Tuesday, July 31, 2007

confesiones

me encanta cuando veo tus comentarios.... ya sé, no sé quién eres ni tu nombre ni dónde vives. ja, no importa. te imagino sorprendido(a). es seguro que vas y vienes del trabajo, o simplemente gustas sentarte a mirar la tarde de sol o de fríos, ver esas nubes, desde tu segundo o tercer piso, sintiéndote un(a) gigante, o de esos seres que van mas allá que el pensamiento o los sueños. te confieso que sueño y te he soñado, en tu forma sin forma, tal como cuando cierras esos ojos llenos de vida y encanto... eres un ser excepcional, vives, eso te hace especial, tanto o mas que una estrella, un cielo o un alma viajera. vives en este ahora en donde todo sucede tan perfectamente mal o bien, pero, siempre perfecto.

la otra vez te vi salir de tu cuarto. estabas apurado(a). querías leerme. te vi sentado(a), y me dije que sería muy bueno que nos conociéramos. me presento, soy un dios de letras y líneas que vive entre tus ojos y ensueños, y visiones de recuerdos hermosos o terribles, pero siempre perfectos. te cuento que hace mucho he muerto, en verdad, siempre muero, soy la muerte andando y cargo este saco lleno de semillas de vida, cayendo sobre este mundo de letras y palabras ya dichas hace mucho. te confieso que día a día, noche a noche mi carga se hace mas y mas suave. veo mi bolsa de semillas de vida y quedan tan pocas que sé a ciencia cierta el fin de mis pasos por este ahora en movimiento. te confieso que soy tan feliz cuando veo esas semillas hechas árboles, flores, ramas, monte en general... ¡que gusto saber que dejo tanto a mis pasos!. veo y veo todos los días y por las noches te juro que veo mucho mas, por eso acostumbro a viajar a través de estas cartas, a esta luz de oscuridades afables y diáfanas al mismo tiempo.

soy un ser tan libre cuando siento alegría, cuando escucho la voz de la vida en todo el universo. camino o corro y siento tanto que tengo que dejar mi bolso de semillas y oírte, pues, sí, oírte, pues, todo es uno, y uno es todo, sonando como un canto sin inicio ni final. tan solo cierra esos ojos y esos oídos y verás tanta verdad que borra toda la oscuridad de un mundo de signos y sellos a punto de borrarse... cierto, somos uno y somos uno en un todo atado en un ramo de criaturas de un dios de infinitos nombres y cantos....

te diré que tengo un secreto a gritos. soy una muerte andante que respira y respira hasta que el cielo me lleve sin peso ni semillas de vida, viajando así como este canto que suena por las noches, junto a las estrellas de este hermano cielo...

la paz en un privilegio de todos nosotros. es la puerta hacia aquel paraíso perdido. somos el adán perdido, escondido tras su propia desnudez, y, al mismo tiempo, somos eva que tan solo busca amar y ser amada... es vida tan perfectamente hecha y deshecha, instante a instante... tienes derecho a sentirte en la paz, ella es tu eva... te busca y te ama... no la olvides, es tu sed verdadera, tu lado mas hermoso...


