una invitación al aula principal en donde el gran escritor argentino Jorge Luís Borges iba a escuchar, pero no ver, a lo noveles escritores del colegio. La invitación era para el día de hoy por la noche. Miré todos mis escritos y no sabía cual de ellos podría gustar a Borges así que me senté en suelo al estilo del "pequeño saltamontes" en la película "Kung Fu", y me puse a meditar un par de horas hasta que la conciencia se me iluminara y me hiciera ver el cuento más apropiado a declamar delante del gran maestro argentino... De pronto sentí que el tiempo se me cruzaba por la frente así como un pañuelo de seda, vi que en la oscuridad de mis ojos un pequeño claro se abría lentamente y vi que el gran Borges se me acercaba con gran curiosidad, como si yo fuera un feto dentro de una botella de vidrio y me dijo con sus ojos secos y esa sonrisa medio torcida que escupen los ciegos...

- Agradable es la nuez cuando empieza con ayuda de dientes naturales a caer trozado sobre un amasijo de hebras de roble con agua y con hilillos del tiempo empieza a germinar algo verduzco y frágil, feo y tierno un extraño y original feto que tengo ante mis secos ojos... Es lo opuesto a la belleza pero es auténticamente bello...

Abrí los ojos y sin dudar un segundo fui sobre mi escritorio y escribí un texto que mas o menos hablaba acerca de un hombre que a la mediana edad se encuentra con un hombre sin ojos que le pide sin pude trocar su vida por el hombre exitoso y de mediana edad. "Pero qué gano yo con todo esto", preguntó el hombre exitoso. "Toda la piedad de los hombres y una oscuridad que te llevará la camino mas corto hacia tu propia naturaleza", respondió el ciego. El hombre exitoso se puso a ver su pasado, lo sacó de su conciencia y lo puso sobre una balanza... y vio que no tenía peso, era nada, puro humo... Bajó la cabeza y cuando la levantó vio al ciego con las manos extendidas, mendigando un par de ojos. Sonrió y sin dudar y con gran delicadeza se arrancó ambos ojos y se los dio al ciego. Se dieron la mano y cada uno se fue por caminos diferentes prometiéndose que algún día en la noche última volverían a hacer otro tipo de negocios...

Lo firmé y fui directo a la sala de audiencia en donde todos los alumnos esperaban la presencia de Borges. No bien llegó todos empezaron a aplaudirles sin parar, y él, esbozando una sonrisa muy fea y temblorosa alzaba las manos como diciendo: "Muchas gracias, soy ciego pero no sordo"... Se paró el director del colegio y seguidamente empezaron a desfilar los primeros alumnos con su poemas y cuentos que declamaban en el centro del auditorio principal... Noté que todo el mundo miraba a Borges, sus gestos, sus labios, sus piernas, cualquier temblor que surgiera en su cuerpo, pero, nada... Noté que a medida que los alumnos pasaban, Borges bostezaba mas y mas como diciendo a qué hora termina el circo. Cuando me llegó la hora, las piernas me temblaban, la voz no quería salir, tuve que pedir un poco de agua provocando que todo el auditorio se pusiera a reír, menos Borges que parecía estar agarrotado en su asiento esperando que todo concluyera. Hablé y a medida que avanzaba noté que el gran maestro argentino empezaba a enderezarse así como si fuera un títere y cuando estaba por concluir, con sorpresa vi que el gran escritor argentino se paraba y con ayuda de su secretaria salía del auditorio sin decir una sola palabra... De pronto, se detuvo cuando yo había terminado de contar mi texto, y el, le dijo a su secretaria algo que ella copió en un papel, luego, salió ante el efusivo aplauso de todo el público asistente.

Y allí estaba yo, solo en el centro de la sala sin nadie que me diga nada cuando una suave mano me tocó la espalda. Era la secretaria de Borges. Y con una bondadosa sonrisa extendió su mano para entregarme una nota con la firma de Borges. La cogí y muy agradecido por la misiva salí corriendo hasta llegar a mi cuarto. Prendí las luces, abrí el sobre y leí: "Es la historia mas estúpida que he escuchado esta noche, pero, es lo más auténtica que le escuchado desde que soy ciego... Sigua así”, y la firmaba Borges.

