Sunday, August 28, 2005

Las siete vidas del gato

Hace unos días fui invitado al colegio de una de mis dos sobrinas de nueve y diez años a declamar un cuento para niños. La mayor de mis dos sobrinas me pidió que contara el texto llamado "El gato", que es uno de los textos que escribí ya hacía dos años... Le dije que sí.

Esa fue uno de las dos invitaciones que tuve para ir a un colegio de niños. La primera, que fue el año pasado y fue muy hermoso, y esta vez, fue muy especial. Llegué temprano y una de las profesoras del salón de una de mis sobrinas me dijo que disponía de media hora, así que me fui corriendo hasta llegar al salón de clases. No bien los niños me vieron, aplaudieron, se sentaron, y luego yo saqué mi texto para empezar a declamar... Una vez terminado, los niños comenzaron a hacer todo tipo de preguntas, y pude responder cada una de ellas no sin una dulce dificultad, pero, de pronto, una de las profesoras, que estaba sentada y pegada a los treinta niños, y que no la había visto llegar, me hizo esta pregunta: ¿Por qué ha escogido la historia del gato?. Respondí que fue mi sobrina quien me dijo que contara aquel cuento, pues bien podía haber declamado otro, pero, fue ella, y de una manera simple. Luego, no satisfecha por la respuesta, la profesora me volvió a preguntar: ¿Por qué dice usted que los gatos tienen siete vidas? No supe qué responder, cuando de pronto los niños comenzaron a decir que se debía a su gran agilidad, la manera tan individual en que viven, etcétera., o, que es tan solo un refrán, algo mítico. Luego de terminar y pasarme más de una hora, que disfruté tanto como los niños, me despedí de cada uno de ellos con un gigantesco abrazo y muchos besitos... Por supuesto que me acerqué hacia la profesora para agradecerle el tiempo que le había robado, cuando noté que sus ojos tenían la forma y el brillo de un gato. Me dio la mano y vi que sus uñas eran largas y muy delicadas, vestía toda de negro... No quise mirar mas, vaya a ser que viera la cola y allí si que quedaba demostrado que la fantasía era más fuerte que la realidad... Ya estaba en la puerta cuando escuché un pequeño maullido, volteé con temor, y vi que en el jardín que estaba al lado de la puerta del salón había un gato negro que entraba y se ponía en el regazo de la profesora de una de mis dos sobrinas...



San isidro, agosto del 2005.

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