san isidro, julio del 2007

Sunday, July 29, 2007

Dios mío

tres niños, frente a una casa, arrodillados, rezaban en un idioma ininteligible. mucha gente se puso alrededor, y sus ojos crecieron de sorpresa cuando el color de la casa cambiaba de colores. era una casa abandonada hacía siglos. primero se hizo verde, luego marrón, rojo sangre y así, así... los niños seguían orando en ese idioma que por cierto, parecía una canción... me acerqué para verles los rostros y noté que los ojos de los tres estaban abiertos. sus pupilas brillaban como estrellas de colores diferentes. hice algo que nadie hizo, siempre fui atrevido. los tres niños estaban orlados por flores de bellos colores, eran rosas, preciosas rosas con sus pétalos esparcidos por todo aquel círculo. crucé el bello anillo y entré. me acerqué a uno de ellos y le hablé, pero ellos siguieron rezando sin darse cuenta de mí. de pronto, escuché una voz que salía de una parte de aquel espacio.- ¿me amas?no supe qué decir pero respondí que sí.- ¿darías tu vida por amor?- sí, respondí.los niños siguieron orando, pero noté que todo a mi alrededor caía como lluvia, como muñecos sin hilos, volviéndose polvo. luego, percibí como un telón bajando, apagando toda vida y movimiento a mi alrededor, quedando como un cuadro sin marco, la noche, una eterna noche de estrellas de colores. me pregunté qué era esta experiencia, y cómo saldría de esto, pero, no estaba nada mal... de pronto, la voz volvió y me dijo que no temiera, que el universo era una oración, un bello rezo. que si prendiera a escuchar el silencio podría sentir la oración verdadera. la muerte y la vida no son mas que unas líneas, una frases cortas, un parentesis. no escucho mas que tu voz, como un cementerio, respondí. espera, me dijo, y esperé.mientras esperaba me fijé en dónde pisaba y vi que todo eran rosas de colores, pétalos de flores y rosas... toqué una de ellas y noté que era como ave, una pequeña ave con ojos brillantes y pequeños. cogí otra rosa y era otra ave, diferente, esta era de mas de dos ojos y sus plumas eran como escamas, escamas brillantes como plata y oro.- ¿me escuchas?, le pregunté a la rosa.- sí, me dijo, entiendo que eres una bella estrella que viaja a casa, de vuelta al hogar...- ¿y los niños?, pregunté.la rosa de ojos de colores y escamas escarlatas se rió como un niño y me dijo que esos tres niños era yo mismo. me fijé bien y efectivamente, todos ellos eran yo mismo, idénticos, pero vestidos diferentes y algo mas, cada uno parecía ser mayor por que el otro. me senté entre la rosas, cerré los ojos y traté de recordar y recordé los tres días de mi vida en que el miedo y el terror estuvo besando mi alma, pero, aquellas veces salvé la vida... ahora, ahora, parecía que ya no podría ser. estaba viajando a mi hogar, con mis miedos, alegrías y recuerdos, y, con mi conciencia... pues noté que cuando quise tocar mi cuerpo, este se hacía aire, como un sueño...- ¿falta mucho?, pregunté a la rosa.- no falta nada, estamos en tu hogar, este es tu hogar. tu conciencia es tu hogar. eres nuestro artista, nuestro creador, el hijo de los sueños, respondió la rosa de escamas y ojos de colores brillantes.me acerqué a uno de los niños que seguían orando y le toqué. apenas hice esto, desparecieron uno a uno como escarcha, diluyéndose en el firmamento… no así sus oraciones que no salían de sus labios si no de aquel universo de estrellas con aroma a pétalos de rosas... me gustó mi futuro hogar y me dije si algún día volvería a la vida.- ¿vida?, ¿no es acaso esto la vida, hijo del inmortal?, escuché de una de las otras rosas que estaba a mis pies.- si, le dije, pero quiero ver gente, hablarles, escucharles..., dije.- puedes hacerlo, escucha mejor, agudiza tu conciencia y verás con los ojos del sueño de los mortales...- ¿que hago?- nada, sé y se te dará...cerré los ojos, si es que los tenía y luego, dentro de mí observé que todo el telón de aquel cielo eterno se esparcía como luces infinitas… me encontré sentado solo, frente a la casa de mis padres, que en ese momento acababa de desplomarse, producto de un gran maremoto, terremoto, junto a una muchedumbre de gente que lloraban de rodillas, clamando a dios, al santo, a alguien que les ayudara... temblaban, pero yo no. quería contarles mi vivencia, mi conciencia, pero sentí callar, y callé.me paré y vi que estaba solo. todos seguían de rodillas, llorando, rezándole a un dios con nombre propio o prestado, o un santo que se le parezca o escuche. me les acerqué, tomé sus manos y los llevé en fila india hacia la orilla del mar que en esos momentos se elevaba con gran estruendo, sin embargo, les dije que no teman, que escuchasen sus olas internas, su respiración… esperen, agregué. ellos esperaron y esperaron hasta que el mar se hizo calmo así como sus alientos. les dejé y volví a mi casa. me arrodillé y continué rezando y rezando con los ojos abiertos hasta que todo se hizo un cielo de estrellas y voces de ángeles con olor a rosas... luego, mas hacia el final de todo cielo vi un castillo. dejé mi oración y caminé hasta llegar. vi que la puerta estaba abierta. entré y vi que al fin estaba en mi hogar. no había nadie, nadie mas que yo, conciencia pura... y el olor de todas las rosas del universo. no volví a salir pero si tuve muchos sueños...



