Friday, September 14, 2007

La policía

Algo poco común. Es difícil tomar foto a un oficial. Le pedí permiso. Me miró de costado, como si alguien más estuviera al acecho. Me hizo preguntas y luego, me dio su autorización. No le pregunté su nombre. Diariamente le veo cuando voy al mercado que está cerca del taller en que laboro. Y allí está. Cuidando un Banco. He salido del entorno de su aguileña mirada y sigo de frente hasta llegar a mi meta o centro de acopio de insumos para mi taller. Me gustó esta foto porque es más que una foto, es una imagen de poder absoluto… Tiene un arma que da la muerte a quien le cae sus besos de plomo…

Averigüe que había estado en otro lugar. En las afueras de la ciudad. Me dijeron que era de esos que conocen la muerte. Ya ha visto a varios compañeros de servicio sucumbir bajo las huestes del mal o de la insurrección. También me han contado que muchos de sus conocidos han sido despedidos o dados de baja por el bajo sueldo que cargan. Es difícil ser un policía en mi país. Este hombre que tiene el rostro amical, es uno de esos que cree en la justicia. Lo supe cuando me vino a visitar y me pidió mi nombre y apellido y documentos. Se los di y se fue, medio sonriendo, pero, mirando a un lado y al otro por si alguien viene al acecho...


Lince, septiembre del 2007

Pan


Ese es el pan que elaboramos diariamente. Los vendemos a varias tiendas naturistas o clientes que vienen a comprarnos al taller. Tiene buena pinta. Me gusta, pero con el tiempo le he perdido el gusto. Prefiero no comer pan. Este producto tiene la propiedad de ser uno de los que mas ayudan a la digestión. Mi hermana que tiene el colon flojo, lo consume a pasto. Mi madre también le gusta y le ayuda en su digestión. Menos yo que no como pan porque de verlo por mas de veinte años llega a cansarme. Si alguna vez consumo pan, lo hago de otro tipo. Cosas de panaderos.
Lince, septiembre del 2007

Sanitario



Santo lugar para leer... Dentro del torbellino de movimiento y ajetreo normal en un mundo que no sabe parar, parar para sentir, leer, meditar, vivir de verdad...
Eran las dos de la tarde cuando el estómago me dijo ya. Me levanté y cogí el libro e hice lo natural del cuerpo y de la mente, disfruté.
Las cosas que uno tiene que pasar, son como el baño en que uno acostumbra leer. Todo pasa, como la vida y la muerte, el día y la noche, hasta llegar a la nada, al mar en este caso sanitario...
Un viejo amigo me dijo que la vida es como el sanitario. Le dije que no era para tanto, la vida no apesta tanto... Mi amigo me dijo que todo era mierda, mierda, mierda... Y así siguió como el eco de un abismo. Sus ojos no eran ojos sino el retrete de un baño, y su boca destilaba un aroma de excremento… Lo dejé y fui al baño a sentarme para leer un buen libro...

Lince, Septiembre del 2007