Monday, February 11, 2008

la sinfonía de la vida


amaneció y el sol brillaba como nunca, tuve ganas que llegara la noche para poder excusarme y descansar, pero la realidad brillaba, entonces, tuve que hacer lo que todos hacen: esperar, esperar mientras hago las cosas que todos hacen... salí de casa y con lentes ahumados me puse a cantar la sinfonía del amor. la gente se burlaba de mi tono de voz, sonreí con ellos y ellos rieron mas de mí. loco, decían. ¡Dios, qué loco que soy!, pensé. seguí caminando, pero vi a un perro mearse en la calle, luego, con sus patas se puso a echar tierra a todo cuando meó. me acerqué al perro y este se puso a aullar como si viera a un fantasma. traté de acariciarlo pero este se puso a gemir y luego a correr como un loco. debo estar muerto o por morir porque así hacen los perros, pensé. alcé los hombros y corrí hasta llegar a mi centro de labores. había una cola para entrar. saludé a todos y todos bajaron la cabeza sin responder a mi saludo. voy a morir, volví a pensar. esperé como había planeado, pero no entré al centro de labores. miré hacia el cielo y el Sol me dijo que siguiera cantando, que todo cuando hiciera estaba bien... canté y partí a la carrera hasta llegar a un parque lleno de aves y flores y árboles gigantescos que llenaron mi vida de eso llamado alegría. me tiré en el pasto y cerré los ojos sin dejar de pensar que mi vida era tan largo como un sueño.... y así seguí hasta que vino la tarde en que tuve un hambre feroz. una anciana pasó por el parque y se puso a merendar. me le acerqué y recordé al perro que me aulló en la cara. por suerte la anciana sonrió de mí y me dio un trozo de pan. lo cogí y lo devoré como un perro. quise ser el perro de la anciana y se lo dije. lo siento, respondió, no me gustan los animales... entiendo, le respondí y luego le canté la sinfonía del amor... y así seguí hasta que vi cómo la anciana desparecía ante mis ojos como nube del cielo. estoy soñando, pensé. me levanté y caminé hasta llegar a un río y me puse a escucharle. era hermoso cuanto decía, y así seguí hasta que vino la noche y cuando miré la Luna, me puse a aullar, hasta que el viento sopló fuerte y supe que debía volver a mi hogar. volví y antes de entrar había un letrero en la puerta de mi casa, la leí y decía: casa en venta. entré por la ventana y no había nada ni nadie. no importa, me dije y me puse a cantar la sinfonía del amor...



san isidro, febrero del 2008

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