San isidro, Julio de 2007

Saturday, July 28, 2007

BERNARDO Y BERNARDA

ambos caminaban frente a frente. uno era hombre y el otro mujer. hermanos de sangre. primero nació él, luego, ella. sus padres los dejaron de niños, en dos cajas de zapatos, en un auspicio, con una nota: uno se llama bernardo, y la otra bernarda. y así se llamaron estos hermanos gemelos, pero no mellizos. ambos estudiaban, peleaban por las mismas causas hasta que vino la guerra. ella quedó en la ciudad como enfermera, luego, doctora, y por último, como directora de la cruz roja. mientras que el se hizo soldado, luego fue herido, capturado por los enemigos, encerrado por años y años, en una de esas prisiones que eran para cinco pero vivían, dormía, cagaban veinte.

la vida de amos, cambió, a pesar que siempre se pensaban, soñaban, y, conversaban todas la noches, en plena oscuridad. ella, mientras caminaba por una acera, mirando hacia el cielo. veía un ave volando por la noche y sentía que era su hermano. le hablaba, le contaba todo, que estaba muy bien, que la habían ascendido, y que estaba casada, esperando un bebé. el padre era un doctor americano y deseaba llevársela a su país... mientras que él, miraba por las noches, a través de los barrotes, ese cielo negro, poderoso, húmedo, pero, tan como un teléfono, su mas leal amigo... pues, escuchaba a su hermana. le decía que estaba bien, que aunque el hambre era terrible, pronto saldría de su celda, pronto, y que deseaba conocer a su marido, y que sería muy bueno que fuera a otro país.

ella se fue con su marido, dejando a su hermano encerrado en los campos enemigos. por suerte la guerra terminó, y nuestro bernardo pudo salir. estaba débil, enfermo y con grandes esperanzas. a todo el que le preguntaba qué haría, este les contestaba que américa sería su próxima parada. bernardo se curó, y trabajó mucho para juntar pasaje y viajara a la américa. luego de un tiempo, escuchó la voz de su hermana, bernarda. esta le decía que a pesar de sentirse amada y de tener un hijo cuyo nombre era bernardo, se sentía sola... no, no te sientas así, siempre estaré a tu lado, tan solo hay miles de kilómetros que nos separaba pero estamos unidos, unidos hasta el fin de tus días, y muy pronto, podré conocer al pequeño bernardo.

ella enfermó, y bernardo lo supo en el mismo instante. pudo viajar y llegó a la américa. siguiendo su instinto encontró a su hermana. estaba gravemente enferma. apenas se vieron, hubo un gran silencio en todo el cuarto. todos se apartaron. los hermanos volvían a estar uno al lado del otro. ella murió, llena de amor pero murió.

bernardo regresó a su tierra y mientras viajaba en el barco, veía una estrella en el cielo, y le hablaba: bernarda, vuelvo a nuestra tierra, vuelvo a llevarte a mi lado... pasaron un mes y el barco llegó a su tierra natal. apenas llegó, bernardo contrató a una persona para que lo matase, y luego, lo enterrase en un hueco al lado del bosque. consiguió ayuda y bernardo murió.

cada noche, cuando pasan por la calle de los hermanos, se escuchan pasos, y risas, y una mano como quien quiere llevarte de nuevo a casa... yo no creía esta historia hasta que pude ver en el cielo el rostro de dos muchachos. uno era de hombre y la otra de mujer. no me quedó duda. eran los hermanos... unidos mas allá de la vida y la muerte. supe que el silencio es poderoso, se escuchan todas las verdades...


