Thursday, December 13, 2007

mi camino


esas calles por las que día a día camino me hablan tanto... cuentan de un hombre nacido antes que yo y muerto poco después que naciera, tenía un nombre, una historia que contar. le imagino pasando por las mismas calles, deteniéndose un momento en el parque y ponerse a silbar cuando ve un ave en cielo saltar de una rama a otra, y en ese momento cierra los ojos e imagina a un hombre que aún no existe robando a una mujer en la puerta de una casa. ella grita y el corre hacia ella y ve al ladrón huir como un gato por la noche. la mujer es una anciana, bella y de ojos azules. le coge del brazo y le pide que la acompañe hasta la entrada de su casa. toca la puerta y sale un anciano. este hombre le mira y siente que le ha visto en algún lugar pero no lo recuerda. se despiden con un saludo de gratitud. nuestro hombre sigue caminando hasta llegar a su banca. se sienta y cierra los ojos. cuando los abre está sentando en la misma banca con el Sol que le quema la cara y un perro que le huele y mira como si estuviera haciendo algo anormal. se para y sigue caminando hasta llegar a su centro de labores. saluda a su jefe y a los demás compañeros y sigue laborando hasta que le llega la noche. sale y vuelve a pasar por las mismas calles cuando de pronto ve una sombra muy grande, se asusta y siente que esa sombra le mira a lo lejos en el tiempo, tan lejos que tiene que correr y cuando llega a una esquina escucha los gritos de una anciana. se detiene y ve su sueño realizado... sonríe y sabe que está mas vivo que la sombra que viene lejos en el tiempo...


san isidro, diciembre del 2007

especial

Abel


Salí tan temprano que supe que todo iría mal. Llegué al taller y un señor de traje oscuro y lentes también me esperaba con una larga y peligrosa sonrisa. Me llamó por mi nombre y mientras esperaba por mi respuesta pensé en negarme, pero no lo hice y dije que sí, que era la misma persona. Felicitaciones, me dijo. Luego, abrió un maletín y sacó cinco libros grandes y pesados. Son para usted, me dijo. Gracias, respondí mientras miraba la tapa y los nombre de los cinco libros. Sus páginas eran de papel de seda y su tapa era de cuero con letras de pan de oro. Los autores eran los más venerados por mí, desde mi vida de lector. Firmé una hoja que me dio el extraño hombre y sin más, entré al taller. Fue raro. Todos me miraban a la cara y yo sentía que algo muy malo veían. ¿Qué les ocurrirá?, pensaba. No bien pasé a mi oficina cuando puse los libros enfrente de mis ojos. Los abrí y no supe más. Perdí el conocimiento. Cuando volví en mí, estaba echado en una cama, bien cobijado y alumbrado por una vela muy grande. Pensé en la luz, por ello me levanté y busqué a tientas el interruptor. No lo encontré. Más bien vi a un lado de aquel extraño y gran cuarto, lleno de cuadros con rostros y cuerpos completos de diferentes autores un escritorio lleno de páginas en blanco y mucha tinta y pluma… Estoy desvariando, pensé. Pero no, caminé hasta llegar al escritorio y me senté. Apenas toqué la pluma, un impulso me hizo escribir sin parar sobre las hojas en blanco que eran duras como el lienzo pintado de un artista. No supe cuánto tiempo pasó, pero fue mucho. Tanto fue que caí derrumbado sobre una ruma de papeles escritos. Cuando abrí los ojos, aun estaba en mi oficina. Ya no estaba nadie. Todos se habían ido. Me fijé en los cinco libros y no estaban. Casi me vuelvo loco y los busqué por todas partes. Ya era mas de la media noche y supe que los había perdido o me los habían robado. Salí del taller y tomé un auto que llevara a mi casa. Apenas entré vi al mismo hombre vestido de negro, con los cinco libros en la mano. No entendí el cómo había entrado a casa. Pero allí estaba. ¿Quién es usted?, pregunté. Sonrió como antes y sentí un escalofrío en el espinazo. Soy usted, me dijo. ¿Yo?, respondí. Bueno, una parte de usted. Soy un personaje que aun no brota de su imaginación pero lo hará en estos días y mi presentación tiene un sentido, el de tener un nombre. Deseo que escuché mi historia para cuando le venga la forma de la historia total ya sepa cómo ubicarme, y si bien le he dado cinco libros es porque son mis autores favoritos y en ellos aparezco yo, pero no como me hubiese gustado existir. No sabe usted cómo se vive de esa manera. De ideas en ideas, de críticas en críticas… En fin algo penoso y que no deseo que vuelva a ocurrir. El extraño personaje siguió hablando para luego sentarse en una de mis sillas y tomar una taza de té. Luego, mientras bebía me contó su historia. Interesante y elocuente. Terminó. Lo acompañé a la puerta y cuando le abrí la puerta, y darle la espalda, ya no estaba mas… Sonreí. Nunca me había ocurrido antes. Pero, siempre hay una primera vez. Caminé hasta sentarme en mi escritorio y cuando subí la vista tenía los mismos autores de los libros que en una parte de mi vida me regalara un personaje que sería mi personaje en una próxima novela que yo escribiría. Leí los cinco libros y cuando los terminé supe que tenía algo que contar. Lo extraño fue que en todos los libros, el extraño personaje aparecía con nombre diferente, pero era el mismo. Así que tuve que ponerle un nombre. Cerré los ojos y no los abrí hasta que sentí una voz, lejana, oscura, que provenía de mi mundo interior. “Abel”, escuché. Abrí los ojos y corrí hacia mi escritorio. No podía esperar más…


San Isidro, Diciembre del 2007