Friday, November 23, 2007

la chica de rojo


no tenía un mango en los bolsillos, pero aún así fui a un restaurante. me senté y pedí la cena porque ya era de noche. mientras me traían mi pedido me fijé en toda la gente que entraba y salía del restaurante. hombres, mujeres, niños, familias enteras comiendo, hablando. meseros, meseras, administradores. sillas, mesas, cubiertos, paredes de diferente color, cuadros, cuadritos, cuadrotes, retocados de animales disecados, etc. a través de una de las tantas ventanas vi un auto precioso, lujoso y de lunas polarizadas... puse mi total atención en este carro cuando llegó mi cena. el olor era profundo, tanto que me hizo voltear la mirada y miré mi plato lleno de camarones y especias y arroz y ensalada... el auto, pensé y volví mi atención a la ventana, pero, ya el auto estaba totalmente quieto, apagado y bien estacionado. me la perdí, pensé. de pronto vi a una hermosa mujer de no mas de treinta años entrar al restaurante. toda la gente se calló y puso su atención en cada paso que daba la musa del restaurante. toc-toc-toc-toc.... eran sus pasos de taco en forma de aguja. vestía de toda de rojo, falda pequeña mostrando largas y formadas piernas, zapatos rojos escarlata, y una vincha en su dorado cabello, mientras que el rojo de sus labios parecía ser un precioso rubí, largo, sangrante... llamó a un mesero y pidió una mesa cuando me miró a los ojos y todo desde ese instante se hizo rojo y azul, y dorado y rojo, me enamoré... y ella quedó sin habla ante mi intensa mirada, luego, volteó y siguió al mesero que la llevó al segundo piso del restaurante. volví en mí cuando vi mi plato de camarones. lo probé pero ya estaba frío. llamé al mesero y pedí que lo volviera a calentar. ya se estaba hiendo cuando le llamé y le pregunté por la mujer de rojo. es la dueña, me dijo. pucha , pensé, mucho para mí... los pensamiento volvieron pero en forma atropellada, el hambre se iba y venía, sin saber si tenía que comer o no, pero comí todo. cuando llamé al mesero me trajo la cuenta y recordé que no tenía un centavo en los bolsillos. le dije mi problema y este llamó al administrador. vino un hombrecito, pelado y bien vestido y mejor educado que me dijo que si no tenía dinero llamaría a la policía. llámelos por favor, le dije. acompáñenos, me dijo. me levanté ante todas las miradas del restaurante y cuando vi un espacio de la puerta abierta, corrí sin parar, mientras escuchaba los gritos y mas gritos de la gente que dejaba atrás... de pronto vi un auto que venía hacia mí. salté una berma y salté un muro. entré a una casa en donde había piscina y las luces estaban apagadas. empecé a caminar por ese lugar y noté que estaba sin gente. vi una silla reclinable y me senté en ella, luego, quedé dormido... al día siguiente escuché voces. eran los dueños. volví a saltar el muro y volví a la ciudad. caminé sin parar hasta llegar a mi cuarto. la dueña me esperaba. ¡¿cuándo?!, gritó. mañana, le dije y entré a mi cuarto. mi cama totalmente apestosa y muerta, mi silla y mis libros regados por todos sitios. platos sucios, cubiertos encima de mi velador y una botella de vino. la abrí y la vacié en mi estómago y recordé a la mujer de rojo. era hermoso, en verdad era preciosa. me senté a escribir y la retraté, luego, dormí, y tuve un sueño con ella. me decía que comiera todo cuanto quería y que me deseaba pero que me bañara, afeitara, vistiera de azul noche y usara lentes oscuros, que eso me traería suerte. apenas dijo eso, desperté. me fijé en mi ropa pero no tenía nada azul. tan solo lentes oscuros. salí a la calle y me encontré con un vecino. le dije si tenía un traje azul, me dijo que no por lo que tuve que salir con mis lentes oscuros, pero sí me bañé y afeité. pasé por el restaurante y vi el auto de lunas polarizadas. iba a entrar pero no pude, tuve temor que me reconocieran. de pronto tuve la idea de mandarle el retrato que escribiera de ella. volví a casa y lo mandé por correo, y esperé. pasaba por el restaurante pero nunca la veía, tan solo el auto de lunas polarizadas... pero, una noche me llegó su respuesta. abrí la carta y era ella diciéndome que sabía quién era yo. me alegré mucho, pero adjunto a la carta estaba la cuenta de lo que comiera aquella noche... me reí y no volví a pasar por aquel lugar. tengo que trabajar, pensaba cuando sonó el teléfono, era mi madre diciéndome que tenían un trabajo para mí de corrector de una revista por horas. acepté y al primer mes cobré y fui a pagar la cuenta. todos se sorprendieron pero no quisieron atenderme, mas bien, con educación me llevaron a la puerta. ya estaba por irme cuando vi el auto de luna polarizadas. es ella, pensé. vi el auto detenerse justo a mi lado y vi que tres mujeres bajaban y todas vestían de rojo, y todas con el cabello dorado. quedé anonadado pero supe que mejor estaba el recuerdo, y mucho mejor mi sueño, así que volví a mi cuarto y volví a escribir, y escribí una vez mas...