san isidro, julio del 2007

Tuesday, July 24, 2007

EL JARDINERO

la tarde estaba fría. la gente no cesaba de andar con prisa, frotándose las manos, apurando sus pasos, sus mentes gritaban desde lejos, yo, creo, solo yo podía escucharles... la tarde estaba fría y un susurro me hizo dejar de mirar a la gente desde el asiento al cual no me movía por mas de cinco años. era una voz, un llamado. volteé la vista y vi que era un perro que me miraba y decía que si estaba bien. le dije que sí, que jamás había estaba tan bien como ahora si no fuera por el frío. el perro se me acercó y pidió pegarse a mis pies, por el frío. le dije que sí, que si por supuesto que si, que no faltaba mas, que esta banca, pegada al río, era de el tanto como de los demás, aunque ni usted ni yo paguemos impuesto, pero, una vez escuché que las cosas son de quienes las necesitan, y esa fue idea por la cual, desde que me echaron de mi casa mis dos hijas de cincuenta años, me senté en esta banca. le conté al perro que tenía noventa años, que los dientes se me caen lentamente, pero, cuando uno que otro está por salírseme, me lo arranco, nunca he tenido paciencia para nada... y aquí estoy, sentado frente al río. me gustaría estar en mi casa, pero, mis hijas viven allí, y no desean estar a mi lado. ellas no me lo han dicho, pero, eso se siente. basta con ver que ni me sirven la comida, ni nada, ni ropa, nada de nada para sentir que debía largarme de ese lugar que fue una vez mi casa, la mía y la de mi difunta esposa... pero, así es la vida, solo espero que una noche la muerte me cargue con todo y encuentre, eso espero, que mi mujer esté allá, esperándome como siempre me esperaba cuando viajaba lejos, al otro lado del continente, porque, sépalo bien, amigo perro, fui un gran personaje cuando fuerte y joven. construí muchas casas y edificios, etc. tuve dinero, mujeres, etc, pero, también tuve errores por mi exceso de confianza en la amistad, esa maldita amistad que llevó a tantos sinsabores en la vida... ¡malditos!, y ahora, aquí, solo, viejo, lleno de recuerdos cortos, tan solo los de la gente que amo, nada mas... y usted señor perro que me da su calor, su amistad, esa amistad sincera de bestia, de animal que no tiene el privilegio de pensar ni dudar. ¡gracias!, le dije. la noche se acercaba, el frío aumentaba, y ya era la hora de cenar. pedí a un señor que me diera unas monedas para comer el el centro de indigentes. me dio unas monedas. entré y el perro entró a mi lado. compré una sopa y un segundo y un tesito con pan. el pan se lo di al perro. se lo devoró, y lo demás me lo comí con gran fruición. la noche estaba cruda. ¿salimos?, le pregunté al perro. vamos, me dijo. salimos y buscamos un espacio dentro de la casa de indigentes, pero había tanta gente haciendo cola que tuve que olvidarlo. vamos bajo un auto grande, le dije al perro. mejor vamos al basural, allí hay unos trapos llenos de calor y jebes quemados que nos calentará mejor, dijo el perro. nunca había dormido en un basural, pero, quizá sería mejor... fuimos y la luz de las calles, desapreció, tan solo veía los ojos del perro... llegamos al basural y oía a mierda, entramos. aquí, me dijo el perro. no supe qué era, pero olía a llanta, a moho, pero no a humedad... vamos, le dije. nos sentamos y el perro se echó a mi lado. apenas cerré los ojos, quedé seco como una tabla... tuve lindos sueños. mi mujer me abrazaba, mis hijos dejaban de pelear, era el paraíso. el día era cálido y estábamos junto a mucha gente llena de vestidos de verano y de colores llamativos... es lindo, pensaba. un auto se detuvo frente a nosotros y nos dijo que subamos, en mi sueño. subí y me senté frente al chofer. le vi la cara y era un tipo extraño, de color negro, sus ojos eran blancos con negro, era fuerte pero sonreía y su sonrisa era cálida como el día... es el cielo, pensé. de pronto, la luz de día llegó como un balde de agua fría. abrí los ojos y estaba echado en un basural, lleno de restos de comida y trapos viejos y perros, muchos perros. vi a mi amigo el perro y este había desaparecido. me levanté y caminé con gran dificultad. hacía frío y anduve sin parar hasta llegar al río y al lado estaba mi banca. lamentablemente estaba ocupada. había una mujer vieja con mi amigo el perro. iba a decirle algo pero decidí no hacerlo. seguí caminando hasta que llegué a un parque inmenso. sus gigantescos árboles