Tuesday, March 25, 2008

tratando


estaba escribiendo un cuento cuando escuché voces saliendo de las paredes de mi cuarto. dejé de escribir y me puse a escuchar las paredes. una de ellas estaba llena de libros y en uno que otro rincón habían papeles y ropa sucia colgada entre ellos. en la otra pared habían cuadros, muchos cuadros y todo pequeños, casi del tamaño de una foto tamaño carnet. la otra pared tenía ventanas de varios tamaños pero todas estaba totalmente cerradas por una tapa de madera color madera, y con cerrojo como si fuera una jaula de loros. y la última puerta tenía libros muy grandes, casi del tamaño de cuerpo, y, en un lado de la pared estaba una puerta abierta, entreabierta diría yo... en donde se podía ver oscuridad total... me paré y me pegué a una de las paredes, la que tenía cuadros, y escuché vocecillas como si fueran cantitos de pajarillos y todos repetían canciones de tonos variados, como grillos pero sin ese sonido chirriante, me gustó y le pregunté qué significaba lo que decían. callaron y noté que los retratos se ensombrecían... ¿qué raro?, pensé. iba ha acercarme a la otra pared pero decidí que no, que mejor seguía escribiendo, y así lo hice aunque las voces aumentaron su tono, casi podía sentir el olor a sus voces, que eran graves, llanas, obtusas, de todo tipo de sonido. recordé que tenía una radio en mi saco. lo saqué y escuché música clásica... sin embargo, a medida que escribía y escuchaba a Brahms, sentí como si todas las voces de las paredes se pusieran a llorar. estoy loco, pensé y me saqué el aparato de música de mis oídos, y, de pronto, escuché aplausos de cada rincón del cuarto. gracias, les dije. me paré y los aplausos seguían. caminé hasta llegar a la puerta y lentamente cesaron los aplausos. salí de mi cuarto y todas las luces de la casa se encendieron. vi a tanta gente sentada en sus camas, y todos estaban mirando sus propias paredes, pero, notaba, no podían escuchar ni un solo sonido, nada, absolutamente nada... vi sus ojos y noté que eran del color de la oscuridad. les hablé, pero parecían no escucharme ni darse cuenta de mi presencia. iba a salir a la calle pero cuando vi a la dueña de casa echada en el piso con sus manos apuntando hacia el cielo supe que algo malo había pasado. me le acerqué, y ella me besó en la boca. fuerte, tan fuerte que sentí todos sus dientes. ¿qué hace?, le dije. pero ella abrió los ojos y vi toda la oscuridad del mundo en cada una de sus retinas. volví a mi cuarto y me senté a escribir. fue extraño, pues, no volví a escuchar las voces de las paredes hasta el día siguiente en que amaneció y tuve que salir a laborar como todos los días. mientras salía a la calle no me encontré con nadie en la casa. vi un auto parado en un lado de la calle. la puerta se abrió y entendí que me esperaba. subí al auto y vi a un señor con los ojos mas oscuros que todas las noches... no me habló ni respiró. ¿estará muerto?, pensé, pero mientras pensaba escuché aplausos por todos lados del auto. este se detuvo y bajé sin decir una sola palabra. caminé, pero no encontré a una sola persona... ¿en dónde estoy?, pensé. vi a lo lejos una casucha. corrí y entré sin tocar la puerta. subí las escaleras y no me choqué con nadie. vi un cuarto alumbrado por luces. entré y vi una máquina de escribir. me senté y escribí durante toda la tarde hasta que de agotamiento cerré los ojos, y cuando los abrí, estaba echado en el piso de mi viejo cuarto, lleno de libros, cuadros, y ropa por todos lados, y ventanas cerradas como si fuera una cárcel... cerré los ojos y seguí soñando... tuve muchos sueños, pero eso, eso, es otra historia...


san isidro, marzo del 2008