Monday, March 13, 2006

El pozo

Dentro del hoyo en que me encuentro observo la luz en la parte más alta de este pozo. Me lleno de esperanza, de dicha, logrando esbozar una sonrisa, negra, así como el estrecho sitio en que he caído desde no sé cuando... De pronto observo las cabezas de toda la gente que he conocido a lo largo de mi vida. Me miran desolados como si estuvieran frente a un féretro, un muerto... Sacudo mi cabeza como queriendo despertar de esta pesadilla, pero no puedo, no puedo y empiezo a gritar y gritar lleno de angustia, pero nadie logra darse cuenta de mi extraña situación, sin embargo no dejan de mirarme con cierto secreto dolor y aceptación, como si estuvieran ante una realidad inanimada. Acepto mi negra existencia y, como si rompiera extraños ropajes, desnudo mi ser de toda carga, pensamiento, cuando una libertad empieza a llenarme de aires inocentes, notando que mi estancia en el pozo se aclara... Y veo seres petrificados con los rostros expresando dolor, pena, empotrados en los muros de este coso. Son terribles imágenes pero algo dentro de mí los acepta como su igual, su compañero, hermano de una fraternidad de muertos... Ante esta situación la claridad empieza a ocultarse, y siento que me ahogo en la negrura, en la entrada a la nada, cuando, como un milagro, aquella fuente de luz que se nota en la parte mas alta del pozo, empieza a expandirse y aumentar hasta ser una estrella que, al estar a mi lado, absorbe toda mi esencia, fundiéndome en ella, sintiendo la hermosura de su unión, y realizo que ella es la fuente de toda belleza… algo que está mas allá de todo pensamiento, emoción y sentimiento. Me he convertido en una minúscula partícula de ella. Uno, uno con aquella madre de luz… Soy feliz, soy uno con toda unidad, sintiéndome aún, más que vivo…

San isidro, marzo de 2006