me dieron un shock. me acerqué y puse mi mano al árbol. este, como asustado, me dijo, ¿qué me tocas?. nada, nada, solo que me trae recuerdos gratos, le dije. por supuesto, si fuiste tu con otro chicos quienes me plantaron... ¿cómo va jardinero?, me dijo. le conté que no tan bien como a él, y le conté el resto de lo que recordaba. ¡quédate conmigo! ¡yo te acompañaré y te diré qué comer y dónde dormir!, gritó. está bien, le dije. me senté al lado del árbol y este me dijo que le contara mi vida, se la conté y me sentí muy contento porque sólo recordaba las cosas lindas de chico, de joven y de mayor. el árbol también tenía historias, me las dijo una por una. me contó de esas avecillas que se posas en sus ramas, que el frío es su amigo que comulga con sus raíces, que los bichos viene y se van como toda la humanidad... le pregunté si tenía amigos. me dijo que no, pero, si gustaba podría volver a ser mi amigo. le dije que sí me gustaría, y me eché a su lado... este dejó caer ramas y hojas secas que me cubrieron del frío, luego, me dormí. cuando abrí los ojos, vi muchas avecillas paseándose por todo su cuerpo. vi gusanos que bajaban y subía por su tronco. fue bello... le dije que daría un paseo y me despedí de mi amigo el árbol. cuando llegué a la acera vi a mucha gente normal que no cesaba de pensar en sus cosas, parecían gritar asustadas de todo cuanto pensaban. eran como su mejor amigo, y, eran seres que vivían con una bomba de tiempo dentro de sus mentes llamado miedo a todo. escupí al suelo y seguí caminando por la acera. pedí unas monedas y las recibí. fui a cenar y en la puerta estaba el perro esperándome. ven, le dije y entramos. le di un pan este se lo lo tragó todo. yo comí el resto. tenía una buena vida a mis mas de noventa años... miré a toda la gente y todos, a pesar que había un poco de sol, temblaban de miedo, del devenir de todo, de la muerte que parecía estar cerca de uno de nosotros. de pronto, la muerte entró y la vi. estaba vestida de negro, no se le veía la cara, era como una santa de negro... ¿me buscas?, le pregunté. sí, me dijo. ¿eres el jardinero?. sí, ¿porqué?. ¿has cosechado bien?, volvió a preguntar. sí, le dije, tengo un par de amigos y mucha gente a mi alrededor que no saben que existo... haces bien jardinero, pero, ¿te gustaría quedarte un poco mas?. sí, un poco mas, desearía un día mas, tan solo un día mas... ¿para qué?, preguntó. quiero ver mi jardín señora... ¿puedo?, pregunté. me miró y dijo con sus ojos: mañana antes del alba... la miré y vi que salía al lado de toda la gente indigente que, temblaban de no sé qué... el perro había estaba aullando y solo yo no me había dado cuenta, salimos del comedor y este dejó de aullar. iba a pedirle que me acompañara hasta mi jardín pero, el perro me dijo que no, que mejor vaya solo... le dije que estaba bien, y, por si cambiaba de opinión, mi jardín estaba junto al árbol de parque. ok, respondió, pero, no te prometo nada. ok, le dije. le vi irse corriendo tras una perra que pasaba por la calle junto a una manada de perros... animales, les dije. alcé los hombros y caminé hasta mi jardín. allí estaba, todo estaba igual, aunque mis ojos veían una acequia, yo veía a toda mi familia, mis hermanos, mis amigos, mis padres, todos estaba allí, sentado en un momento de tranquilidad. cogí un poco de agua y se lo eché al árbol. amas tu jardín, jardinero, me dijo el árbol. si, respondí y continué hasta regar todo ese espacio vacío pero lleno de tantos sentimientos y recuerdos que brotaban como mariposas de mi corazón... terminé y me eché bajo el árbol. fue hermoso, muy hermoso hasta que vino la noche y luego las estrellas que alumbraban todo mi jardín que en esos instante estaba poblado de zancudos y bichos pero, seguían mis sentimientos y recuerdos en ese mismo fulgor... cerré los ojos y cuando los abrí, la señora muerte estaba acariciándome la mejilla... me paré y ella me cogió de la mano. caminamos, aun no aparecía el alba. ¿es lindo mi jardín no?, le dije. muy hermoso, muy hermoso, me dijo la señora, y luego, llego el primer brillo del día y con ese brillo, todos mis sentidos se diluyeron en su brillantes... fue algo sin letras ni ideas ni palabras. mientras esto sentía, escuché una voz: ¿te gusta?. era la señora muerte. sí, respondí, muchas gracias, estaba muy agotado y tenía un gran sueño, gracias, agregué. de nada, respondió...


