Friday, October 21, 2005

El resucitado

Estaba manejando rumbo hacia mi trabajo cuando el auto que estaba delante de mi se detuvo. Molesto, toqué el claxon muchas veces, así como también lo hicieron todos los autos que estaban tras de mi, pero nada, el maldito chofer no movía su carro. Me detuve a observar mejor al hombre del auto y me pareció que estaba dormido o muerto. Saqué la cabeza a través de la ventana de mi carro para avisarles a todos los que estaban tras de mi que parecía que el tipo delante de mi estaba mal… En esos instantes todos hicieron silencio, como si el hecho de que el hombre estuviera muerto fuese algo inesperado, y en verdad lo era.

Tuve que salir del auto y caminar hacia el hombre que estaba delante. Y cuando estuve frente a la ventana del tipo, noté que estaba o muero o dormido.

- ¡Está muerto…! - grité

De pronto, todos los otros chóferes salieron de sus coches y se acercaron hasta el tipo. Abrimos la puerta y el hombre cayó como un costal de papas… ¡Está muerto!, gritaron todos menos yo que callé y no supe por qué… Todos los tipos comenzaron a llamar a la ambulancia, policía, bombero, alerta médica a través de sus celulares cuando en ese preciso momento, el hombre… abrió los ojos, como si fuera un resucitado… Todos nos asustamos y retrocedimos, mientras pensábamos que quizás estaba dormido. El hombre se paró y se puso en su volante, arrancó el auto y sin decirnos nada de nada, se alejó de todos nosotros que aún no salíamos de nuestro estupor, o estado estúpido de desconcierto.

Luego, todos subimos a nuestros autos, medio riéndonos, medio pensando de lo ocurrido mientras veíamos que los policías, alertas médicos, ambulancia y bomberos se acercaban hacia nuestros autos. Les dijimos lo que había ocurrido y luego, lanzando una sorda maldición, se fueron… Dentro de mí pensaba que estos malditos hubieran esperado encontrar al hombre muerto de verdad, en vez que saber que había resucitado, justo, justo frente a nuestros ojos… Y es que, un milagro urbano como aquel, no sucede todos los días…



San isidro, octubre del 2005

Sin permiso para sentir, pensar, decir...

Uno no es lo que parece
sino lo que le dicen que es…
¿Será que no soy lo que parezco?
¿Qué no sé cuando despierta
y se esfuma un sueño, una realidad…?

Cuando veo la mañana
que viene con el trino de un ave
siento que todo nace
Y cuando noto que el silencio
cala la frontera de mis realidades
veo que en mi algo se encoge…

Miro la tarde,
que carga una madre sobre el lomo,
que llueve sobre el parque que se vuelve sumisa…
cuando un anciano cae
rompiendo la fe de su carga…
haciendo que yo
y toda la gente a mi lado
dejemos de pensar
y empecemos a sentir...

No es nuevo este momento,
es mas arcaico que el sueño...
sin embargo tiene un mensaje,
un poema que expresar
y por ello
no puedo cesar de pensar...
Es que,
vivo hace mucho
sabiendo que jamás
vendrá a mi el permiso para decir…
pues todo no es mas
que un momento,
viejo y usado ya dije…
como este abrigo carne pesado
que cargo sobre todos mis huesos...
cuando recién empiezo a escribir…


San isidro, octubre del 2005