No supe cómo interpretar el texto, pero continué escribiendo a lo largo de mi vida, sin entender muchas veces lo que escribía... pero siempre supe que cada letra era mía, solamente mía y de nadie mas...




San Isidro, agosto del 2005

Friday, August 19, 2005

Juegos de Vida

Me gusta escuchar a Mozart, no sé por qué a mucha gente no le gusta pero ya me he cansado de entenderles. No todos tenemos los gustos iguales, ni siquiera la cara ni las ganas de vivir. Unos desean comerse la vida a través de sus ojos, en mi caso es diferente... miro al mundo, a la gente que me cruza por la calle y sigo de largo como si yo fuera un fantasma. Siento que no pertenezco a su mundo ni siquiera se dan cuenta que en medio de todo su entorno hay algo tan simple que puede cautivar al ser mas confundido que es su propia respiración, yo lo hago. Cada vez que vienen las tormentas, nubes, rayos, es decir los problemas en sus diferentes grados de calor y forma me gusta buscar el centro de la tormenta, aquello que es el origen de todo lo creado y eso es la respiración. Una respiración, luego otra y otra y otra y de nuevo viene la calma, la claridad, la alegría, es mágico y simple vivir de acuerdo a aquel regalo que uno lleva consigo desde que vino a este mundo.

Hoy fui al cine, solo como siempre, pasaron una película futurista en donde los clones encuentran su propia vida y se ve que son más simples, puros, sanos que los seres verdaderos... Uno de ellos se escapa y encuentra al ser humano del cual es copia y se ve reflejado pero no identificado, se sabe dueño de su propia vida y vive su propia vida. Me hizo pensar en el mundo del futuro... ¿Cómo será? ¿Tendrá el ser humano las ganas de vivir para siempre? En mi caso quisiera vivir no mas de noventa años, creo que es suficiente para mí, ya no habría nada que saber de uno mismo pues sino no lo la encontrado antes es imposible que lo haga cuando ya no tenga mas que ganas de descansar como un vegetal, aunque pueda obtener un cuerpo nuevo. ¿Qué hará? ¿Hará las mismas cosas que antes? ¿Buscará los mismos amigos? Yo siento que es suficiente con los años que el cuerpo puede aguantar... ¿más? no es necesario... ¿Qué habrás mas allá del abismo negro, de la muerte? ¿Habrá otro tipo de vida?, no lo sé pero ni deseo saberlo, lo único que anhelo saber es quien soy ahora, nada mas... En ello, siento yo, encontraré toda la felicidad del universo. Seré un hombre pleno y sin necesidad de nada más...

¿Seré un dios, un demonio, un ángel, un hombre?...

¡Qué misterio, qué enigma, qué bendito juego!