san isidro, noviembre del 2007

un día feliz


me levanté muy contento, como pocas veces y me senté a escribir sin parar por una hora o meno. lo dejé porque tenía que irme al trabajo. me bañé y desayuné. salí contento, demasiado quizá porque la cara parecía no tenerla o que una cáscara se hubiera caído de mi faz, era feliz.... salí de mi casa y fui al trabajo. ya sentado en el taller me puse a revisar todos los documentos contables. vi un grave problema tributario, iba a ponerme mal pero no, no quise sentirme mal y simplemente llamé al contador. hablamos y dijo que él se encargaría. seguí laborando hasta que vino la tarde y luego la noche, y ya era hora de salir... me despedí de mi jefe y no tenía ganas de volver a mi casa. miré el periódico y no sabía si ir a un cine o a una librería. decidí por la librería. entré y entre miles de libros hubo uno que llamó mi atención. era una obra de Coetzee, "Un día en la vida de K", me gustó mucho verlo porque hacía años lo buscaba. lo compré y cuando estaba por salir, el librero me dijo que tenía algo especial para mí. ¿un libro?, pregunté. sí, me dijo, es una obra de Suetonio, "Vida de los doce Césares"... le pregunté el precio. era bastante alto, pero le dije que sí... ¿lo tienes ya?, pregunté. no, pero mañana te lo llevo a tu trabajo, dijo. le dije que estaba bien y salí con un fuerte apretón de manos, y cuando le miré los ojos sentí que era un extraño pez quien me miraba, como un muerto viviente... le solté la mano y salí, medio confuso y mas nervioso. algo raro pasa, sentí. llamé a otro amigo de los muchos libreros que conozco y le pregunté por el libro. me contestó que estaba muy caro y lo más gracioso era que él me lo había vendido ya mas de cinco años atrás. cómo te acuerdas, le dije. se rió y dijo que es un secreto de libreros... gracias, le dije y llamé al ojos de pescado para disculparme por el pedido que le habñia hecho. no lo encontré pero le dejé una nota a su esposa. subí a un auto y mientras miraba el libro recién comprado, recordé el otro libro que había comprado el día anterior y que aún no lo terminaba. pensé en cómo haría para leer tantos libros. me reí de ese pensamiento y supe a mis sesenta años que jamás podría terminarlos de leer... ¿qué haré con ellos una vez dejé este planeta?, volví a pensar y supe que tenía un problema. llamé a un amigo abogado y le expliqué el problema... dónalos a la Biblioteca Nacional, una vez que dejes este mundo, dijo. gracias, le dije y fui muy contento a mi casa. apenas llegué subí a mi cuarto y me puse a tocar el piano hasta la media noche. una vez terminado, vi mi máquina de escribir y supe que toda mi alegría desparecía como un velo gris... me senté y supe que nunca podría dejar de hacerlo... miré como mis dedos me poseían y una visión tras otra ahorcaba el aire que respiraba... todo era nuevo y tormentoso hasta que perdí el conocimiento... abrí los ojos y estaba echado en mi cama, y, no sé por qué. un brillo de amor inundaba mi alma... me levanté y la vida sonreía de lado a lado para mí, mientras caminaba entre hojas y hojas escritas por mí o por una parte oscura de mí... nada mas, me bañé y salí hacia un nuevo día mas de trabajo...

san isidro, noviembre del 2007