Monday, October 10, 2005

La Visita

Salí temprano del trabajo... Tenía un compromiso familiar. Ya estaba por prender el auto cuando vino un hombre con una botella de vino bajo los brazos, queriendo saludarme. Lo miré bien y pensé que se trataba de un amigo que hacía años que no veía, por la única razón que hacía mas de quince años que pensé que estaba muerto...

Mi primera reacción fue la de creer que era una persona muy parecida a mi amigo, pues los años habían cincelado sus carnes haciéndole verse mas autentico que antes... Luego supuse que era un error, que estaba alucinando, pero al ver que este personaje se puso al lado de mi ventana y pronunciar mi nombre, y sobre todo, ver sus mismos ojos, los mismos que goce hacía tantos años atrás, tuve que reconocer que mi amigo estaba mas vivo que yo, y que todas aquellas noticias de su muerte no fueron mas que un grave mal entendido.

Nos abrazamos, y luego, olvidando mi cita familiar, fui con él hacia un bar cercano al trabajo. Entramos, pedimos dos copas y un poco de queso y hablamos y hablamos por horas y horas, hasta que el dueño del bar tuvo que pedirnos que saliéramos de su local pues ya era la hora del cierre. Salimos casi ebrios y le dije a mi amigo que lo llevaría al lugar en donde dormía. No tengo un lugar donde dormir, me dijo. Le pregunté de sus padres, esposa, hermanos, y él me dijo que era mejor no ir, pues cuando fue a visitarlos ellos no pudieron reconocerle, es más, no lo deseaban... ya habían hechos sus vidas, y no era bueno desenterrar a los muertos.

Subimos a mi auto y le dije que lo llevaría a un hotel y que si él no tenía dinero yo le pagaría su estadía hasta que encontrara una nueva vida. Pero él me dijo que no, pues ya tenía otra vida y era muy hermosa. Me contó que tenía una esposa y cinco hijos, que conoció en otro país, y es allí en donde él iba a volver. Le pregunté si algún día volvería y me dijo que jamás, pero que su largo viaje había tenido sentido tan solo por mí, pues había encontrado lo que en verdad buscaba, despedirse de un verdadero amigo, de mí...

Lo dejé en su hotel, y lo vi entrar. Luego fui a mi casa en donde encontré a todos mis familiares que extrañados por mi ausencia, habían decidido irme a buscar a través de la policía. Pero todo volvió a la calma cuando les dije que me había encontrado con un viejo amigo que había estado muerto... ¡Para qué dije esto! Todos quedaron en silencio, mi esposa me dijo si estaba ebrio, mis hermanos me miraron y me sentí como si yo fuera un fantasma... ¿Qué les pasa?, les dije. Y todos empezaron a reír, pues pensaban que era una broma. Para no dar más problemas, dejé a mi amigo bien muerto para aprovechar la reunión con mis familiares...

A la mañana siguiente, antes de ir a mi trabajo, fui al hotel de mi amigo, pero no lo encontré. Pregunté por él al recepcionista y me dijo que no sabía de quién estaba hablando, pues su turno era diurno y empezaba muy temprano. Pensé que quizás mi amigo se había anotado con otro nombre y le pedí si podía verificar si una persona se había registrado a la media noche del día anterior. Revisamos los libros y vi algo que me llamó la atención, pues vi que mi nombre y apellido estaban escritos en el libro. Me fijé en la firma y vi que era igual a la mía. No puede ser, no puede ser..., pensé.

Salí del hotel y fui hacia mi trabajo y cuando traté de entrar a mi auto vi que no estaba, o sea, se lo habían robado. Angustiado por aquella desgracia y aquellos sentimientos extraños busqué un auto que me llevara al trabajo, pero por desgracia ningún auto quiso parar... Tuve que caminar hasta llegar al taller, y cuando estuve en el umbral, vi a mi amigo sentado en la misma silla en donde yo atendía a todos mis clientes durante más de quince años... Iba a gritarle pero cuando vi que mis clientes, y luego uno de mis hermanos entraban, saludándole como si fuera yo, quedé pálido... Me detuve, y no supe qué hacer ni qué decir.

Tímidamente, y con un frío en el alma, me les acerqué, y cuando quise hablar, de mi boca brotó la aguardentosa voz de un borracho... Todos mis clientes y familiares me miraron con desprecio. Me iban a echar, pero mi amigo empezó a acercárseme, llevaba algo en las manos. Cuando estuvo frente a mí, me miró a los ojos y pude sentir que era el viejo amigo que la noche anterior había tomado unas copas con él. Tocó mi cabeza y con gran bondad me entregó unas monedas... Anda compadre, valla a su casa y descanse, me dijo; pero yo no recordaba más que la vida que él me había robado, y nada más...

Con gran pesar, me di media vuelta y con las monedas en la mano fui al primer bar que encontré, y mientras tomaba, empecé a recordar una extraña vida, en otro país, con cinco hijos y con toda una lejana familia que deseaba verme muerto...




San isidro, octubre del 2005

Carta a una joven poeta

Son las once de la noche aquí en mi escritorio y estoy tan solo como aquel perro que escucho ladrar en algún lugar cercano o lejano a mi cuarto. Muchas veces me he preguntado acerca de la tristeza, soledad, angustia y el dolor, también acerca de la muerte, pero hoy que estoy solo en mi cuarto debo de ser sincero, al menos conmigo, y debo decir que todo es hermoso cuando hay respuestas para las preguntas en que uno vive sumergido. He aprendido que cada cual es dueño de sus propias huellas, destino, pero, debo decir que hay algo en común en cada persona que veo o imagino, y ese algo es que estamos vivos, y que todos vamos a morir... Eso, es una verdad, una realidad y es la respuesta a muchas preguntas que guardaba a lo largo de mi vida.

Debo decir que la muerte es un misterio y como tal no hay una respuesta, así como sabemos que el día deviene de la noche y la noche del día, así la vida y la muerte están atadas por algo que está dentro de cada persona que respira sobre la tierra, y ese algo es el aliento. He descubierto que nuestra verdadera naturaleza es aquella fuerza que mueve nuestra respiración, y el momento en que se va de la carne, del pensamiento que pulula dentro de nosotros, iremos todos con aquel aliento, fuerza, vida eterna... ¿Adónde? No lo sé, y me alegro de no saberlo pues sé que todo cuanto vivo es hermoso cuando dejo de afanarme, cuando es agradable o no, pues tiene el mudo mensaje de que todo es un constante cambio y movimiento... todo está vivo y muerto, así como tú, como yo.

Mi vida es simple así como el jugo de naranja que tomé está mañana, así como aquel hombre que vino a pedirme unas monedas para comprarse un poco de droga. Mi vida es una constante sorpresa. Y mi muerte es aquello que mis ojos no pueden alcanzar a entender ni ver pues no es de este mundo ni de nuestros sentidos, es de otra naturaleza, por ello es que vivo sumergido en mi mundo interior, en mi naturaleza verdadera pues sé que allí están cada una de las respuestas. Allí está aquel sentimiento que mueve al universo, allí está la bondad...

No sé qué decir de mi vida, de lo que hago en mi día a día, pero te diré que respiro el mismo aire que mucha gente a mi alrededor, que miro el mismo cielo, las mismas nubes, los mismos ojos en cada persona con que me cruzo, y en cada uno de ellos veo vida y muerte, pues sé, como dije, que no hay nada que no esté en cambio y movimiento...

Tuyo,

Joe