San isidro, agosto del 2005

Tuesday, August 16, 2005

Aquella sonrisa

Tengo la pierna podrida... La miro y me da nauseas. Me gustaría tomarle una foto y sacarla y enviarla a cada persona que ve la Web, pero no creo que sea posible. ¿Cómo llegué a esta posición? No lo sé. Así como muchos yo navegaba en el mar de la mediocridad y creí, firmemente, en las palabras de las personas, pero, como todas las cosas, las palabras se esfumaron como pompas de jabón. Mi vida es triste, demasiado como para contarla. Tengo cuarenta y nueve años y hace diez años que he muerto y enterrado en un pozo donde colocan a los locos o personas que no se les conoce su nombre ni nada de nada... Si no fuera por mi amigo que estos momentos escribe este texto yo quedaría en la nada, pero su recuerdo de alguna manera me salva, me hace revivir. Aún me acuerdo cuando lo vi por la primera vez. Estábamos buscando trabajo en el norte del país. Yo era karateca y fácilmente conseguí trabajo en una sala de baile. El, se quedó como ayudante de cafetería. Los primeros días eran lindos, nos encontrábamos a la salida del trabajo y nos íbamos a un café a contarnos todas nuestras peripecias, él era un tipo tranquilo y tenía una sonrisa que daba gusto, uno le podía tirar bromas pesadas pero siempre las tomaba con esa sonrisa que nunca pude olvidar, quizá por eso es que siempre le comparé con el amigo, compañero, hermano que siempre deseé tener... pero, como dije, las palabras, las malditas palabras... Una tarde vino al trabajo el dueño con su hijo, y, ambos me miraron mal como si fuera un marciano, o un leproso, yo, no pude callarme y les dije que a quien miraban, ellos se miraron y me dijeron que estaba despedido, así de fácil. Me fui con rabia y le metí una pateadura al hijo del patrón, ¡para qué hice eso! Me costó una pierna rota, y la cabeza hecha puré de sangría. Estuve en el hospital, mejor dicho, en una posta médica que no es lo mismo pues no hay cama más que por horas, luego, te mandan al suelo... y, a ver quién te ayuda. Era horrible, el dolor, la gente, la indiferencia de las enfermeras... no existía piedad, nada, estaba en el infierno y recién me había dado cuenta... Después de cinco días de estar en el suelo y sin medicinas, me echaron, como un perro, creo que peor...

No se imaginan la cara que tenía... enrollado de gasa, los dientes rotos, la pata... en fin, yo era una momia pobre pero aun respiraba. Así fue como me volví en mendigo, sin amigos, enemigos, nada. La gente me tiraba una que otra moneda, y yo empecé a volverme loco de rabia y lloraba como un perro y la gente se asustaba y me echaban barro y agua hasta que una tarde vino un camión y me llevaron hasta las afueras de aquel infierno. Me quedé en la carretera, cojo, con hambre, y con el rostro desfigurado. No sé cómo es que llegué a mi ciudad, pero fue para peor. Mi pierna estaba podrida y los enfermeros querían cortármela. No quise y como si fuera un gusano, me escapé y volví a mendigar por la calle. Vi que la mejor manera de recibir algo de comida era acurrucarme a la basura, eso hice. Miraba como la gente me observaba como si yo fuera esas bestias salvajes a las que miran a través de las rejas y les avientan comida y algo con que cobijarse. Me acostumbré a vivir en los basurales y un día, un hermoso día volví a ver a mi amigo, sí, aquel amigo que había conocido en aquella ciudad del norte. Me miró, yo, no pude mirarle. Escuché que me llamaba, pero no quise escucharle. Cogí una piedra y se la tiré... Todos se asustaron menos él que, para suerte mía, mostró aquello que hacía muchos años no veía... esa sonrisa buena, ese candor que uno necesita para suavizar sus penas en el mundo. Lo vi alejarse y cuando me estaba por arrastrar para saludarle vi que un auto se me montaba encima de mí haciendo de mi cuerpo como un trapo que se intenta exprimir, luego, no vi más, pero... esa sonrisa, esa sonrisa no pudieron arrancármela, exprimírmela, ni siquiera la muerte... ¿La prueba? No ven que soy yo quien les escribe contándoles una partecita de mi desgraciada vida. Sí, aquel muchacho de la sonrisa generosa se volvió escritor, y yo, gracias a sus recuerdos, imaginación, he vuelto a su vida y a la mía, en verdad, una sonrisa puede darte la vida, o, la eternidad...



San isidro, agosto del 2005

Sunday, August 14, 2005

El pájaro azul

Estaba totalmente escondido tras montañas de basura cuando una hermosa ave de color azul oscuro se posó muy cerca del lugar en donde me escondía... De pronto, empezó a cantar, era hermoso ver su garganta elevarse hacia el cielo y lanzar como un dragoncito largos fuegos transparentes de belleza y melodioso sonido. Me enamoré de su canto y, como un resucitado salí del pozo de trapos en que me hallaba, acercándome lo más que podía... Y cuando estuve a unos pasos, calló, me miró de lado y abriendo sus largas alitas azules y blancas como la nieve empezó a volar hasta llegar a un lugar en donde no la pudieran tocar. Me encaminé hacia ella y cuando estuve bajo el inmenso árbol en que se hallaba le clamé que cantara su hermosa canción... Me miró nuevamente de lado, y con total indiferencia, tal como una mujer, se fue a otro árbol mas grande y más lejos.

