Friday, April 13, 2007

el abismo

podría contarte de un hombre que camina por la vida y que a cada paso que da, encuentra monedas de oro. Todas las guarda en su bolso, y cuando alguien, muy pobre, le pide una caridad, les da unas cuantas monedas. ellos las reciben y las guardan en su corazón, agradeciéndole con el regalo de ver unos ojos brillantes y sonrisas de esperanza. mientras el hombre continúa andando con el alma rebosante de paz. puede que caiga en un abismo y no se percate de ello, pues en su larga caiga, hacia el fondo, siente que hay muchas monedas de oro, lindas monedas, brillando en un universo lleno de estrellas... y el hombre sueña cayendo hacia el final del abismo, esperando que todo se vuelva brillante así como las monedas que le pide la gente, y que las da porque se siente mejor dando que guardando, o encontrando...


lima, abril de 2007

Tuesday, April 10, 2007

Pregunta

Sentado en la cima de una montaña tuve un sentimiento, fue bello, era como un aroma que ahogaba toda duda y ansiedad, calmando todos mis dolores, haciendo que el pasado, pasara de página, dejándome solo de frente al presente. Un ave se puso cerca de mí. Era una gaviota. La miré y ella me miró a mí. Pareció conocerme de siempre, como si toda la vida me hubiera esperado en este presente. Dime, ¿quién soy?, le pregunté. La gaviota abrió sus alas y partió por el aire, dando vueltas y vueltas, para luego, posarse en el mismo lugar en que estaba antes de partir. Pareció que iba a decirme algo, pues la vi caminar sobre sus dos patas hasta llegar a saltar encima de mis piernas. Ella comenzó a sobarse en mis ropas, mientras yo sentía mucha alegría. Todo era bonito, el viento soplaba suave y la brisa arañaba como seda las montañas y a mi piel. La gaviota alzó su cabeza y se fue volando sin volver la mirada. Ya todo empezaba a negrearse. Las nubes cambiaban de color, y un frío empañaba mi piel. Me iba a parar cuando sentí las ganas de volar. No tengo alas, me dije. Miré mis brazos y empecé a agitarlas como lo hiciera la gaviota. No podía volar, lo supe. No tenía pasado, pero el presente me gritaba que yo no era una gaviota. Comencé a descender de la montaña y cuando estuve de camino a la ciudad, a los hombres, un sentimiento me dijo la verdad: Eres un sentimiento. Sentí que era verdad, y en ese momento, todo el presente se hizo muy grande, tanto que todo pasado y futuro se hicieron presentes. Ya frente a todos los hombres, caminé sin miedo a nada, sin duda de nada, pues sabía que quien caminaba, ya sabía de donde venía y hacia donde iba. Aun estaba oscuro, mas una luz de la ciudad se puso ante mis ojos. Era una mujer con cinco niños. Tengo hambre, me dijo, y extendió sus manos para que le diera algo que comer. No tenía nada en las manos, pero le di mis ropas y todo mi dinero. Lo recibieron y me sentí totalmente pleno, lleno de algo hermoso que alimentaba mi sentimiento. Seguí caminando hasta llegar a la falda de un árbol. Tenía hambre, y le dije al árbol si tenía un fruto que darme. Una manzana cayó de sus ramas. La cogí y me sentí mejor. Gracias, le dije al árbol, y ella, atada a la tierra, no dijo una sola palabra, pero no dejó de mover todas sus ramas. Salí de aquel pueblo y desde ese lugar vi que todas las casas empezaron a encenderse. Vi que toda la gente del pueblo, niños, hombres, mujeres y ancianos, salieron y con sus manos en alto me dijeron adiós. Alcé las manos y seguí mi camino y no paré hasta llegar a mi destino, que era, un sentimiento, que día y noche crecía así como el alma de toda existencia…


