Sunday, October 14, 2007

sin destino



una pared ilimitada de soledades anunciaba mi existencia. me hice a un lado y me puse a pensar y pensé...

pensé en mis padres, mi familia en general. pensé en mis sueños no realizados, en las cosas que temo en el día a día, en el triunfo de un mañana que no viene, en tantas cosas pensé que me puse muy triste y solo. quise llorar pero sentí que no había razón para hacerlo. me puse a escribir y escribí este cuento que canta la historia de un hombre que ama su soledad, sus sueños y fantasías. ama a quien le deja amarse. es un tipo bueno, un poco tonto y que cuando se mira al espejo se pone muy triste y solo. un vacío no llenado por nada. quisiera decirle algo pero, ese hombre soy yo y un abismo nos separa, una ilusión de carne y sangre, un pasado y un presente se pone entre ambos y sentimos el frío destino de hombre solitario y vacío.

dejé de pensar y decidí salir a la calle. me topé con un señor bastante mayor. me le acerqué con timidez. este se puso en esa guardia de miedo a la muerte y a a nada. me dijo: ¿quién era yo?. no lo sé, respondí. ¿está enfermo?, volvió a preguntar. estoy muriendo, le dije y paso seguido me paré y me fui del lugar. caminé hasta llegar a una casa en que una vez había vivido y que fui muy feliz, era aún un niño de cuatro años... toqué la puerta y salió una señora. le dije que yo había vivido en esta misma casa desde niño. me miró como si fuera un marciano y me cerró la puerta en la cara, pero, lentamente, suave, como si estuviera saliendo de un sueño. seguí parado en la puerta hasta que entendí que debía irme... ya estaba dando unos pasos cuando sentí el calor de la mirada de mucha gente. me detuve y volteé. era toda la familia que vivía en la misma casa en que viviera desde niño. les saludé y ellos me saludaron. me quedé allí, parado, por un momento cuando noté a cada uno sus caras. les sentí incómodos y, lentamente, uno a uno empezaron a entrar en su casa. se fueron todos menos el perro... adiós, le dije al perro y este movió la cola y lanzó y ladrido, para luego meterse en la casa...

dejé de ir de un lado a otro y volví a mi casa. allí estaba mi cuarto, mis libros, televisor, mis textos, estaba todo cuanto había hecho a lo largo de mi vida... vi mi cama totalmente desarreglada, llamándome. me eché a dormir y tuve sueños, muchos sueños, demasiados sueños, tantos fueron que cuando desperté aún estaban allí, a mi lado, como nubes, personajes raros, embarrándose con mi realidad del momento. me levanté y todos mis sueños se disolvieron en el mar del miedo a la vida y a la muerte. miré la ventana, luego, me miré al espejo y me puse a llorar en silencio, sin derramar una sola lágrima. estaba solo y sin destino, y lo sabía muy bien...


san isidro, octubre del 2007

1 comment:

giovanni said...

Voviendo después de un rato aquí veo una dimensión nueva. Es como leer un texto literario con fotos. Ficción y realidad. O nada de ficción?