Monday, February 26, 2007

una historia sin tiempo, espacio ni lugar

escribí un poema, lo borré. escribí un cuento, hice lo mismo, e igual con una novela, ensayo, biografía, autobiografía, carta, epístola, texto dadaísta, etc. todo lo borré, con el codo del tiempo, cuando escribía sobre la pizarra de la noche. no quería salir, pero todos estos escritos, aunque muertos y olvidados, me jaloneaban la conciencia... ¿por qué nos dejas?, gritaban, pero sólo yo podía escucharlas. salí de mi cuarto y saludé a mis hijos, esposa, perros, empleadas, vecinos, amigos, a todos saludé. tomé el desayuno. ya me levantaba cuando uno de mis perros me preguntó si había escrito algo. lo miré desconcertado pues jamás había visto que un perro hablase. iba a decirle qué te ocurre, o que me ocurre, pero cuando miré a toda la gente que estaba sentada en la mesa, me di cuenta que todos esperaban mi respuesta, pues, todos tenían la misma mirada expectante que uno de los perros. dejé de tomar mi desayuno y salí de mi casa ante el silencio de toda aquella gente que, por primera vez, la veía tan extraña. lo raro de todo es que aun estaba con pijama y sin zapatos, iba a volver a mi casa, pero me dije que no, que no debía volver nunca mas... sé que estoy enloqueciendo, pensé. seguí caminando y empecé a cantar muy suavecito, como para que nadie me escuchara. sin embargo, vi que toda la gente que se cruzaba en mi camino me miraba y miraba mis ropa. ¿por que no canta mas fuerte?, escuché y vi que tenían los mismos ojos que mi perro. me asusté porque ya no tenía adónde refugiarme. seguí cantando mas fuerte y ellos seguían mirándome y pidiéndome que lo hiciera mas fuerte. me detuve y al primero que volvió a cruzarse en mi camino, le escupí la cara. en ese instante, toda la gente me cogió de las manos, piernas, de todos lados y empezaron a pegarme. perdí la razón, todo se volvió como si fuera una masa de pan que está dentro de una amasadora. el tiempo pasó, o no sé, algo por el estilo, pero cuando abrí los ojos vi que no había nadie a mi alrededor. también noté que estaba desnudo. miré mi desnudez y no sentí vergüenza. tenía un cuerpo bonito. mis piernas eran rosadas y con vellosidades doradas. mi pecho estaba erguido y potente. mis brazos largos pero firmes. pero, cuando miré mis manos, no estaban, aunque no me dolían. traté de gritar, pero no salía sonido de mi boca. iba a tocarme la lengua pero no tenía manos... me paré y corrí hasta encontrar un espejo. vi en una esquina una luna de una tienda. no había una sola persona y fui hacia la luna. me miré, pero no pude verme reflejado en ella... lo extraño era que sí veía a una muchedumbre de gente que caminaba por la misma calle en que estaba yo, sin que pudiera escucharla ni verla. alce mis brazos sin manos y nada, parecían fantasmas. caminé hasta llegar a mi casa. llegué y entré por la ventana. no había nada ni nadie, ni siquiera un solo mueble. recordé el espejo y fui a buscar uno. lo puse frente a mí y me vi reflejado. en el estaba yo, vestido aún con pijama, con mis manos completas, mi lengua larga y rosada. me sentí mas calmo. busqué un rincón para dormir y me eché y enrosqué como los perros. de pronto, sentí los lamidos de un perro. abrí los ojos pero no vi a nadie. ¿soy un fantasma o la casa es fantasmal?, me pregunté. escuché de nuevo la misma pregunta: ¿porque nos dejas?, y, ¿qué has escrito?. sonreí un poquito y empecé a recordar todos los cuentos, poemas, historias, novelas, etc., que había escrito un día, y mientras recordaba, toda la casa empezó a llenarse de mis seres queridos. mis manos volvieron a salir, mi lengua también pues la toqué con mis manos. vi que estaba vestido con mi pijama, aunque estaba medio jaloneando, roto, pero cubría mi desnudez. seguí recordando mis historias hasta que toda la gente en mi casa terminaron llorando por mis historias. me paré y fui a mi cuarto. cerré la puerta y volví a escribir, a pensar en voz alta, y esta vez nada me detendría jamás...


san isidro, febrero del 2007