San Isidro, Abril de 2007

Sunday, April 08, 2007

cosas negras


no tenía gana de comer, estaba muy enfermo. mi mujer decía que coma, que si no lo hago me voy a morir de hambre; ella seguía en su delirante monólogo y yo seguía mirando mi plato de sopa. había un trozo de pollo, fideos, agua espesa, tallarín delgadito. olí ese plato y me lo tragué de una vez por todas. mi mujer seguía hablando mientras me levantaba para irme a la cama. había estado enfermo por más de una semana. tenía diarrea, fiebre, tos, etc., prácticamente estaba podrido. esto es producto de tanto desenfreno juvenil, los tragos, amigas, mala noche, etc. cuando empecé a sentirme mal, no le dije nada a nadie. pero mi jefe me veía ir una y otra vez al baño, y cuando salía dejaba un terrible aroma en él. por reclamo de medio personal, me dijo que me fuera a casa, que estaba mal. le hice caso, porque me iba a pagar los días que faltara, eso me dijo, aunque eso decía a todo aquel que deseaba botar del trabajo, así que me sentí doblemente mal. la preocupación es como un cachiporra mental, viene una y otra vez, dejándote el cuerpo y cabeza hecho puré de papas. así pasaba la semana hasta que una noche, en que fui al baño, boté por el agujero del culo, una especie de cuerda negra, que salió después de pujar como una mujer al parir. me sentí mejor, era como si mi estómago se hubiera esfumado. miré el bedel y allí estaba esa cosa negra. la seguí mirando y, para mi asombro, empezó a moverse. dios, me dije, ¿qué es esto?. la cosa empezó a tratar de salir, desenroscándose de sí misma, por suerte, aún no había jalado el bedel. lo jalé, y esa cosa se fue con toda la mierda... me sentí doblemente mejor. volví a mi cama y vi a mi mujer dormida como una muerta. sus pelos estaban desparramados como una malagua de mar. su cara estaba húmeda y con la boca un poco abierta, y con sus ojos entreabiertos. de pronto, vi que una cosa salía por su boca. me fijé bien y era la misma cosa, o cuerda que acababa pasar por el bedel. dios, me dije. la cosa salía y salía y yo retrocedía más y más, pero, recordé la luz y la encendí, mi mujer despertó y la cosa despareció, así como cuando pasé el bedel. ¡¿que te pasa, imbécil?!, gritó mi mujer. le pedí disculpas y le dije que dormiría en el sofá de la sala, y que ya me sentía mejor. por supuesto no dormí un segundo, estuve sentado encima del bedel, por si acaso, también le dije a mi mujer que cerrara la puerta.

al día siguiente, me vestí y fui caminado hacia el trabajo, pensaba en todo lo acontecido la noche anterior. llegué al trabajo y vi a mi jefe. le dije que ya me sentía mejor, y este me dijo que ya había otro tipo en mi puesto y que regresara la próxima semana a cobrar mi salario. no respondí y decidí irme sin decir nada ni una palabra, pero antes debía vengarme. salí del trabajo y le puse barro en el tubo de escape del motor de su auto. sabía que eso lo iba a fregar. tomé el bus hacia mi casa y cuando llegué escuché unos ruidos. entré despacito y vi a mi mujer haciendo el amor con el vecino del costado mi casa. iba a decir algo, pero qué podría decir. ya había visto tantas novelas, tantos periódicos escribiendo lo mismo que sentí que era mejor irme de casa sin que nadie se diera cuenta de nada. recordé a mis dos hijos, que estudiaban en el colegio, pero, vivir un día mas, no podría soportarlo. así que, decidí irme, pero antes debía hacer algo, pero no en ese momento, mejor iba a pensarlo y cuando ya lo tuviera en claro, lo haría. dejé una nota en donde explicaba a mi mujer lo que acababa de ver y nada mas, que no preguntara por mí en ningún lado.