Y así la pasé durante toda la mañana hasta llegar a un abismo negro como la noche. Ella se detuvo en el filo del abismo, y como despidiéndose de mi, empezó a cantar la mas bella melodía que nunca antes había escuchado. Cerré los ojos ante tanto éxtasis y en mi abismo interior, anhelé ser como ella, un ser que expresara belleza, y expresarla a todo el universo con total libertad...

Cuando abrí los ojos, el pájaro azul estaba frente de mí...

- Sígueme - me dijo

- Pero... yo... no tengo alas...

- Sígueme - volvió a decir y, sin esperar a que yo respondiera se lanzó al vacío, volando en forma caprichosa, cantando en su vuelo, haciendo que todos los seres cerca de ella y el negro abismo cobraran belleza y encanto...

No pude resistirme más y me lancé al abismo, y caí, caí, caí... Era tan profundo el hoyo que llegó un punto en mi caída en que todo se hizo más y más negro que la misma noche, y mientras continuaba mi caída volví a escucharla decir que la siguiera... Abrí mis brazos y piernas tratando de volar, y vi que mis dos extremidades se salían de mi ser como si fuera un pedazo de ropa, luego, vi que mi cuerpo empezaba a desintegrarse como un árbol sacudido por el viento hasta quedarse sin hojas... y cuando vi que yo, ya no era nada, empecé a flotar como una pequeña pompa de jabón, y flote y floté hasta que la pompa reventó, saliendo una chispa, luego otra y otra hasta que me hice miles de chispas, y allí sentí que todo era armonioso, hasta la misma oscuridad se hizo como un bello y calmo océano, y me di cuenta que yo era como una estrella que viajaba de un lugar hacia otro iluminando todo lo que había a mi alrededor.. Mostrando belleza y más belleza, y todo, en total armonía... como el canto del pájaro azul...



San isidro, agosto del 2005

Pensamientos impropios

"Cuando veo a los ciegos, con una mano cogiendo su bastón, y con la otra mendigando con una tacita azul, entre la acera y la pista… Y cuando veo a los locos alzando sus dos brazos, tratando de abrazar, besar, amar el aire que respiran... me pregunto: si soy yo quien está ciego, quien o está loco..."

"Cuando veo a un perro callejero cruzando la pista llena de autos, me pregunto si no desearan morirse, o tan solo gustan de arriesgar su vida sin razón... Le miro con pesar, quizás yo sea quien camina por la vida arriesgando mi atención, mi tiempo en cosas sin gran importancia y sin razón..."

“Qué será de mi cuando llegue a ser anciano y no pueda comer por mi mismo ni dormir sin tomar pastillas… Habrá una mano que me de de comer, y un lugar donde pueda descansar… No lo sé. Por eso, me causa pena aquellos que se cogen de aquello que se gasta, como la carne y los pensamiento… cuando es el corazón lo que hay que cuidar y querer como si fuera un amigo, una planta, un niño…”

“Nunca llegaré a ser rico ni pobre, pero siempre miraré el cielo y pisaré la tierra en que vivo, y ya sin cargas ni pesares podré sonreír con verdadera libertad…”

“Mis padres siempre me observan como si fuera un niño, es verdad, yo soy un niño… Y yo veo a mis padres como niños, y eso también es verdad, aunque continúen querer jugando a ser mis padres…”

“Tengo tantos libros en mi casa, tantos amigos en la calle, tanto trabajo en mi vida, tantos amores vividos intensamente que… me pregunto: por qué algunas veces me siento tan triste y solitario…”

