Saturday, September 10, 2005

Los niños perdidos

Mi madre siempre me dijo que no confiara en nada ni nadie, pero yo nunca le hice caso y no sé si tuvo ella razón pero casi todo en la vida me fue más o menos... Nunca he logrado riquezas, conquistas de grandes mujeres, y, ni casa pude obtener a lo largo de mis más de cincuenta años, sin embargo hay algo que como una mala hierba sin cortar continúa manteniéndose sólido, y eso es mi sentir de niño que llevo escondido muy dentro de mí. En verdad, soy un niño que no sabe ni desea madurar en el cuerpo de un hombre adulto. Me encantan los niños de lejos, me hacen recordar muy bien lo que soy. Me gusta disfrutar de todo aquello que está impregnado de una bondad y gran sencillez... así como esos ancianos sentados en una banca echando semillas a las aves que vuelan por los parques.

He vivido siempre al revés, así me grita mi madre, pues cuando pude ser un gran ingeniero decidí abandonarlo todo y esparcir mis conocimientos al viento y dedicarme a vagar, y ser una especie de buscador de la verdad, filósofo de libros, soñador empedernido, y gran enamorador de ideales escondidos, e inéditos ensueños. Cuando conseguí el amor de mis sueños, embarré aquel romance, aquel sentimiento casto, puro, virginal, con torpes palabras de conquistador, como si ella fuera una presa a la que pocos pudieran obtener... Cierto, siempre al revés, y ahora me río de todo ello pues siempre hubo en aquella actitud ese niño ingenuo y fácil de auto engañarse.

Ahora que mi vida se halla cuesta abajo, y me siento tranquilo de no ser nada de nada, de sentirme siempre aquel niño que no sabe ser otra cosa que ser un niño, me siento en paz... Puede que sea una bendición, no lo sé, pero, hay veces en que la soledad parece ser el único lugar que me queda, y en esos momentos me doy cuenta que la soledad es un sentimiento, un vacío, una necesidad de estar con alguien y poder compartir todas aquellas riquezas, alegrías, desgracias, vivencias que a uno le ha tocado... y por ello, cuando abrazo a aquel niño escondido, cuando le escucho, le doy gusto en cualquier caprichillo, siento que nuestras existencias se llenan de algo así como la hermandad y especial compañía. En verdad, uno siempre es un ser afortunado y lleno de riquezas escondidas, si pudiera entender que en cada uno de sus errores se hallan aquellas diferencias entre una y otra persona, haciéndole un ser especial, singular, único en su género y único en todo el universo, y en su universo…

Creo haberlo dicho todo, me siento un ser muy afortunado por saber que la vida era algo mas que momentos acumulados, recuerdos, experiencias en los instantes que nos toca, en verdad, la vida era un sentimiento, una gran necesidad, era… el sueño de un niño que nunca ha dejado de serlo…


San isidro, septiembre del 2005