busqué un hotel y cuando estaba pasando la noche, me vino unas ganas de vomitar. fui hacia el baño y eché la misma cuerda negra por mi garganta. me dio temor, pero me sentí mejor, iba a jalar el bedel, pero, tuve una idea. la cogí y la puse en una bolsa. la llevé a mi casa y la puse en la puerta, con una nota: ¡eso es lo que eres, una culebra negra!. me fui y al día siguiente fui a mirar cual había sido la reacción. extrañamente vi a mi mujer limpiando toda la entrada de casa. era mierda, pura mierda. pensé que enloquecía cuando tuve una idea. me acerqué a mi mujer y apenas esta me vio empezó a hablar y de su boca salía la culebra negra, salía y salía y no tenía cuando parar. cogí una palana y se la tiré por la cabeza. estaba lleno de odio, ira y de mil cosas terribles. yo seguía clavándole la palana hasta que llegaron los vecinos y me detuvieron. y cuando lo hicieron, yo gritaba: ¡la culebra, la culebra negra!. está loco, dijeron, y cuando me enseñaron a mi mujer, vi su cara aplastada, ensangrentada como un puré de papas, rojo por supuesto...

me llevaron a la cárcel y por más que traté de contarles mi historia de la culebra, ellos me dijeron que estaba loco. y hoy, que estoy metido en un loquero, veo a gente que ve casi lo mismo que yo, pero ellos ven las cosas de diferentes colores y diferentes animales... lo más extraño de todo es que veo a gente vestida de blanco llevando en la boca la misma sierpe negra...


san isidro, abril de 2007

Friday, April 06, 2007

después de meditar...


bethoveen, siempre bethoveen, me agrada bethoveen, seguro que a todos les gusta, aunque en mi cuarto sea sólo yo quien le escucha, y siempre con las ventanas y puertas cerradas. mis amigos no entienden de estas cosas, sólo yo esoy lo suficientemente loco y solo para entender el alma de bethoveen. a lo largo de mi vida, jamás le había escuchado, pero, una tarde, mejor dicho, una mañana, una de esas desoladas mañanas, escuché al maestro, le escuché y sentí lo que quiso decir. pasión, pasión por la vida, por este aliento tan intenso, por expresar aquella morada llena de soledades, de sonidos prohibidos para mortal que vive mirando de frente, sin saber que todo se halla mas allá de lo que los ojos nos muestran. dios, le escuché y quise escucharle siempre. me volví un melómano empírico, de esos que cruzan las veredas y justo justo le cae una estrella en su alma casta, y llora de aquel fulgor que no cesa de brilla en su alma oscura, peregrina y tan sedienta de belleza...

la noche ya había llegado, había meditado. un niño jugaba en la calle, escuchaba sus giros a través de esa madera con ruedas, que suelen llamarle skype, o algo parecido. me acerqué a la ventana y le miré. era tan joven, tanto que sonreí de ver que su skype era mas grande que sus piernas. pareció que me vio. dejó de esquiar y se puso su tabla en las manos. estaba oscuro, pero siguió mirándome como quien mira a un perro aullando en la luna. dejé de mirarle y continué escuchándole, era hermoso, tan hermoso que subí el volumen. todos en la casa empezaron a protestar, miré la ventana y vi al niño parado, escuchando lo mismo que yo. había dejado su skype, y escuchaba tanto o mas que yo. cerré la ventana, bajé el volumen y me eché en la cama.

ya habían pasado tantas horas y su canto se repetía una y otra vez. estoy loco, me dije. apagué el quipo de música y me dije que tengo que escribir, esta belleza, este sentimiento, esta apreciación que tengo por todo lo bello, por aquel niño jugando en la calle. la apreciación es un regalo de esta vida, es seguro que mi estrella rompió el dique de la verdad, al menos de esta belleza.

apagué las luces de mi cuarto y encerrado, y en silencio, continué meditando. había ruido en mi interior. un mar lleno de olas, tormentas de pensamiento, pasiones perdidas en el tiempo, imágenes ya perdidas, miedos que tocaban las puertas de mi futuro, tanta bulla había dentro de mí, y todo, todo, gozaba de la misma melodía que bethoveen... hay belleza en mi vida, es un don, un regalo, algo que puedo gozar mientras cierro los ojos y escucho el mundo interior. es hermoso, me dije, tanto que puedo quedarme sin ojos, sin oídos, sin piernas y allí estará la misma pasión por aquella belleza, aquel fulgor que emana de aquella fuerza llamada pasión, y que el mundo melómano, un tiempo, le llamó, bethoveen...



san isidro, abril de 2007