san isidro, julio del 2007

Sunday, July 22, 2007

Torta de cerezas

No sé por qué le dije que no cuando moría de ganas por verla, pasear a su lado, pero le dije algo natural: no y no y no. Ella sonrió y con un beso en el aire se fue con sus cinco amigas, tan lindas como ella. La miré hasta que subió a un auto lleno de gente joven, como ella. Bajé la mirada, estaba confuso. Pensaba en cómo una chica de diecisiete años se puede enamorar de un hombre de mas de cincuenta, pero tenía pruebas, demasiadas pruebas de esta jovencita como para dudar de su obsesión. No había día ni hora en que no dejara de tocar la puerta de mi casa. Abría la puerta y allí estaba. La saludaba, besaba en la mejilla y siempre la trataba de hacer ver que yo era demasiado viejo para ella. Ella sonreía y entraba a mi casa. Cogía cualquier cosa y se metía a mi cuarto. Había veces en que se desnudaba frente a mí para luego darse un duchazo. ¿Vienes conmigo? ¿Me jabonas la espalda?, decía. La miraba y sencillamente no le hacía demasiado caso. El colmo fue cuando mientras dormía por la noche, la sentí dentro de mi cama. Me asusté por supuesto, pero al verla no supe que decir, estaba totalmente pelada como un plátano, y en sus manos tenía una llave, la de la puerta de mi casa. La bendita y hermosa mujer había sacado una copia sin que supiera cómo ni cuando. Tuve que salir de mi casa e irme a un hotel para terminar de descansar. Ustedes se estarán preguntando el por qué la rechazaba. Era demasiado joven para mí, esa era la verdad. Había vivido demasiados dolores de cabeza y quiebres del alma con diferentes muchachitas como para volver a caer en la misma trampa. ¡Hubo una que hasta me extorsionó con casi todos mis ahorros! Quedé hecho un miserable, medio mundo me veía tan mal que tuve que dejar el trabajo, la ciudad y mudarme lo mas lejos posible de aquel hecho vergonzoso. Volviendo con esta hermosa chica, tuve que salir del hotel muy temprano, irme al trabajo y comprarme nuevas cerraduras para toda la casa. La chica insistió con llamadas seguidas. Esto tenía que parar. Llamé a sus padres pero estos paraban de viaje constantemente, por lo que decidí tomar cartas fuertes en el asunto. Me mudé y de nuevo, a buscar otro trabajo. Aunque no me costó demasiado porque era un escritor más o menos conocido por lo que eso de buscar trabajo era tan solo mudarme y avisar a la editorial mi nueva dirección. Viví por cierto tiempo tranquilo. Salía de casa y respiraba profundamente esos aires cuando te sientes libre como un pajarito. Pero, nada es perfecto en la vida, no sé cómo, la jovencita se averiguó mi nueva dirección. Y allí estaba, en la puerta de mi casa, frente a mí con esa cara de muñeca y esos ojos tan expresivos que no necesitaba hablar para decirte las cosas. La hice pasar, no sé por qué, pero eso hice siguiendo un extraño sentimiento. Me gustassss, me gustan los viejos escritores como tú, decía mientras cogía un silla y se sentaba frente a mí que sabía si hablar o callar… Veía sus ojos y me decía: no, no y no, no puede ser. Por suerte, todo lo que comienza tiene que acabar, es la ley de la naturaleza. Unos vienen al mundo y otros se van, tal como han venido, es decir, sin nada en las manos. Luego de hacer la misma escena mientras trataba de ignorarla, sentándome a escribir como si nadie estuviera cerca de mí, sentí que todo tendría que acabar. Una noche, luego de mi caminata nocturna para sosegar mis pensamientos, la encontré sentada en la puerta de