Friday, December 26, 2008

bullanguera

¡porqué me siento tan mal! hago trizas este instante de belleza sin igual. una madre lactante se posa sobre una mesa y grita a voz de cuello que quiere ligar porque se mueren de hambre. silencio en todo el antro en que respiramos, densamente. me paro y con unas monedas las pongo sobre sus manos llenas de basura, adornadas de un brazalete de oro, mucho oro... ¡gracias maldito gusano!, grita. se baja y con el niño aún en su pecho sale del antro en que existo yo y los demás. un paso, luego otro y otro. se va. se fue. bajo la mirada y sigo pensando en mi vida tan pesada y llena de eterna deudas... debe haber un alto en esta vida que cargo, pero nada. la gente continúa el ciclo que les ha cogido mientras yo sigo pensando en todo y todos... escucho voces lejanas. me paro y pido permiso a todos estos borrachos. salgo a la calle y sigo escuchando esas voces, a pesar de la bulla comercial y motorizada que late sin parar... veo un anciano pegado a una caja de verduras. me le acerco y le pregunto por aquella voz lejana. me mira y sin decir palabra entiendo lo que entiende. sigo andando hasta llegar a un cruce a de autos y gente. veo a una mujer hermosa y llena de oro. ¡qué rica!, pienso en voz alta. me escucha y me ve a los ojos. sus ojos lanzan fuego, queman... se me acerca y me muestra sus dientes amarillos pero no dorados como el oro en su cuello y dedos y brazos. empequeñezco. soy un gusano de costra. salgo de allí como el humo a través del gentío. llego a otra esquina y siento que ya es hora de mirar la hora. las cinco. miro al cielo. azul. azul casi verde. me gusta la pintura del creador y siento que es muy buen pintor, escultor, pensador, jugador... sigo la inercia de la vida y llego a una casa. toco el timbre. sale una manada de mujeres menores de doce años. niñas, muchas niñas. las veo alejarse y puedo escuchar mi nombre: ¡padrecito!... ¿es esta mi casa, mi hogar?... entro y veo a una mujer vestida de verde como el cielo hace un momento. me llama y tiene un niño en los brazos, lactando... le miro a sus ojos, su cuello y recuerdo ese momento en que le daba unas monedas en sus manos sucias y llenas de pesado oro... respiro y tengo ganas de soñar y luego despertar y ser otra persona que no tenga nada que ver con la realidad que cargo sobre las ruedas del tempo...


San isidro, diciembre de 2008

poema muy triste

cabeza duele
manos enhiestos de artríticos huesos
se huele a bondad
a poemas muy tristes...

duele el alma
toneladas de un pasado solitario...
un monte se ve en la cima
una cruz brilla en el cielo
muerte al dios de los muertos...

hay penas inmensas
las cejas se unen en busca de verdades estudiadas...
baja la luz hacia la mar
un viejo grita en su penúltimo aliento
todo el mundo calla por curiosidad
es la vida que se va
es la muerte que se va
es un poema muy triste sin piedad...

san isidro, diciembre del 2008