Sunday, April 27, 2008

poemas inhumanos


llegué a casa de mis padres
allí estaba la tía chepa,
la perra Laica
y ese mover de puerta verde
que no cesaba de jalarme a un pasado
lleno de fiesta
de gente que es puro polvo
mientras el canto de un radio
los hacía bailar como druídas...

abrí la puerta de la cocina
aún olía a carne,
pollo frito,
arroz con choclo...
pedí a la negra una poca
después en la mesa, respondió...

vi las fotos en blanco y negro
me vi a mí...
niño viejo
con ese aire perdido
de los inocentes tiernos
limpié mis cuadros
y lloré para adentro...

vi una puerta abierta
y sin despedirme
escapé de la casa...

mientras me alejaba
escuché la oscuridad de la casa dejada,
el frío de sus paredes sucias
y ese aire húmedo y pesado
que rompía todo el alma de la mía...

seguí perdido
entre millones de almas
rumbo a la nada,
a la nada de un momento
en que mi vida vale todo,
esparciéndose cada uno
de mis latidos
por los cielos y los mares
en el canto de un poeta...

esos domingos...


tengo que recoger a mi madre de la iglesia. ella ora como una buena sierva, de miedo a que todo lo que suceda no tenga las bendiciones y los sueños de ella. debo de estar atento a cuanto suceda duante este día. debo mejor olvidarme de todo y ser feliz como mi perro cuando corre por las mañanas... debo, debo, mejor, no debo nada aunque el Sol me caiga por el cuello y los perros dejen de ladrar y las noches sean claras, y así se duerme mejor, sin soñar, despierto y con los lamidos de mi perro y las oraciones de mi madre que debo de recoger, como todos los domigos, como esos domingos en que el Sol dice que ya fue suficiente, suficiente para el día soleado...