Monday, August 27, 2007

mi madre



La veo y no la veo. Bella de alma. Dura en su expresión. Enferma de tanto amor sin medida. La veo día a día y siento que no soy yo quien la mira, sino, el otro, aquel que se busca y se pierde mientras la escucha día a día...

La veo de noche mientras llego temprano, y cuando la encuentro adormecida sentada en la silla de la mesa de diario, siento que no soy yo a quien espera, que es al otro, aquel que aún no llega a su casa ni llegará...

La saludo y le digo gracias en silencio, porque ella habla en ese santo idioma.

La veo subir a su cuarto y siento que el cuerpo le pesa. Los años le cuelgan en los ojos y en su espalda como un cristo subiendo al cadalso. La noche se le hace su hermana esperada, y espero, siempre espero que, algún día, venga el otro, aquel que le dice tantas cosas, en su mismo idioma, el silencio del amor sin medida...

San Isidro, Agosto del 2007

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