Sunday, February 19, 2006

Puro ego

Me agrada parar, a pesar de todas las angustias provenientes de un mundo implacable de desorden o de relativo y arbitrario orden. Me agrada sobre todo escribir con la palma de mi mano y el corazón como fuente de impulso o fuerza al describir este sentimiento. Y este es el más puro de todos los amores que no tiene reparo en elegirse ni elegir a nada ni a nadie. Se da como este aliento que se da y se da y sólo parará cuando al creador le dé su real gana, su gana de manifestar una vez más su bondad vestida de dolor, para quienes no entiendan nada o poco acerca de la eternidad, pues ella es una señora agradable pero demasiado bella y hermanada como para tocarla, se halla en cada uno de nosotros, respirando con el vaivén del aliento pues se sabe su única naturaleza que pueda encerrarla. Me agrada cuando leo una obra literaria con paciencia sin mirar las hojas que me faltan y cuando siento ese aire puro que encierra el secreto de la hermosura sin forma ni carne ni color, tan solo sentimiento, el aroma que se abre, libre, libre como el viaje de un ave sobre los chorros de aire que todos respiramos...No deseo que nadie me crea, pero estoy vivo y acabo de morir y he vuelto a vivir como hacen los que entienden la riqueza de la muerte y la vida así como los dos lados de una moneda metálica... Izaré las velas de este ahora y ella navegará por este mar de momentos, accidentes, alegrías y, sobre todo, estas letras que sólo se dan cuando el amor brota cual perfume escondido del frasco del corazón universal...


Lince, febrero 2006

¿felicidad?

¿Eres tú?Aquella que me libera de todo cuanto he vivido, llorado, guardado ¿con leve temor?...¿Tienes sangre en las venas?¿El rostro maternal muy cerca?¿Cantarás las notas que hagan vibrar cada pétalo de mi existencia?¿Callas?¿Por qué callas?¿Eres humildemente poderosa y no deseas que nadie te vea, pero sí que te sientan?Tu mutis lo siento como ese silencio de este cielo que nunca se acaba...Mis manos no cesan de esperarte para encerrarte en la jaula del ahora...Y este grito escondido por los años perdidos guarda el puñal de esta y todas las otras existencias por haberte ocultado tan dentro de mí...Cierto. Te mataré. Seré tu amante, tu reina abeja, tu paladín con su espada de rayo... Te mataré para que puedas dormir bajo mis brazos.Callas. Temes. Observas todas mis sedes. Entiendo. Debo de esperar por otra eternidad... Eres así, y, aunque es así... Eternamente, vida tras vida te esperaré...


San isidro, febrero del 2006

Estilo

Eso del estilo me asusta mucho. Siempre tuve miedo a lo difícil. Recuerdo a mi profesora de ingles cuando contaba con cuatro años, ¡era buenísima!, pues a todos mis exámenes le ponía diez. Pero ella se casó y nunca más volví a verla como era... Aunque una vez sí la encontré, estaba más vieja, y yo tenía veinte años, estaba con su esposo y tres hijos. La quedé mirando por un rato y ella, con sus hermosos ojos azules, me miró con cierto rubor. Cierto, fue un amor imposible de un niño de cuatro años. La verdad es que no pude acercarme porque no tenía estilo, es decir, no sabía qué decirle, por ejemplo, ¿qué le diría?, ¡cómo está profesora! No, eso es algo que no podría hacer, jamás de los jamases. Eso del estilo también me asustó cuando fui a mi primera fiesta. Tenía catorce años y no sabía bailar, tenía el cuerpo de un chico de nueve años, era terrible. Salí, o mejor dicho me escapé de la fiesta y la pasé mirando a todos bailar por una de las ventanas de aquella casa que era de uno de mis parientes. Eso del estilo me asusta hasta ahora que tengo más de cincuenta años. No sé cómo decirle a un empleado que trabaja mal, o que trabaja regular, o bien, no lo sé. Si lo hago, siento que no lo he hecho como debiera hacerlo. Quizá por eso es que me he sumergido en esto de escribir y sentirme como esos escritores a quien nadie conoce más que sus familiares y amigos... y me asusta cuando una persona a quien no conozco habla acerca de mi prosa. ¡Sudo como si estuviera en los baños turcos! Quizá por ello es que me puse un alter ego, un pseudónimo, para que nadie sepa quien soy yo en verdad... Eso del estilo me asusta mucho, vuelvo a repetirlo como Thomas Bernard. Y pensar que ya he publicado más de veinte libros con el nombre de diferentes personas. Muchas veces escribo a nombre de otros amigos, también escribo cuentos para que otros concursen pues detesto concursar con mi nombre... Hay veces en que ganan y me siento contento, pero, siento que me engaño. Creo que soy una mentira, y una pequeña... y todo por culpa del estilo, el estilo para vivir, pensar, dormir, rezar, morir... etc. ¡Odio el estilo!... Y creo que ella me odia a mí.


Lince, febrero del 2006