“El primer recuerdo que me viene desde que nací es aquel en que estoy mirando, desde algún cuarto y a través de dos tubos negros… y veo gigantes, manos, y siento un dolor incontrolable, luces, sonidos irritantes; un lugar totalmente insoportable, cubierto de una tela almidonada, frazadas con pelos molestando mis ojos y nariz, y un ahogo constante por respirar… y siento que estoy cada instante muriendo y volviendo a nacer… hasta que me veo pasar solo, caminando tras esas manos gigantescas y poderosas, cayéndome una y otra vez, para luego gritar en por qué no puedo dejar de sentir dolor… ¿por qué? Y así continúo, hasta que salgo a una calle rodeando de la gente de manos poderosas y no entiendo lo que veo… Todos son colores, sonidos, fríos, calores, sudores y nuevamente siento que muero y vuelvo a nacer… Hasta que me veo correr como si flotara en el aire y es hermoso, siento libertad, ir de un lado hacia otro, es bello… Me veo escapar de las manos poderosas y corro sin parar hasta sentir que el lugar que me rodea tiene otro olor, sonido, color, y siento que más allá hay otro mundo, un lugar misterioso y, quizás, más adelante lo pueda conocer…

Eso es lo que pensaba cuando repasaba mis primeros recuerdos, y ahora que veo a un niño, no le digo nada, el mundo es muy duro, lleno de decisiones y acciones y reacciones… quizás él llegue a agradar a la mayoría, y reciba la gloria de los hombres, pero nada mas…

Uno tiene que vivir como se debe, aprendiendo a valorar lo importante que es la respiración, pues, sólo ella nos acompañará el resto del camino… así como lo ha hecho desde que puedo recordar…”

San Isidro, agosto del 2005

Accidentes

Había vendido casi toda la mercadería que subí al auto pero mi cabeza estaba por reventar de agotamiento, o quizás a punto de sufrir un derrame pues no había tenido tiempo ni siquiera de comer ni pensar... Y cuando estaba por llegar al taller vi un auto volteado en mitad de la pista con pedazos de vidrios regados por toda la calle. La gente, como sedientos de eso llamado morbosidad de sucesos sangrientos comenzó a aglomerarse como buitres. No me gusta ser curioso ni ver sangre de un ser humano ni mucho menos, a un muerto, pues, note un cuerpo echado en la pista y cubierto por cartones y papeles empapados por mucha sangre... Seguí de largo. Decidí mirarlo por el retrovisor. El auto de la misma marca que el mío, del mismo color y, al contrario de mi suerte, estaba lleno de una mercadería que, noté, era de una de las tantas competencias que tenían mis productos...

No sé si fue curiosidad por averiguar el tipo de marca, el nombre del dueño, pero, me detuve. Bajé del auto y caminé hasta llegar al tumulto de gente, curiosos y policías que empezaban a llegar al fatal suceso. Pregunté a uno de los curiosos, que me pareció el hombre mas tranquilo y honesto de todo el universo, acerca del accidente. Me dijo que el auto tuvo que desviarse para no atropellar a un perro, chocando contra el poste que estaba en una esquina de la calle, para luego, empotrarse contra un container, haciendo que el chofer saliera disparado por los aires... "¿Y el chofer?", pregunté. "No le ocurrió nada", respondió. “¿Cómo lo sabe?”, le pregunté; y me dijo que el chofer era él, que su cuerpo, por suerte divina, cayó sobre un gramado de hierbas que se hallaba justo detrás del poste donde ocurrió la primera colisión... y que el muerto era un curioso que pasaba casualmente por allí. "Mi auto, y la mercadería, que no pude vender durante todo el día, están asegurados...", agregó. Me pidió disculpas, y se alejó de mí, rumbo hacia el grupo de policías y curiosos con gran tranquilidad. Mostró sus documentos, y trató de sosegar a toda la gente con la placidez que él rebozaba…

Mientras me manejaba rumbo hacia el taller, pensé en la suerte y su significado, en la vida y en la muerte y, sobre todo, en el sentido efímero de todo tipo de éxito... Uno puede tener todo el oro del planeta, pero… la calma, la paz… ¿será producto, formula del esfuerzo acumulado por un día de ardua suerte y labor…? Recordando el rostro apacible del hombre me di cuenta que había algo en él que yo ignoraba, y fue por esa razón que antes de que él se alejara, le pedí su teléfono para conversar de acerca de este tipo de cosas…

Lince, agosto del 2005