mi casa. Pasa, le dije. Entró. Le iba aclarar que era inútil todo su esfuerzo, pero, de pronto vi que tenía varias bolsas de caramelos en las manos y en su bolso. ¿Qué es esto?, pregunté. Es mi cumpleaños, respondió. Sentí lástima por ella y le dije que saldría un momento para comprarle una torta con sus velas. Regresé a casa con la torta. Puse las velas y las encendí. Apagué las luces y le canté el cumpleaños feliz. Tienes que pedir un deseo antes de que las apagues, le dije. Ya lo pedí, respondió. Me dijo que deseaba que la poseyera, que no me haría ni un problema, que no tuviera miedo, que no sea una gallina, que si no le hago el amor pensará que soy gay, y lo publicará en todos los medios de difusión. Mientras hablaba sus ojos decían otra cosa. Decían que deseaba verme loco por ella, que la besara un poco, que cayera en su juego, ese que no es tan diferente que los de una niña con su muñeca o muñeco en este caso. Tuve que decirle la verdad, no pude evitarlo. Le dije que era demasiado joven para ella, y no hago el amor hace muchos años por motivos pasionales. Mi pasión está en las letras y no mas en el sexo. He reducido los riesgos y el tiempo de vivencias. Le conté que hace más de cinco años que no hago el amor con mujeres, ni siquiera me masturbo ni hablo de mujeres. Todo mi tema son los libros, el arte de las letras en general. ¿Pero, no haces nada mas? Oh, sí, le dije. Por supuesto, una que otra noche salgo de paseo y camino, y en mi largo caminar, hago cosas. ¿Qué cosas?, se puso intrigada. Me senté en el suelo y cogí una piedra tirada en un rincón de la sala. Esta piedra la conseguí luego de que un muchacho se la tirara a la cabeza de otro chico, dejándole ensangrentado y llorando. ¿Qué, llamaste a un médico?, preguntó. No, no, por favor… Cogí la piedra y me la puse en mi bolsillo. Luego, seguí caminando hasta llegar a una casa llena de luces, entré por la ventana y sin que nadie se diera cuenta, subí unas escaleras hasta llegar a uno de los cuartos de esa desconocida casa. Vi a un señor que estaba cociendo una falda. Se la ponía, y luego, se colocaba un sostén, es decir, era un fetichista. Cogí unas sandalias que había dejado por las escaleras y salí bajando por la ventana del segundo piso. También me gusta caminar descalzo por las calles, sobre todo cuando llueve, me gusta mucho y cojo un pomo y lo lleno de agua de lluvia. También me gusta ver si hay cucarachas o hormigas en mi casa. Cuando las encuentro, me gusta seguirlas… Las veo salir a la calle y las sigo hasta que se meten en un rincón. Trazo un recorrido de su paso y me esfuerzo por descubrir el idioma de sus huellas… ¡Es fantástico! De pronto, los ojos de la chica empezaron a encogerse como quien ve un gusano o una rata. Bajó la mirada y luego la levantó con fuerza como si tuviera un resorte en el cuello. Retrocedió y me escupió sin saber por qué. Luego, salió de la casa sin su torta ni sus caramelos, para no volver nunca mas… Aquella noche me comí toda la torta solo, estaba muy buena, era de cerezas, una torta de cerezas, pero, antes de cerrar la puerta, le dejé un pedazo en la entrada, con su nombre por supuesto… Cada mañana que salgo, o cada noche que salgo, o cuando regreso de mis caminatas, allí está su pedazo de torta que, poco a poco es un pedazo de mierda, ya que gatos, perros, cucarachas lo hacen pedazos… Creo que la verdad siempre ayuda a las personas, sencillamente, ayudó a mi tranquilidad y a mi soledad…

San isidro, Julio de 2007