Tuesday, October 02, 2007

intermitencias



tendría una sed de paz si tuviera las ganas de ser un santo, mas no la tengo, y, si tengo algo no sé lo que es en verdad. mi nombre no importa, sólo importa este instante en que puedo escribirte o escribir un poco de aquello que tiene que salir de este caudal de sentimientos o sensaciones que no es lo mismo. nací un día como hoy, a eso de las once de la mañana, quizá unos minutos mas, no recuerdo. aún siento los latidos de mi cuerpo y esa luz cegadora que quemó toda la quietud del umbral de la vida, pues antes de salir del vientre materno, vivía y antes de llegar, también, pero eso es algo que no se recuerda porque no pertenece al tiempo ni al espacio. nací, me pusieron nombres, crecí y fui un amasijo de pensamientos y carnes. fatal fue mi vida. una aguja estaba en mi alma. quería saberlo todo y no sabía con qué se podía saber. todo era recordar y recordar o marchar así como las hormigas, adelante y si destino mas que el de toda una comunidad que busca lo mejor para ellos mismos. no saben nada. uno tan solo desea sentirse bien, de cualquier forma. bien, bien, bien, siempre bien... eso es lo que uno tiene que sentir, pero eso es lo mas difícil de sentir o encontrar o asir con las manos un momento, una hora, media, un cuarto, minutos quizá, pero no, tan solo dura en este mundo lo que dura el paso de una nube el el cielo. viví y supe que iba a morir como todos. me gustó el destino. sentía que ese era lo mejor, que allí encontraría el descanso, me rasgaría las carnes y sería de nuevo un ser vivo sin tiempo ni amasijos añadidos.



es una mujer que vino temprano a mi cuarto y me dejó una botella vacía de inca kola. se la recibí y ella me pidió dinero. era muda, tenía un cartel en el cuello y pedía una bondad. le di unas monedas, se fue tranquila y rápidamente. miré la botella y quise estar dentro de ella. imaginaba viajar a través del mar. encontrarme en una isla y salir de la botella y encontrarme con una manada de perros hambrientos pero no de mi cuerpo si no de algo diferente. estos perros hablaban como hombres y yo les entendía. fuimos amigos por muchas noches hasta que en un amanecer llegaron otra mañana de gatos de todos los colores y se aferraron al cuello de cada uno de los perros, hasta dejarles sin vida. luego de acabar con todos ellos, se fijaron en mí. ¿quién eres?. les dije que era un hombre que viajaba a través de una botella por todos los mares del mundo. ¿mundo?, repitieron todos como si quiseran saborear esa palabra, bella palabra. entendieron algo y desde esa noche o amanecer me llamaron "mundo". les vi jugar entre ellos. yo tan solo les ayudaba en lo menos importante, como era pasear a sus gatitos, cuidar de sus pertenencias que eran pocas y bien cuidadas hasta que una noche supe que debía escapar. escapé. nadé a través del mar, hasta que las fuerzas me dejaron y me hundí como una piedra. lo bueno es que aprendí a respirar y respiré. conocí a muchos peces y extraños seres, pero cada uno de ellos me miraban y decían: hermano, hermano, hermano... lo decían de una manera tan dulce y silenciosa que supe que era verdad. salí del mar y cuando vi al primer humano supe que debía amarle y le amé por siempre jamás. este me dijo algo que nunca olvidaré: enséñame... pero, no pude, hasta el día de hoy, aunque, le amo con toda mi alma y a casa ser humano que llega, le repito lo mismo: te amo, te amo, te amo...


san isidro, octubre del 2007